Para nadie es un secreto que el sistema de partido en nuestro país está en crisis. La credibilidad y la confianza depositada en los partidos tradicionales se ha esfumado, ya nadie espera que, en el estado actual de los partidos y sus dirigentes, haya un nuevo horizonte de expectativas para la mejora de la situación nacional. Este desencantamiento tiene su gran golpe en el momento en que la última fuerza política, que no había alcanzado el poder, luego de casi dos décadas de administración del Estado ha mostrado ser “más de lo mismo” o, en algún caso, ser peor que los demás partidos tradicionales.
Desde diversos sectores se aboga por una inmediata renovación del sistema de partidos. Pero al momento actual, el panorama muestra que los partidos emergentes no logran aún consolidarse como una real opción de poder. El hecho mismo de no aunar esfuerzos por una única candidatura que los aglutine muestra la incapacidad de pensar primero en el proyecto de nacional antes que el proyecto personal. Las nuevas organizaciones que han surgido en los últimos días aún les falta madurar políticamente para asumir una posición de fuerza y de real opción para el futuro nacional. En política nada es de la noche a la mañana, por más sueños de cambios que les coloquen a sus propuestas, no son una efectiva opción política de cara a los comicios venideros.
La renovación en política debe provenir de la emergencia de nuevos liderazgos dentro de los partidos que cuentan con una estructura organizativa ya sedimentada. Lo que se busca es capacidad para gerenciar la simpatía de los diversos sectores que anhelan un real cambio en la manera de conducir la cosa pública. Este nuevo liderazgo no debe centrarse en las figuras presidenciable, volveríamos a tropezar con las mismas piedras en el sistema de partidos; sino en la figura que sea capaz de gerenciar una estructura organizativa dinámica, adaptada a los nuevos tiempos en los que lo importante no es la figura del liderazgo mesiánico, sino del gerente de las voluntades ad intra y ad extra de la organización política.
El futuro del sistema político nacional está en la renovación de las estructuras organizativas de los partidos, así que cualquier propuesta a futuro debe iniciar por la renovación de las secretarías y demás puestos importantes que nuclean los partidos políticos.
Teniendo estas ideas claras, somos consciente de que solo en el Partido Revolucionario Moderno se inician vientos de una real renovación interna de los partidos. La alianza de las corbatas azules y el deterioro sin final de los reformistas dejan como única alternativa las figuras jóvenes que promueven desde sus propias organizaciones políticas un cambio radical en la manera de hacer política y en la manera de conducir al país por caminos de mayor inclusión en la distribución de las riquezas. Esto, por el momento, solo es visible en el PRM.
Aplaudo con entusiasmo las figuras que se esfuerzan por renovar esta organización política desde sus adentros. El aire de juventud, valentía y compromiso ciudadano con una efectiva democracia está en manos de los rostros jóvenes que promueven la constitución de un partido adaptado a los tiempos, renovado, moderno.
No es tiempo para los caudillos perennes ni para los mesías globalizados que promueven una república inalcanzable. Tampoco es el tiempo de los galloloquismos sin sentidos. Es hora de un partido capaz de renovarse desde su fuero interno y dar cabida a los nuevos talentos con afán de servir.
En esta nueva coyuntura destaco la figura del abogado Andrés Lugo Risk quien aspira por la Secretaría General del Partido Revolucionario Moderno. Es una figura fresca, joven con altos ideales de servicio y capacidad para gerenciar las simpatías de diversos sectores de la nación. Por el momento es la voz que ha hecho conciencia de la necesidad de un partido acorde a los nuevos tiempos y a los desafíos actuales del país. Esperemos que la militancia interna al Partido Revolucionario Moderno muestre a la nación reales signos de cambios en su estructuración interna y señales claras de convertirse en una opción alternativa renovada de cara a los comicios venideros. Solo un partido renovado puede enfrentar la rancia podredumbre actual.