La bachata, uno de los géneros musicales más bailados hoy en el mundo, apenas se difunde en los espacios de clase social alta en el país que le dio vida.
"Esta es una casa seria, aquí no ponemos bachatas”, me dijo una emperifollada Doña, de nariz respingada, anfitriona de un familia de clase alta en el Sector Naco de la capital dominicana en la Navidad de 2010. No me extrañó, pues no era la primera vez que escuchaba una expresión similar desde que llegué a Quisqueya en el año 2004.
En negocios de clase media-alta, aún hoy no vas a poder escuchar a bachateros populares, excepto a Juan Luis Guerra, o, en última instancia, a uno que otro de los dominicanos radicados en New York o a algunos descendientes de dominicanos.
Es paradójico: por un lado, la gente bailando bachata en las discotecas más encumbradas de Europa, Asia o Australia, mientras que en Santo Domingo la "Hight class" la rechaza. Bueeeno, vamos aclarar, en realidad, la que la rechaza es la rancia y conservadora clase alta de dinero heredado y educación refinada burguesa de ideales humanistas renacentistas. No me refiero ni a los peloteros ni a los narcotraficantes ni a los políticos ladronazos, ostentadores de alto poder adquisitivo, pero de muy bajo nivel educacional académico y de valores de familia.
La bachata nace en la en la República Dominicana. Desde sus orígenes fue considerada música de "guardia, de amargue, de vellonera y cueros/putas" y poco ha cambiado hasta hoy la percepción social general. Sigue siendo la música por elección de las fiestas de los pueblitos y campitos, y, en la capital del país, es música de Colmados y Colmadones -con sus amplificadores estridentes y ensordecedores del vecindario-, disfrutada por la clase baja que la vive y la goza como alma de su identidad como clase social. Eso no quiere decir que algunos riquitos vayan un dííía a un Colmado (en sus casas no se pone bachata) y se beban su par de frías (cerveza Presidente) y bailen varias piezas de Anthony Santos, Frank Reyes, Raulín, Zacarrías Ferreira, o Luis Vargas.
La bachata sufre el desprecio y menosprecio en su propia tierra. Los agravios en su contra incluyen gestos despectivos, frases de rechazo y hasta negativas rotundas a utilizarla en celebraciones e instituciones de clase alta.
"En República Dominicana yo cantaba jazz y blues porque la bachata se decía que no era para señoritas decentes. Pero cuando me mudé a Nueva York me abrazó la nostalgia, como a todos nos lleva allí, y no es algo que sea exclusivamente de hombres o de mujeres”, dijo la artista (Andre Veloz) durante un conversatorio sobre la bachata realizado en el Instituto de Estudios Dominicanos de CUNY" https://www.google.com/amp/s/eldiariony.com/2018/08/12/nueva-york-en-el-centro-creativo-de-la-bachata/amp/
Según varias fuentes, este género musical nació como una derivación del bolero y el son llegados, sobre todo, desde Cuba, pues no puede obviarse la pasión y admiración que provocaron entre los dominicanos la visita en 1930 del Trío Matamoros y la influencia de la esplendorosa música cubana de los años 50’s, difundida por la cadena CMQ y que era escuchada en "raditos" en los altos de las lomas donde llegaba buena la señal, según me contaron varios dominicanos.
No obstante, aunque varias referencias citan al bolero "Borracho de amor" (1961), de José Manuel Calderón, como el punto de despegue de la bachata, considero que por la amplia difusión en los medios, el más trascendente y auténtico aporte a este género musical lo hace Juan Luis Guerra al regresar del Berkeley College Music (1982) y comenzar una trascendente renovada producción con base de academia musical, entrelazada con la tradición pero con sensibilidad y sello propios. El encomiable compositor creó entonces una bachata de alto vuelo poético en las letras, unido a una melodía provocadoramente cadenciosa y sensual, gracias en parte, a los violines que Juan Luis introduce. Desde 1984 comienza a revalorizarse el género con el lanzamiento al mercado y el reconocimiento mundial de su multipremiado disco Bachata Rosa. A este fenómeno de revalorización de la bachata contribuye el aporte de varios importantes intérpretes dominicanos con gran éxito en los 80’s y 90’s como Víctor Víctor, Sonia Silvestre y Luis Días.
El creador de la bachata melódica y poética fue Juan Luis Guerra, y con él comienza un paulatino y discreto proceso de aceptación de este tipo de música en sectores de clase alta dominicana, a los que nunca había podido acceder. Comienza también un proceso lento de cambio sociocultural. Paralelo al proceso de aceptación que está ocurriendo al interior del país a las bachatas de Juan Luis Guerra, se une el triunfo del grupo Aventura en New York para fines de los años 90’s e inicios del nuevo siglo. La banda, en su mayoría, estaba integrada por hijos de dominicanos nacidos en el Bronx, NY. El exitazo Anthony "Romeo" Santos, ex vocalista de Aventura desde 2011 hasta la fecha, colocó a la bachata como la Obsesión (así se titula de las más relevantes obras de Romeo) de los bailadores por todo el mundo. No hay un baile más sensual y erótico que la bachata.
Paradójicamente, surge la bachata nacida en el Bronx dominicano y se siente mucho más apegada a la rítmica bachata de los campitos dominicanos que a la dulce, melodiosa y poética de Juan Luis. La bachata del Bronx es tradición hecha en el corazón artístico del Universo: New York City; mezclada, recontextualizada y aderezada por talentosos jóvenes descendientes de dominicanos.
Juan Luis Guerra, Romeo Santos y Prince Royce, entre otros, renuevan y mundializan un ritmo devenido ícono de la identidad y cultura dominicana más allá de la clase social de la que nació y de la clase social que la rechazó.
Los prejuicios sociales están destinados a desaparecer con las nuevas generaciones y el impacto del desarrollo artístico. El arte convoca al cambio sociocultural.
No me canso de saborear una y otra vez, esta genial interpretación de Juan Luis y Romeo: dos generaciones, dos estilos artísticos complementados, unidos en un solo corazón-nación ¡Santo Domingooooooooooo!
Frío Frío. Juan Luis Guerra y Romeo Santos: