Se dice que el miedo es mal consejero y yo pienso que se tiene razón. Inclusive, con el perdón de los que saben de estas cosas mucho más que yo, se puede decir que el ser humano toma las mejores decisiones cuando encuentra balance entre emoción y razón. Cuando la emoción nos domina, buena o mala, feliz o triste, la razón pierde terreno y el resultado final termina no siendo todo lo bueno que pudo haber sido.
Como es natural, dada mi línea de trabajo, recientemente me preguntaron cuál era mi posición sobre las reformas a las que están siendo sometidos los Códigos de Menores, Penal Procesal y Penal. En lo personal, respondí, no veo ningún motivo para que este tipo de revisiones no se den y si se encuentran argumentos de peso se produzcan las modificaciones pertinentes.
Por otro lado, advertí sobre el peligro de adelantar modificaciones motivadas por las razones incorrectas. Sencillamente, independientemente de la promesa de buenos resultados que puedan producir las modificaciones, aumentar penas y reducir las garantías procesales no arrojará un descenso mecánico sobre los efectos del fenómeno criminal, incluyendo el miedo y la indignación que nos genera. Pero que no me crean a mí, que se revise la historia reciente de nuestros vecinos continentales que ya han transitado ese camino. El Salvador, Guatemala, Honduras y Haití, por citar algunos, han producido reformas en su andamiaje legal tendentes a resolver por la fuerza lo que todo indicaba entonces, como aquí ahora, tenía que atenderse con iniciativas inteligentes dirigidas a las bases estructurales del fenómeno criminal.
En el plano local, el ruido de las reformas, discúlpenme los que piensan diferente, distrae a las mayorías, tranquiliza a los que reclaman que se haga "algo" y facilita una plataforma cortoplacista desde donde operar a los funcionarios de turno. Si el precio del reconocimiento por parte de la sociedad de que la enfermedad no está en la sabana fuera que acaben de reformar una serie de leyes, aunque finalmente no arrojen los resultados esperados, confieso, estoy tentada a que le den pa´lante. Quizás, solo así, encontraremos el espacio para efectivamente operativizar las iniciativas estructurales que ya no debemos/podemos dilatar mas.