Las redes sociales son una gran herramienta. Sirven para comunicarnos, para enterarnos de noticias y para reconectarnos con gente.Reencuentran amigos y conectan familias ¡son realmente una de las maravillas de nuestra era!
Pero paradójicamente, una de las áreas más afectadas por las redes, es precisamente la social. Bien es sabido que el celular nos distrae y que las fotos y videos, hacen perder los momentos en vivo. Pero más allá de esto, la conectividad organizada altera nuestra capacidad de vivir en sociedad.
Para mantener nuestro interés, redes sociales como Instagram y Facebook usan algoritmos matemáticos, que hacen que se nos provea lo que más queremos ver. Las portadas de estas redes, (o la página de Inicio) siempre presentan, por tanto, a nuestros grandes amigos, a quienes más damos “Like” y a quien más le comentamos; es decir,a gente y páginas que en general, nos agradan.
Y esta muestra “a la carta” altera nuestra percepción de la realidad, envolviéndonos en una burbuja llena de más de lo mismo. Si eres feminista, das “Me gusta” a páginas y comentarios feministas y de momento puedes creer que todo el mundo detesta. Y si eres cristiana, tu feed te alimenta de gente que cree en Dios o respetan tus creencias, y crees que son mayoría. De chin en chin y sin verlo, dentro de esta red se envuelve un universo paralelo. Se construye un mundo no representativo, un club de internautas “chulos” que piensan igual que tú.
Es peligroso para los movimientos y causas sociales, que se creen más aceptados de lo que realmente son. Es peligroso para los partidos, que se ven con más aliados de los que en realidad tienen. Y es peligroso para la humanidad en general, que cada vez habla más, pero comunica menos
Si aún en ese cosmos se cuela algún desacuerdo, salimos en defensa del fuerte de nuestra opinión. La red social hace magia y nos devuelve el sosiego. Con sólo hacer par de clics, se “elimina”, “oculta” “bloquea” o (para los más corteses) se “deja de seguir”. En definitiva, lo que nos molesta desaparece y volvemos a la “paz y seguridad” virtuales.
¡Pero, nada más falso que esto!Esta vida en línea nos sume en profundo sueño y no nos deja ver la muy diversa verdad. La red social nos engríe y nos hace pensar que siempre, que SIEMPRE tenemos razón. Además, nos radicaliza contra todo desacuerdo entrándonos en la lucha de “Ellos VS. Nosotros”.
Nuestras páginas se vuelven un espejo de nosotros. Entre infinidad de “amigos”, sólo escuchamos el eco en que resuena nuestra voz.
Y esto es altamente problemático, porque ahora más que nunca, el mundo requiere empatía. Pero estos artificios no nos permiten desarrollar habilidades sociales ni ver al otro como igual. Nos bloquean de la visión a aquella gente a la que amamos, pero piensa diferente.
Entonces, como consecuencia del uso de las redes, cada vez se nos hace más difícil encontrargente con visiones diferentes a las que nosotros tenemos, sin “sacarlos de nuestro reino”. Y vamos perdiendo la capacidad de debatir.No somos retados a pensar más, a ir más allá; a buscar terrenos comunes ni a partir de puntos de acuerdo. Ya ni siquiera logramosver y oír la opinión del otro oencontrar estrategias para comunicar la nuestra, de formas más diversas, más innovadoras, más transversales y enriquecidas.
Con ese “caldito de pollo” que nos hace sentir parte, las redes socialesnos dan una visa a un sitio que no existe. Nos hacen ver más sabihondos y estrechan nuestra visión. Neutralizan nuestra comunicación e inutilizan el poder de convencimiento, mientras “le predicamos al coro”, dentro de la misma iglesia.
Lo anterior es peligroso para los movimientos y causas sociales, que se creen más aceptados de lo que realmente son. Es peligroso para los partidos, que se ven con más aliados de los que en realidad tienen. Y es peligroso para la humanidad en general, que cada vez habla más, pero comunica menos; publica más, pero comparte menos; escribe más, pero convence a menos. Que cada vez se polariza más, en lugar de deconstruirse y reconstruirse: en vez de buscar un mundo con más ganar-ganar; con una visión más inclusiva y participativa de la sociedad. Porque cuando los celulares se apagan, cuando se cierra el computador, cuando acaba la realidad-virtual, este es el mundo que queda: el de la realidad real.