El discurso del presidente Fernández ante la Asamblea Nacional, con el que intentó rendir cuentas de su gestión y cumplir con el mandato constitucional, se limitó a pregonar el bienestar dominicano en el marco de una interpretación numérica de la economía desprovista del análisis conceptual de sus resultados. Fue un discurso político que pretendió calmar la desilusión que abraza a la población agredida por el bienestar que propagan los funcionarios de esta administración del gobierno.
Todos sabemos que nuestra población, atormentada por muchas dificultades económicas, sociales y políticas, sólo aguarda una señal para reclamar, pública y masivamente, un alto a la irracionalidad de sus políticas económicas. Además, conmovió la afirmación de que los dominicanos vivimos en democracia, paz y libertad a diferencia de lo que ocurría durante el régimen de Trujillo lo que constituye un desconocimiento de que la anomia del presente ordenamiento del sistema jurídico dominado por el Poder Ejecutivo no es garante de los principios de igualdad social, sobre el cual se sustenta la paz y el ejercicio de las libertades en un sistema democrático.
Luego de esta falsa concepción de una sociedad democrática, el discurso presidencial se inicia con un recorrido parcial por las variables macroeconómicas, las cuales utiliza fuera de contexto del que forman parte, para idear un estado envidiable de bienestar social. El crecimiento del PIB juega en esta maniobra el papel estelar. Los documentos de la CEPAL de la década de los años cuarenta afirmaban (y siguen teniendo vigencia plena) que el crecimiento económico, sin aumento de la productividad y sin que los trabajadores tengan mayor participación en el PIB no permite hablar de desarrollo económico.
Por eso, después de cincuenta años de crecimiento económico por encima de la región latinoamericana y especialmente durante los últimos siete años, el país sigue siendo pobre. Lo que convierte el crecimiento con estabilidad en un slogan político. Siendo así la población en general y sus organizaciones (i.e. la Iglesia, las organizaciones de la sociedad civil, los sindicatos, entre otros) ya no prestan atención a la vanidad del crecimiento. Por tanto, el crecimiento económico es una frase hueca sin sentido social, y por eso se reclaman políticas económicas más justas.
Para el 2008, la CEPAL consigna que el 44.3% de la población continúa siendo pobre en RD. Pero el presidente afirma que la pobreza es de 35.2% de la población para el mismo año, usando la metodología del Banco Mundial. Para mostrar el éxito de sus políticas compara esta cifra con la del año de los fraudes bancarios cuando la pobreza era de 43.4% según la misma fuente, y concluye que la pobreza se ha reducido en 8.2% durante su gestión. Pero sus éxitos son marginales si los datos de pobreza del BM se comparan con los indicadores de su propia gestión. En el 2006 la pobreza era de 36.3%, de 35.8% en el 2007 y de 35.2% para el 2008, es decir entre 2006-2008, la pobreza se redujo en 1.1%, a este ritmo se necesitarían casi 40 años para reducir los casi 4 millones de pobres que tenemos en RD.
Con los datos de CEPAL la pobreza general afectó al 49.4% de los dominicanos en el 2006 y en el 2008 se redujo a 48.3%, lo que representa una reducción de 1.1%, este avance sigue siendo marginal y se necesitarían alrededor de 50 años para reducir esta población pobre.
La desigualdad en la distribución del ingreso continúa siendo elevada. El coeficiente de GINI, que mide la concentración del ingreso (cerca de la unidad = mayor desigualdad, cerca de cero = menor desigualdad), fue de 0.521 en Abril del 2006 y de 0.526 en Abril del 2008, lo que significa que la desigualdad empeoró marginalmente.
Dejando de lado los oportunos cambios metodológicos que no consideran a los trabajadores desalentados como parte de la población desempleada, el desempleo es de 14.2% de la población económicamente activa a octubre del 2008, de 14.9% para el mismo mes del 2009 y 14.3% en el 2010. Es decir, que cuando la economía creció a un ritmo de 7.8%, el desempleo se redujo en menos del 1%. Para mostrar avances, el presidente Fernández comparó estos números con el desempleo del 2004, el año de los fraudes bancarios.
Los desequilibrios que ha provocado la gestión de gobierno del PLD carecen de importancia según el discurso. Por ejemplo, el déficit de la balanza comercial fue mayor a US$8,000 millones en el 2010 (16% del PIB), de 20.2% y 14.6% en el 2008 y 2009, respectivamente. Tampoco se le dio importancia al déficit de la cuenta corriente de la balanza corriente que superó los US$4,000 millones (8.5% del PIB), que alcanzó el 10% y 5% en el 2008 y 2009. No obstante, en materia comercial se cita el éxito de la gestión ya que las exportaciones se incrementaron en 19% y las nacionales en 52% durante el 2010. Pese a estas cifras y al incremento de la inversión extranjera directa y de las remesas de los dominicanos, fue imposible contener el avance de las importaciones y reducir el déficit de la cuenta corriente.
Este comportamiento se relaciona con la política de abaratamiento de las importaciones, mediante una política cambiaria que no refleja los desequilibrios de la cuenta corriente. Esta política afecta negativamente en el corto plazo la competitividad de la producción local. Esto justamente es lo que indica el saldo negativo de la balanza comercial Centroamérica y Estados Unidos.
El endeudamiento público da cuenta del grave desequilibrio presupuestario y de la política fiscal irracional. El déficit del gobierno central acumulado asciende a más de US$5,300 millones durante 2008-2010; en este mismo periodo la deuda pública pasó de US$12,189 millones a más de US$20,000 millones en el 2010. Peor aún, el servicio de la deuda pública era de 21% de los ingresos tributarios en el 2000 y en el 2010 es de 47%, es decir que el servicio de la deuda pública se ha duplicado entre 2005-2010.
Por otra parte, el control cambiario le ha costado al país en los últimos tres años más de US$2,600 millones. Solamente en diciembre del 2010, la llamada estabilidad cambiaria le costó al país más de US$500 millones (20% de las reservas netas).
También, la inflación ha sido una de las más bajas en la región latinoamericana. Cabe preguntarse, ¿por qué siendo RD un país barato, la balanza comercial no está ni en equilibrio ni cerca del mismo con Centroamérica y EU?
El Foro Económico Mundial (FEM) calcula que la competitividad dominicana se rezagó en los últimos dos años. La RD pasó a ocupar el puesto 101 de 139 países en el 2010-2011; pero el país ocupó los puestos 98 y 95 2008-09 y 2009-10, respectivamente. Para este año el índice de Competitividad Global (ICG) coloca a RD en el puesto 117 en funcionamiento institucional, el 107 en infraestructura y salud, el 109 en el funcionamiento eficiente de los mercados, el 118 en innovación. Además, la corrupción es el problema fundamental del país según el FEM, siguiendo la eficiencia del gobierno y el acceso al financiamiento para solo mencionar los tres más importantes. Pero en el discurso no se tocaron estos temas.
En suma, el año pasado el presidente Fernández anunció ante la Asamblea General de las Naciones Unidas que la República Dominicana no podrá cumplir con los objetivos de desarrollo del milenio (ODM), objetivos estrechamente relacionados con el bienestar de la población. ¿Entonces, de qué ha servido tanto crecimiento económico con estabilidad?