Para nadie, en República Dominicana, es un secreto que una enorme cantidad de dirigentes junto a las bases del Partido Revolucionario Moderno; y también, el partido de gobierno, sus demandas laborales no han sido suplidas.

Se sabe que ellos son los principales actores que llevó al poder a dicho partido político en las pasadas elecciones presidenciales, pero hay una compleja realidad que sitúa al presidente Abinader y al propio presidente del partido José Ignacio Paliza en una incomprensible circunstancia. Y, la misma está relacionada con el pago de las prestaciones laborales a los servidores públicos peledeístas que posiblemente serían desvinculados.  Desvincular a casi un millón de empleados públicos superaría engorrosa cifra de más de mil millones de pesos en pagos a prestaciones laborales.

Entonces podemos deducir, que la administración peledeísta creó una estratagema descomunal económica y financiera para a hacer quebrar a cualquier institución pública que se aventure a “botar” su personal administrativo ya que la mayoría de las instituciones públicas no hizo las reservas del pasivo contable y laboral para pagar las prestaciones a los desvinculados.  Me imagino que la motivación de no hacer la reserva al pasivo, era resguardándose maliciosamente de un posible cambio de gobierno como en efecto ocurrió. Hoy no está gobernando el PLD sino el PRM. Y si el PRM “bota” a los peledeístas, el PRM tiene que buscar los chelitos de sus liquidaciones.

Sin embargo, al presidente Luis está situación -de primer orden- para él no lo ha desconcentrado y sigue adelante trabajando con ambas manos para desplantar los tentáculos de poder profundamente arraigados con raíces que alcanzan a más de una generación; y también, involucra a varios sectores de la vida nacional; entiéndase, la justicia independiente, los empresarios y la reforma fiscal; el aborto, la sociedad civil y las iglesias, la corrupción política y administrativa, el pacto energético, la tasa de desempleo, el endeudamiento, la seguridad ciudadana, la crisis sanitaria por Covid-19 y el narcotráfico.

Por lo tanto, los funcionaros públicos, los dirigentes y las bases del partido a pesar de que la mayoría no estén nombrados, deben esperar y ayudar al presidente a gobernar.  Y, a que él pueda desarrollar su plan de gobierno adecentando el estado dominicano como se lo ha propuesto en el tiempo que sea necesario para que los ciudadanos puedan disfrutar de un país verdaderamente libre de todo acto bochornoso y cochambroso, tal y como lo soñó Juan Pablo Duarte.

Luis está creando nuevos lazos de transparencia y puentes de confianzas sostenibles en el tiempo. –La historia le dará la razón-.  Él está construyendo un nuevo liderazgo, a diferencia de lo que ejercieron otros presidentes desde la fundación de la república en el año 1844.  Es un liderazgo que se manifiesta en la población; a pesar de ser rico de cuna, él está siempre en medio de la gente y cerca de los ciudadanos.  Su forma sencilla trasmite información, y se hace acompañar de buena interpretación de la sociedad civil.  Está decido a ponerle coto a los entuertos encontrados en la administración publica y el estado dominicano.