El batey es definido como un lugar de jolgorio donde los indígenas realizaban diferentes actividades y ceremonias. El batey era un espacio de recreación para nuestros aborígenes donde se bailaba, se tomaba y jugaban hasta el amanecer
Era el oasis donde conmemoraban alguna que otra cosecha. Era espacio para sonreír, sacarle punta a la esperanza y al vicio, por qué no.
Resulta que nací en Cevicos un Municipio de la provincia Sánchez Ramírez que limita al este con un batey llamado Los Guineos que pertenece a la provincia de Monte Plata. Crecí cerca de la realidad, pero no del concepto.
Hoy el batey ha dejado de ser alegre, para convertirse en la triste expresión de condiciones de vidas inhumanas.
Habitado por personas que mendigan la vida y transitan por caminos polvorientos con niños y niñas macilentos, cargados en brazos que ya no abrigan y solo sostienen.
Su canto ha dejado de ser canto para convertirse en un grito ensordecedor, en denuncia sin partitura porque el grito no se canta y de cantarse dejaría de ser grito. Se ha transformado su voz en lamento y en sonrisas sin motivos.
Sus manos empuñan sudor y sueños truncados, sus dedos señalan el horizonte de una esperanza que cada vez se aleja más en la medida en que ellos se acercan. Cada día quisieran empujar el sol y acercar la noche, único espacio de diálogo con el recuerdo, con la añoranza de algún pasado que no fue bueno, pero que es mejor comparado al presente que no tienen.
La noche es el único espacio con que se identifican porque es muy parecida a la lóbrega vida que llevan, está adornada con estrella que simbolizan las pocas luces que en algún momento tienen, camino infinito de saludar la esperanza, aunque ya les quede poca.
Hoy el batey es una mirada que se pierde en cada corte de una caña que aumentará la sonrisa del amo; de ese mismo a quien quisieran comerse vivo, no para degustarlo, sino para darse el placer de defecarlo y echarlo por las letrinas de mala muerte en que termina la única comida que ven en el día.
Es el batey la verdad desnuda de una mentira abrigada que llaman progreso, es el lenguaje de una palabra que tiene miedo de decir, es la voz que desafía un silencio que se anida en archivos de oficinas, en publicidad mediática que dicen medias verdades o en su defecto mentiras completas que por tanto repetirlas terminan siendo “verdades”.
Es el batey la otra cara de una moneda que sólo presenta la cara sonriente del dueño, pero no la cruz de un sujeto que grita y que se amarga la vida produciendo la materia prima que endulzará el paladar de la avaricia de otros, pero no la de ellos…