En esta campaña electoral el partido de gobierno ha utilizado a la mujer dominicana (las bailarinas y chicas tornado) con objeto de una publicidad sexista, una presentación burda, que indigna, que nada tiene que ver con el objeto de las propuestas de género, potencializando una imagen estereotipada, utilizando el comportamiento de la mujer de forma discriminatoria, con papeles propios de la marginalidad y que presenta una clara inferioridad y un papel de subordinación con respecto al hombre.
Esa fijación de estándares de belleza, de comportamientos provocativos que emiten un machismo repulsivo, que plasma a la mujer como si nuestra única misión fuera seducir, crea en la mujer un patrón de conducción incorrecto, producto de un ejemplo mal sano, distorsionado y de la vanidad.
Las mujeres no somos un producto, objeto sexual o un trofeo de exhibición, las mujeres somos otra cosa, y esa misma cultura en la política dominicana ha creado desconfianza en la incursión de la mujer, pues nuestra participación siempre ha sido excluyente y elitista. Lo lamentable es que siendo la mujer parte productiva e importante en el desarrollo económico y social de la nación, la participación de la mujer se ha visto enfocada en un voto repetitivo en tiempo electoral, no como parte fundamental del cambio democrático de la nación.
Si quieren hacer publicidad que representen a la mujer utilicen otros ejemplos, pues cada partido tiene tremendas muestras como la Dra. Margarita Cedeno, Licda. Cristina Lizardo, Karen Ricard, Carolina Mejía, Milagros Ortiz Bosh, Faride Raful, Elizabeth Mateo, Gloria Reyes, Mary Cantisano, Gudalupe Valdez, Aura Celeste Fernández; utilicen las madre solteras que cría a sus hijos con mucho trabajo, las mujeres comunitarias, utilicen a las maestras, enfermeras, doctoras que entregan parte de su vida en la construcción de un mejor país, utilicen a la mujer que lucha o vencieron el cáncer que son un ejemplo de fortaleza, entre otras grandes mujeres.