Aún más contagioso que el virus de la COVID-19 que nos anda enfermando y matando por aquí y por allá, y qué ya es decir, lo es la publicidad oficial de todos los gobiernos dominicanos. Publicidad contagiosa y contaminante esa que les sale barata a ellos y cara a nosotros los contribuyentes.

Nada más encaramarse en el poder comienzan con sus factorías publicitarias a fabricar anuncios en serie diciendo lo maravillosos que son y lo bien que ya se vive desde el primer día en el país gracias a sus eficientes gestiones, todas coronadas por el presidente de turno a quien se le da siempre las debidas y lambonas gracias ¡Y qué nadie se descuide en citarlos pos sus nombres y apellidos porque lo siquitrillan rápido de su cargo!

Aún tenemos en nuestros cansados cerebros la resaca de la tan bestial, larga, mentirosa, machacona, costosa e ineficaz publicidad del anterior gobierno peledeista y ya comienzan a martillarnos con las campañas perremodernistas a solo un año y un chin más de subir al poder.

En este gobierno ya ha comenzado la fiesta anunciando que todo está cambiando o que ha cambiado del todo y funciona al máximo vapor y de manera fabulosa, apoyándose además en acciones de anticorrupción de gran impacto y difusión mediática nunca antes realizadas, y en una fuerte recuperación y subida de la economía pregonada por el Banco Central que como siempre debe contentar a los más ricos y poderosos. Dos importantes madrinas de sostenimiento, como dicen en los campos a los palos más fuertes de las verjas y empalizadas.

Es cierto que muchas cosas están cambiando, que hay buena intención, que el presidente hasta el momento parece sincero en lo que dice y hace. Es verdad, pero aún falta mucho por concretar, mucho por proyectar, y mucho más por lograr para cantar victoria tan alto a los cuatro vientos, y aún faltan algunas cosas importantes por concretar de lo prometido como lo de la Cámara de Cuentas que después de tanta alharaca parece haber quedado relegada en la Cámara Congeladora de Denuncias Oficiales. Así mismo, se está tratando de castigar a los delincuentes contra las diversas áreas del Estado y aplaudimos esto con las manos y hasta con las orejas.

Al actual gobierno ya le advertimos antes a través de algún escrito que tuviera calma con la publicidad oficial, que la mejor estrategia de comunicación para que sea creíble es decir las cosas como son y cuando correspondan, mondas y lirondas, buenas o malas, porque los políticos son humanos y pueden equivocarse, sin inflarlas, sin maquillarlas, sin edulcorarlas. Una verdad verdadera ni la más dura oposición puede cambiarla. Algo muy sencillo de hacer pero muy difícil de aceptar por los estrategas gubernamentales que les gusta resaltar, exagerar, manipular, sobredimensionar y también ocultar cuando les conviene.

Ahora, además de las campañas publicitarias propiamente dichas parece que están desarrollando a la vez el ¨bocinismo¨ -me adjudico la autoría del término- utilizando como bocinas del gobierno medios que dedican páginas y páginas a funcionarios y personas que hablan bien, muy bien, y super bien, de la gestión actual y ni digamos del excelso señor Presidente.

Hace unos muy pocos días sin ir más lejos una poderosa emisora radial estuvo ensalzando durante un buen tiempo y hasta lo máximo al director de una importante dependencia oficial. Las alabanzas sin límites provenían de una persona de su partido entrevistada y rematadas y ampliadas por parte de un reconocido comunicador. De nuevo, gobierno: Keep kalm que solo llevan un corto año.

Según apunta el prestigioso colega Freddy Ortiz, la oficina o dependencia o como se llame que se encargará de la nueva estrategia de comunicación del gobierno tiene unas trescientas cuarenta personas, una verdadera legión de empleados, toda la empleomanía de un ministerio de gran importancia, lo que hace suponer que habrá otra legión de comunicadores en la palestra afinando sus cañones, suponemos que unos para esto, otros para aquello y otros más para lo de más allá. De ser así, el chorro, o mejor dicho la catarata de comunicados y campañas que nos espera no va a tener parangón con los gobiernos anteriores. Como dice el pueblo ¡Qué Dios nos coja confesados!

Pero pasemos a la publicidad del Congreso que aún se oye o se oía hasta hace unos días por la radio, pues suponemos que habrán tenido la decencia de retirarla después de la indecencia de último escándalo de la operación Falcón en la que implican a varios legisladores como presuntos delincuentes de lavados de activos, tráfico de drogas y otras menudencias por el estilo.

Sin prurito alguno, sin la más mínima vergüenza, sin el menor recato, afirman o afirmaban una sarta de linduras que solo se las creían ellos mismos y hasta es muy posible que ni ellos mismos. Dice la cuña de marras que los legisladores trabajan sin descanso por nuestro bien, qué el pueblo los eligió… y otros estereotipos típicos que a tantos oyentes nos resbalan como la inmensa mayoría de los discursos políticos por ser tan huecos como retóricos. Al final afirman que ahora es un Congreso nuevo.

¿Nuevo? Que el Congreso ha sido y es aún un lugar donde se refugian legisladores que tienen o deberían tener cuentas con la justicia no es de ahora sino ya toda una especie de tradición. Como siempre y no puede faltar lo de que también los hay buenos, honestos y hasta excelentes. A ver si a los nuevos estrategas de comunicación tienen más vigilancia sobre los mensajes, con sus objetivos, sus contenidos y las maneras de expresarlos, que aunque tantas veces pudiera parecerles, los receptores de los mismos no son tan tontos, idiotas, o estúpidos como ellos creen.

Por cierto, el Congreso será nuevo cuando además de tener todos -absolutamente todos- sus integrantes debidamente capacitados para esos delicados menesteres y sin cuentas con la justicia, renuncien a los vergonzosos barrilitos, prebendas y privilegios. Entonces y solo entonces sí será el Nuevo Congreso.