La verdad es que estamos siendo inmisericordemente bombardeados por la publicidad del gobierno de Danilo Medina. Anuncios por aquí, anuncios por allá, anuncios por acullá. De mañana, de tarde, de noche. Por la izquierda, por la derecha, por arriba, por abajo.
Desde luego, no hace falta ser un sesudo analista político para ver que se deben a una clara estrategia, que al ser tan clara deja ya de ser estrategia, de poner un pañete de publicidad para tapar o disimular los numerosos huecoséticos y morales que en su mandato se están produciendo.
Como la enorme corrupción oficial y privada, sin parangón alguno, la impunidad vergonzosa con la que se produce, el permanente silencio ante sucesos bochornosos, las especulaciones sobre una nueva reelección, prohibida por la Carta Magna, y otros muchos escándalos más.
Hechos que no se han podido tapar ni con la espesa ni con la cortina de un espeso humo propagandístico, ni a través de obras relumbrantes, como el metro, el teleférico, hospitales, y escuelas, y que han producido una fuerte caída de la imagen personal del presidente, y la de su gobierno en pleno.
Según informaciones publicadas, la campaña publicitaria actual nos cuesta a los pendejos de siempre, o sea, los que pagamos impuestos, más de setenta millones de pesos mensuales. Una muy buena cantidad para escuchar, de nuevo y por enésima vez, la cantaleta de lo bien que está el país, gracias, siempre y obligadas, al presidente Medina, su factótum.
Hay un anuncio de radio en particular, repetido hasta la saciedad, que llama fuertemente la atención por su contenido. Quién lo escribió parece haberlo hecho en medio de una fuerte trance de alucinación partidista o patriotera. Veamos.
Dice primero, que somos ¨un ejemplo para el entorno¨ ¡casi nada! Según los estudios y ranking internacionales sobre educación, corrupción, transparencia, sanidad, justicia, inversiones en áreas sociales, adolescentes embarazadas y cuchucientos capítulos más, estamos entre los muy últimos lugares de América Latina.
Tal vez el creativo de la pieza quiso decir ¨entorno¨ refiriéndose a alguno de los nuestros, como el pobre y abandonado sur profundo, u otras provincias en estado agónico, no lo aclara.
Dice después, que somos un país lleno de oportunidades, es curioso pues en el sector laboral, tan precario, el 52% trabaja informalmente, motoconchando, friendo o vendiendo empanadillas, o buscándoselas como toros y toras.
Y la mayoría del otro 48% lo hace en el llamado formal, ganando 12.000 tristes pesos al mes, o menos. No deja de ser curioso que las oportunidades que pregona el anuncio aparezcan por pipá.
Por otra parte, cada vez más, los jóvenes graduados en todo tipo de carreras universitarias apuntan sus miras profesionales a lugares como Canadá, Norteamérica o Europa, porque, dicen, aquí hay poco o nada que encontrar.
Por último, el anuncio de marras afirma, sin empacho alguno, en un apoteósico final que ¨aquí hay futuro¨. Es posible, sobre todo para los políticos que medran a costa del Estado, lo ladrones de la corrupción y otros colectivos malandrines por el estilo. Para los demás, la mayoría de las personas decentes que trabajan honradamente, el futuro se está poniendo más oscuro que una noche sin luna.
Sabemos que, en publicidad, se tiene la tendencia a exagerar con algunas cualidades de los productos, pero de eso a decir verdaderos disparates hay un abismo. Los publicistas que son o trabajan para el gobierno deberían enterarse que la teoría atribuida a Joseph Goebbels, la de que repetir tanto una mentira se convierte en verdad, no sirve para el ¨entorno¨ dominicano, donde se conoce la cojo sentado y al tuerto durmiendo.
De tantas mentiras oficiales que recibimos a diario, nos han hecho más listos y despiertos que los propagandistas nazis.