Cuando el general del ejército José del Carmen Ramírez Guerrero le dio muerte al delincuente Jeison Luis Comas, quien junto a otro lo desarmó e intentó asesinarlo, simplemente representaba el papel natural del combatiente ofenso que le da de baja a uno de dos enemigos ofensivos en la prolongación del combate iniciado minutos antes en la galería de su casa.

Hay que haber estado en una guerra, trabar combate, ver caer heridos o muertos a compañeros, o haber estado a punto de perder la vida y posteriormente, bajo los efectos de las emociones que caracterizan al hombre como lobo del hombre, tener la oportunidad de darle de baja a algún atacante –herido o no, atrapado ono, inmovilizado o no-, para comprender que cuanto ocurra –luego de trabar combate defensivo con sus secuelas- es sencillamente una prolongación del combate que suele imponer darle de baja al contrario.

Bajo claros indicios de una atmósfera de guerra sui géneris, desatada por la delincuencia protegida por los poderes supranacionales y sus agentes internos que impusieron un Código Penal permisivo y protector del delincuente, como instrumento de disuasión y control social, el general retirado Ramírez Guerrero, de la reserva militar, estaba en la galería de su casa cuando sorpresivamente dos combatientes iniciaron una ofensiva brutal, lo encañonaron, neutralizaron su disposición defensiva, lo golpearon y arrojaron al suelo, lo desarmaron y le dispararon a la cabeza, rozándole el cuero cabelludo, y de inmediato iniciaron la retirada.

Desafortunadamente no pudo completar la faena militar porque el otro se le escapó. El combate iniciado por dos enemigos terminó con saldo desfavorable para ellos gracias a su prolongación por el ofenso

El general se incorporó, entró a la sala de su vivienda y tomó una ametralladora y salió ofenso en persecución del enemigo en retirada, acortó la distancia, se posicionó para disparar en repetición, disparó y falló, pero posteriormente le dio de baja a uno de dos combatientes enemigos. Desafortunadamente no pudo completar la faena militar porque el otro se le escapó. El combate iniciado por dos enemigos terminó con saldo desfavorable para ellos gracias a su prolongación por el ofenso.

Si el ofensivo combatiente enemigo, dado de baja en su retirada, estaba en situación de prisionero de dos dizque “oportunos” policías que lo habían desarmado e inmovilizado al acostarlo en el suelo boca abajo, carece de la más mínima importancia, por cuanto cayeron dentro del contexto de una prolongación del combate iniciado por la ofensiva brutal de ellos, dos combatientes de la guerra desatada por la delincuencia contra la ciudadanía.

Si acaso el general Ramírez Guerrero fuere a prisión sólo se justificaría si se alegara que incurrió en falta al dejar escapar ileso al otro combatiente ofensivo.

De todas maneras, pues, se impone que sea reconocido y condecorado por las Fuerzas Armadas con la imposición de una medalla al mérito militar. Y haréis justicia…

De mi parte, lo felicito por las siguientes razones: por haber sobrevivido al ataque brutal del combatiente enemigo, por ofenso valiente, decidido y exitoso, y porque “no hay de otra”… Lo demás es “buche y pluma”.