En el artículo anterior expresamos que la homosexualidad se define como una preferencia sexual de una persona de otra de su mismo sexo.  Participar en una práctica homosexual y obtener placer en ella no es asumido por la Psicología y la Psiquiatría como una evidencia de homosexualidad.

La homosexualidad y la práctica homosexual son fenómenos complejos, que no tienen una explicación científicamente aceptada.

No existe un consenso entre los profesionales y científicos que pueda dar una explicación única.

Y es que la homosexualidad es un fenómeno complejo en que existe una pluricausalidad. Los sociólogos, psicólogos, psiquiatras, antropólogos y neurocientistas han parcializado en la explicación de este fenómeno, la primacía y la sobredeterminación de sus especialidades en la búsqueda de la causalidad de la homosexualidad.

Pero hasta hoy lo que está claro es que no existe una causa única para explicar la preferencia sexual de los homosexuales o/y  lesbianas. Ni, incluso, el avance que hemos logrado en el estudio del genoma humano ha arrojado luz para atribuirle a una causa genética  la preferencia homosexual.

Existen teorías que le atribuye esa conducta sexual a traumas intrauterinos, a la educación familiar que recibieron, a factores sociales, a experiencia de traumas psicológicos en el ambiente familiar, a sus primeras experiencias sexuales en la adolescencia, a la cultura antropológica, a factores hormonales, genéticos, a la promiscuidad en que empezaron a desarrollar su vida, y otras. Pero en la actualidad no existen evidencias científicas para atribuirle a la homosexualidad una única causa.

La  minoría de los humanos  que tiene esa preferencia, hoy predomina la tendencia a que se le considere un fenómeno que tiene un origen pluricausal indeterminado.

En mi experiencia psiquiátrica iniciada desde el año 1975,  lo que voy a exponer a continuación es el fruto de mi experiencia clínica, durante la cual he escuchado cientos de homosexuales que me han confesado  acerca de su preferencia sexual y sus orígenes.  Han asistido a consulta  no sólo por sus preocupaciones por comprender una explicación a su conducta, sino sobre todo, por las consecuencias psicológicas, emocionales y psiquiátricas que les ha causado el   tener esa preferencia.

  1. He tenido pacientes homosexuales que me han confesado que ellos tenían la preferencia por su mismo sexo desde que asistían a una escuela de educación preescolar; y que les llevaban una ración adicional de la merienda para halagar a otro niño, les pasaban la mano por la cabeza y los besaban en la frente por la gran atracción que sentían ante ellos. Porque al momento de la consulta eran homosexuales no les podemos atribuir ese afecto a una admiración o amistad con su compañerito. En estos casos puede existir una causa genética, hereditaria o hormonal, hasta ahora desconocida.
  2. Otros, cuando les pregunto, al momento de llenar el protocolo de historia clínica, que incluye un apartado acerca de su sexualidad, cuál es su preferencia sexual, se han parado del asiento para enseñarme la distribución volumétrica de su estructura corporal. Me han dicho: “Doctor, ¿usted no aprecia que este cuerpo que yo tengo, —enfatizando en sus caderas y piernas— que hay pocas mujeres que lo tengan como yo?”. Y agrega: “Yo soy una mujer que nací con órganos de hombre”. Como psiquiatra, en ese caso, expreso mi duda de que él en realidad se haya realizado una reconstrucción plástica o estaba inyectándose hormona femenina. Lo que no dejé de indagar preguntándole si él había incurrido en esa práctica, lo cual él negó.
  3. Un paciente homosexual me dijo que él no sabía que era homosexual hasta llegar a la adolescencia y que se dio cuenta que le atraían más los hombres que las mujeres.
  4. Algunos me han dicho que ellos son homosexuales porque aprendieron a hacer el sexo siendo niños o adolescentes con otra persona de su mismo sexo, que le daba dinero, o le regalaron una bicicleta o encontraron el apoyo emocional de ese hombre del cual carecía en su casa. El hecho es que adoptaron esa conducta no sólo transitoriamente, sino que desde ese momento esa ha sido su preferencia sexual.
  5. En una ocasión en que asistió una pareja a consulta por problemas de celos que condujeron a la esposa a una depresión, le pregunté al paciente a qué se dedicaba, cuál era su trabajo, y él me respondió que era motoconchista; pero su esposa le pidió que me dijera la verdad; y agregó: “Doctor, él lo que más hace como trabajo es ejercer de saltimpanky con los turistas extranjeros que iban a los resorts de Puerto Plata; y lo más sorprendente para mí es que ella no lo celaba cuando estaba con hombres; sino, como ahora, en que él está sosteniendo una relación con una vecina”.
  6. He atendido a muchos pacientes que, debido a la represión social y/o por sus funciones públicas o privadas en condiciones de gerente o notabilidad, se han casado y tienen una familia, con hijos, aunque su preferencia es la homosexualidad, la cual practican con amigos que tienen como amantes, cuando tienen la oportunidad de salir a disfrutar esa experiencia; pero que les son fieles a sus esposas con el sexo femenino.
  7. También algunos hombres y mujeres de preferencia heterosexual, me confiesan que han tenido experiencia homosexual satisfactoria participando en relaciones heterosexuales, de doble pareja, de trío, de grupo, pero que su preferencia es heterosexual.
  8. He tenido que atender a homosexuales que no asumen su tendencia homosexual y que, incluso, se han mantenido con una negación a aceptar su preferencia; que han rehuido las posibilidades de tener la relación homosexual, porque no han asumido lo que en la ciencia psicológica y psiquiátrica se denomina identidad, y no sintónicos con su preferencia.  Es decir,  que son vírgenes en la relación homosexual, aunque su preferencia homosexual la realizan practicando el onanismo o masturbación. Muchos de estos casos mantienen a estos homosexuales sin relación homosexual, por principios religiosos o por su formación moral.
  9. Y, como expresé en el artículo anterior, actualmente las y los trabajadores sexuales sostienen relaciones con el mismo sexo por paga; y es parte de su oferta de servicio, aunque ellos y ellas tengan una preferencia heterosexual.

El hecho es que la multicausalidad de este fenómeno es para mí evidente, como tan evidente que mientras esta práctica se mantenga en la intimidad y entre adultos es una práctica que no debe ser sancionada ni social ni jurídicamente. Es más, soy partidario de que se apruebe en el país el matrimonio gay, y que ellos tengan los mismos derechos laborales, y religiosos como lo promueve el papa Francisco, y como también lo apoyan la mayoría de los países y lo tolera la religión anglicana, que tiene entre ellos obispos que se han declarado homosexuales públicamente.

La Psicología y la Psiquiatría actuales consideran que la homosexualidad es una identidad sexual, una preferencia, que el sujeto no escoge. Y, aunque son una minoría —que según las estadísticas que se promueven a nivel mundial, constituyen un diez por ciento de la población, que nadie tiene forma de avalar— tiene que ser respetada en el campo social, político y religioso.

En el artículo anterior demostré que la homosexualidad existía y era aceptada como un comportamiento sexual diferente en la sociedad taína y entre los cananeos y el pueblo hebreo. La homosexualidad fue asumida también en la antigüedad y sólo después que el cristianismo logró imponerse  como religión en el Imperio Romano y sus dominios.

Durante la Edad Media, a medida que se imponía el cristianismo, fueron los homosexuales, progresivamente, acosados y criminalizada su práctica, siendo víctimas de las diversas condenas inhumanas, incluida la pena de muerte durante la Inquisición.

Hitler aplicó la condena a los homosexuales, amparándose en una ley alemana de 1871. Y en casi todos los países, orientales y occidentales, hasta el período de la posguerra, donde floreció la lucha por la igualdad contra el dominio colonial y los derechos humanos de las minorías, en lo fundamental tenían una posición xenófoba. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX y durante la primera década del siglo XXI la mayoría de los países han avanzado no solamente en tolerarla sino a respetar los derechos humanos de los homosexuales.

Hoy es una demanda, no sólo de los partidarios de la izquierda, sino de otros grupos progresistas. Las instituciones internacionales, como la ONU, la Unión Europea, y diversas colectividades que hoy intervienen en la política pública.

Los grandes opositores siguen siendo las religiones, ya sean católica, protestante, islámica y otras sectas, mantienen un sesgo  a no  reconocerle sus derechos a esta minoría. Incluso, hay algunas de ellas y los países donde predominan, no sólo no la toleran y la rechazan, sino que tienen legislatura que los condenan a la pena de muerte, como lo es en Irán, Arabia Saudita y otros más, sobre todo en África y en Medio Oriente.

Este mapa que sigue, bajado de la Internet, lo reproduzco para que los lectores se percaten de la situación mundial de la legislatura con relación a la homosexualidad.

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Si nuestra nación quiere avanzar a construir un Estado social de derecho, el respeto a los derechos de los homosexuales y su opción  al matrimonio deberá estar incluido.

A las demandas de los homosexuales a adoptar niños y a promover su preferencia sexual, como ya lo he expresado antes, me opongo, porque eso podría tener una repercusión negativa en el desarrollo y la identidad de los niños, que podría conducirlos, además, a recibir bullingy un rechazo de sus compañeros en la escuela y en su comunidad.

En el próximo artículo me referiré al concepto de familia que tiene la sociología actual y al derecho humano al aborto