Por el hecho circunstancial y episódico de que el embajador de los Estados Unidos de América en el país sea gay o maricón, como lo quieran llamar, y además tenga una pareja de su mismo sexo, parece que es un acto antiimperialista rechazar al embajador por esa condición que en lo común se denomina preferencia sexual.

De tal modo se relaciona lo nacional con el rechazo a la homosexualidad que parece que tal condición es sólo propia de los que viven en el norte de América. Aquí sólo tenemos ilustres varones cuyas hombrías sólo se quiebran con gestos que únicamente se pueden percibir a través de la observación experta o en la extroversión gay que se manifiesta en lugares exclusivos, que la gente sabe dónde están y pasan por ellos en las mañanas cruzando a la otra acera haciendo la seña de la cruz como si vieran las viviendas del anticristo distribuidas en el espacio citadino.

En tales circunstancias la discusión de los temas relativos a la homosexualidad se hace difícil y tomar posición no se puede hacer sin ofender a alguien o sin ganarse un enemigo. Empezando resulta más fácil rebatir y hasta odiar a los que se oponen a la homosexualidad, pues ellos son en todo el sentido de la palabra malos o quizás peores. Son contrarios a la igualdad, a los derechos, a la aceptación de la identidad sexual, quieren imponer un mundo sexualmente binario, rechazan seres humanos sólo por sus preferencias sexuales, pretende negarle la libertad sexual a seres humanos diferentes y para colmo suelen ser nacionalistas.

En esto no son bienvenidas las posiciones intermedias, estás con los gay y sus derechos o no estás. Se rechazan las posiciones condescendientes de los que dicen no tener problemas con los maricones pues tienen un amigo que es tal, que hablan con él y socializan, pero no se lo presentan a sus familias porque no quieren que sus hijos lo asuman como un ser normal y repetible en ellos.

Por eso no los quieren ver en la televisión con sus gestos y maneras ni en las calles haciendo exhibicionismo y copiando conductas que públicas sólo son apropiadas para la heterosexualidad, como la de besarse en las plazas y calles de la ciudad y en los espacios cerrados concurridos, en las formas que se puede realizar impunemente en el momento de las despedidas o de las de llegadas en los aeropuertos.

No debe establecerse un orden social que tenga como eje la homosexualidad aunque nuestras creencias fastidien a gente de los medios cuyo fastidio le presume cierta superioridad sobre los que tienen ideas distintas sobre el tema y la actividad escolar del embajador

La homosexualidad es un tema sobresaliente porque es una cuestión de gente que juega un papel importante en los medios y de una parte relevante del poder político, nacional e internacional. Desde ahí aparece la homosexualidad como un tema preponderante en las discusiones. Los derechos se disponen y se quitan en los medios y en ellos se reiteran argumentos de creencias ciega sobre lo que es derecho o deja de serlo y a uno sólo le cuesta creerlo todo sin matices y sin considerar otros derechos y los derechos de otras personas.

Los argumentos son más complejos en las discusiones teóricas sobre la homosexualidad, en las que el consorte del embajador parece ser avisado. El arma más útil para silenciar cualquier opinión sobre los gay es el chantaje, defiende a los gay porque eres maricón o te opones a ellos porque tienes miedo de serlo o eres una persona que niega los derechos de los otros iguales a ti, asumiendo un sentido de superioridad que no se puede explicar en orden natural porque este no existe. Pero la peor de las posiciones es la duda sobre las verdades que se dicen en este tema, aunque la use en el modo metódico, si dudas en este tema eres maricón. Como la duda es una posición que no tiene una verdad, lo que eres lo determinan aquellos que sí la tienen, que son los que están a favor, los que están en contra y los que dicen todo lo contrario.

Si alguien quiere hablar de los derechos que dice no tener por el hecho de ser homosexual debe empezar explicándoselos a los adultos que lo niegan y no a los niños y adolescentes. Nadie debe escudarse detrás de la noción de tolerancia para inducir desde la escuela a un mundo de relaciones que no son las prevalentes de acuerdo con la noción natural de la vida. Los adultos tienen derecho a ser lo que quieran, pero los niños tienen sus derechos tutelados por los padres o tutores. Para que una escuela se convierta en madrasa de las relaciones homosexuales, para así proyectar y ordenar la vida futura en torno a este tipo de relaciones, previamente se debe contar con la opinión de los padres de los niños que intentan educar en la doctrina de Dad and Dad.   Yo no dudo cuando creo en la libertad del hombre adulto, y cada quien puede relacionarse con un segundo como le dé su gana, siempre y cuando no afecte a un tercero, y más cuando ese tercero es un niño o un adolescente. Ahí empiezan mis contradicciones con el activismo gay.

Mis ideas sobre el tema gay comienzan por considerar que el gay no nace, se hace, y que si la heterosexualidad es sólo una construcción social, como se argumenta, del mismo modo lo es la homosexualidad, pero que ésta, contrario a la primera, nunca ha partido de una construcción natural, porque la existencia del ser humano es previa a toda construcción social. La humanidad y después todos sus vínculos sociales han estado supeditado a la condición necesaria de su existencia, que está determinada por los vínculos heterosexuales.

El hedonismo parece ser el germen natural de la homosexualidad, siendo así únicamente por una noción social se puede pensar que las parejas homosexuales adopten niños, que son terceros, con necesidades de afectos diferentes de los que están determinados en el marco del placer sexual. Uno no puede pretender lo que no da ni puede tener hijos porque considere que tiene dotes maternales socialmente construidas. Si bien puedo aceptar el matrimonio de gente del mismo sexo porque para mí no es un sacramento, sino un contrato, que otorga derechos y deberes entre dos personas físicas o naturales, en ningún modo me parece aceptable la adopción y la disposición de algunos gay de influir en los hijos que no tienen.

No es rara la conducta regida por el hedonismo, esta corriente filosófica de la Grecia antigua se basaba en la consecución del placer que Epicuro fijaba se podía conseguir con el conocimiento, la vida moderada carente de dolor y miedo y la amistad. En la obtención del placer los cirenaicos, otra corriente del hedonismo, insistieron en el placer de los sentidos y en este orden son válidas la homosexualidad, la práctica de la pederastia, amar una chiva, auto complacerse sexualmente con las manos y cualquier modo hedonista de vivir la vida. Pero los habitantes de un país no tienen que asumir que sus normas de vida sean moldeadas únicamente por el sentido del placer, independientemente que sean estas la de grupos poderosos en los medios o las de un imperio.

No veo virtud en la idealización de las relaciones homosexuales, en las que se pueden crear relaciones afectivas, como se pueden crear entre amigos, pero el punto fundamental es la obtención de placer por vías erógenas con las que Freud definió una fase de la evolución libidinal en la infancia. Así se puede crear una intimidad y complicidad para defender sus formas de yuxtaponerse sexualmente que es lo que determina la existencia de la homosexualidad y que se puede volver una forma de vida, como se vuelve la vida de los adictos a las drogas que se quieren legalizar como una forma normal de obtención del placer, pero no es la vida que queremos necesariamente para nuestros hijos. No debe establecerse un orden social que tenga como eje la homosexualidad aunque nuestras creencias fastidien a gente de los medios cuyo fastidio le presume cierta superioridad sobre los que tienen ideas distintas sobre el tema y la actividad escolar del embajador.

Las relaciones homosexuales idealizadas tienen otra realidad, que pueden ser tan violentas como las de los heterosexuales, quizás más, sólo hay que ver con la saña que fueron asesinados homosexuales que pagaban por placer y como atrofiaban las conductas de jóvenes a los cuales pervertían con dinero. Las muertes eran regularmente con tal violencia que en los medios se llegó atribuirla a la pasión, cuando más bien eran el producto de la negación. El crimen de alguien que se negaba a ser lo que era por dinero. Los medios dominados por gentes favorables a las virtudes gay hablaron de la víctima gay, de sus bondades y de lo bueno que era mientras satanizaban a los muchachos que fueron buscados en los barrios para obtener placer a cambio de dinero y que terminaron matando con una saña inefable.

La vida gay aparte de tener ahora toda una realidad construida en torno al matrimonio de este tipo, y de su idealización, tiene también un lado oscuro de terribles aberraciones, como asimismo las tienen prácticas infelices de la heterosexualidad. Por eso, cuando alguien les explique o quiera explicarles a mis hijos en la escuela las virtudes del matrimonio gay o de cualquier práctica sexual explicada en los derechos y no en la existencia de hombres y mujeres que copulan del modo falo vaginal, que yo entiendo es lo normal, sin negar otras formas de obtención de placer entre hombre y mujer, yo quiero estar ahí. Y como los derechos de mis hijos están bajo mi tutela hasta que sean adultos, yo quisiera que antes de que se lo expliquen a ellos me lo expliquen a mí.