El concepto de posverdad aparece como resultado de los señalamientos críticos o cuestionamientos, hechos por algunos filósofos a la postmodernidad, como realidad que traspasa el mundo actual y sus correlatos políticos-tecnológicos o propios de las redes, la nanotecnología, el cibermundo y los cambios en el universo de la economía y los enfrentamientos entre los imperios.
Recordemos que es una distorsión deliberada de la realidad , donde la objetividad de los hechos y la realidad, son menos influyentes que los sentimientos y que las creencias y el imaginario de los sujetos, al momento de querer fijar una opinión, respecto a determinada realudad, en la construcción del poder, en un contexto social determinado.
Ese término (verdad)antecedido por el prefijo pos (más allá…), se asume en diferentes acepciones semánticas. Más allá de la verdad, no como oposición a la mentir a o a algo falso, sino planteado por encima de la posible verdad, pero apuntando más a los sentimientos o afectividades propias del ente, del Ser, para inducirlo a creer en determinados hechos, no por lo que en realidad acontece, sino por los matices, adornos y alteraciones que se le han agregado a la "realidad" o esa "verdad".
Esto es muy común en la publicidad actual y la búsqueda de querer despertar gustos o preferencias por un producto, no por lo que el producto es, sino por lo que falsamente se le agrega desde el discurso, para aparentar y hacerlo ver o percibir como lo que se pretende proyectar que sea y que no es. No podemos confundir ese acto con la falsa publicidad.
Somos parte de esa guerra, aunque no querramos estar en ella. Es suficiente con abrir los ojos, ver y escuchar, para entrar al cotidiano campo de batalla en el imaginario del sujeto, donde la posverdad procura ocupar su espacio, junto a las fake news
Ese concepto está compuesto por el prefijo "pos" y la palabra "verdad". Aquí entra en juego la psico-publicidad y su objetivo de condicionar la mentalidad de un público meta, donde lo que importa es lo emocional, lo emotivo y no la realidad de los hechos.
Dicho de otra manera, la posverdad es una distorsión de la realidad que se hace de manera deliberada. Se emplea para señalar aquellos hechos en los que son más influyentes los sentimientos o creencias personales que los hechos en sí mismos.
Ese neologismo aparece por el año 1992 y se asume con mayor proporción con la campaña del Brexit, (Brexit es una abreviatura de las palabras inglesas Britain (Gran Bretaña) y exit (salida), y es el término acuñado para referirse a la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) en Inglatera, en el 2016. Pero es con la más reciente campaña electoral presidencial de los Estados Unidos de Norteamérica (2017) que asume un inucitado uso o auge, desde las plataformas de las redes sociales. Recordemos las controversias públicas entre el entonces candidato a la presidencia, el magnate empresarial Donald Trump, hoy presidente de los Estados Unidos y la entonces candidata Hillary Diane Rodham Clinton (Chicago, 26 de octubre de 1947). Esa situación todavía está pendiente en los tribunales de los Estados Unidos.
No podemos confundir la posverdad con las fake news, aunque tengan sus similitudes conceptuales. En ambas hay una alteración del relato planteado, lo que pasa es que en la posverdad ese relato, al ser alterado, se procura imprimirlo una carga emotiva que contribuya a que el lector o que el receptor que visualice o escuche se sienta conmovido por lo alli situado o planteado, mientras que en las fake news, se falsea el hecho, lo acontecido, sin que, necesariamente, se pretenda querer influir en lo emotivo o en los sentimientos del interlocutor, sino en su razonamiento; pero en ambas hay una mentira o una manipulación de los hechos reales, creando otro relato distinto al real.
Como se puede notar, la diferencia es realmente una fina brecha entre ambos conceptos. Lo importante es saber cuándo estamos ante una posverdad o cuándo estamos ante las fakes news. No todos los.lectores podemos llegar a diferenciar estos dos hechos que hoy en día median en la comunicación y se entremezclan en la intención del manipulador de la información.
De ahí que en nuestras escuelas de comunicación social, esos fenomenos comunicacionales deben ser debatidos a profundidad, bajo el entendido que dejaron de.ser.temas exclusivos de investigadores lingüistas, sino que que se han convertido en temas de Estado, en realidades sociales tangibles e imperceptibles, lo cual aumenta su peligrosidad ante la sociedad.
Hoy en día estamos viviendo entre la posverdad y las gajes news. Convivimos con la falsa imagen de las cosas y con las falsas noticias. Estos fenómenos entran a formar parte del entramado de la guerra de las potencias y de los poderes económicos financieros y empresariales. Estamos, como receptores, en medio de una guerra de mentiras. Ya no es suficiente ver la imagen y escuchar sonidos y relatos, sino que estamos compelidos a razonar esos hechos y a asumir posiciones.
Ayer, nosotros buscábamos la información, hoy, la información nos busca a nosotros. El auge de las redes sociales a contribuido a que esa búsqueda de la información hacia nosotros, venga revestida de diferentes matices, olores y colores, depende del qué se quiere de nosotros, como público. La guerra hoy no es tan solo tirar misiles…sino tirar palabras, sonidos e imágenes. Vivimos ante el homos-viden.
Somos parte de esa guerra, aunque no querramos estar en ella. Es suficiente con abrir los ojos, ver y escuchar, para entrar al cotidiano campo de batalla en el imaginario del sujeto, donde la posverdad procura ocupar su espacio, junto a las fake news. Como sujetos, estamos en medio de ese indetenible fuego cruzado, abramos la conciencia, el razonamiento, para no caer vencidos o muertos antes de tiempo, sobre el angosto terreno de estas tensiones ideológicas y pragmáticas del discurso.