El reputado columnista del Listín Diario responsable de la columna “El Bulevar de la Vida,”escribió recientemente, posterior al  discurso de rendición de cuentas del presidente: “Lo de la señora (posverdad)  son las apariencias. Ella basa sus argumentos en afirmaciones que parecen ciertas, y que un segmento de la población está dispuesto a creerlas, aunque no tengan base en la realidad; si tu mentira se hace viral has triunfado, la verdad puede esperar… Sin embargo, no  está muy claro que a largo plazo esto de la señora (pos verdad) pueda dar los resultados esperados. El problema de mentir es que despoja al mentiroso del arma de reglamento de todo buen ciudadano: la credibilidad. Un político sin credibilidad es poco menos, casi nada, como un viajero que ha perdido su tren, como un guía que extraviara su brújula…”

Pero cuando el columnista escribió este texto, no se refería, extrañamente, al discurso del presidente, sino al discurso de Luis Abinader,  aspirante a la candidatura presidencial del PRM a quien le atribuye haber dicho “que los peledeistas son casi todos funcionarios públicos con buenos salarios y que viven muy bien”. De inmediato el columnista procede a desmentir esta supuesta afirmación del político perremeista y a calificarla como posverdad que es un término de moda  que la Fundeu-Guzman Ariza califica de neologismo. Pero resulta que Luis Abinader, en su alocución, se refirió claramente a “la cúpula peledeista” y no a los peledeistas como afirma el culto y afable columnista razón por la cual hemos llegado a la conclusión de que de la posverdad a la posmentira hay solo un paso.

Alguien preguntaba la razón de la crítica dirigida a expresiones desvirtuadas del aspirante Abinader y la absoluta tolerancia con lo dicho por el señor presidente. Esa misma persona se respondió  citando al poeta andaluz Joaquín Sabina, precisamente en su canción “Por el bulevar de los sueños rotos”, la cual dice: “Las amarguras no son amargas cuando las canta Chavela Vargas y las escribe un tal José Alfredo”. Entonces entendimos todo.