En 1993 Robert A. Dalh (1915-2014), público un interesante libro titulado: "Los Críticos de la Democracia" editado por Paidos. En dicho libro plantea la utopía de la Poliarquía, en sus páginas 264 y 267, lo expresa de este modo:

"Puede concebirse la poliarquía de diversas maneras: como resultado histórico de los empeños por democratizar y liberalizar las instituciones políticas de los Estados nacionales; como un tipo peculiar de orden o régimen político, diferente en aspectos significativos no sólo de los sistemas no democráticos de toda laya, sino también de las anteriores democracias en pequeña escala; como un sistema de control político (a lo Schumpeter), en que los principales funcionarios del gobierno son inducidos a modificar su proceder para ganar las elecciones en competencia política con otros candidatos, partidos y grupos; como un sistema de derechos políticos (que ya hemos examinado en el capítulo 11); o como un conjunto de instituciones necesarias para el funcionamiento del proceso democrático en gran escala, necesarias para el funcionamiento del proceso democrático en gran escala."

Esta cita me parece esencial para hablar de transición, según lo analiza Daniel Molina Jiménez de la Universidad de Salamanca, en su excelente texto: “Teorías Sobre las Transiciones a la Democracia. Estado de la Cuestión”.

1.- Caso Dominicano 1961-2015

Sí los criterios consensuales existen en torno a las transiciones políticas se podría decir que según las etapas que definen una transición política (salida de un régimen autoritario, construcción de la democracia, consolidación del proyecto democrático etc…)

En el camino la República Dominicana se quedó coja, viviendo a las peripecias políticas a lo largo de los últimos 54 años.

2.- El apuro de las soluciones sociales cacareadas por la clase política

Es como un Vértigo, sin Alfred. H., todos como papagayos coloreados hablan de conquistas sociales y avances, pero el barco se hunde detrás del oropel y las grandes mentiras envueltas en promesas malditas que nunca se han cumplido. Pero lo social es un gran espejo, como pantalla miserable que hace la propaganda debida. Lo social es el gran escudo de la demagogia y el escarnio a los más.

Mientras tanto, el retrato de la miseria nacional no habría que ir muy lejos para detectarla.

Homologados en el robo y en la burrocracia, en el abuso social de vista gorda, colores y proyectos se amalgaman y los pecados de esa clase política comienzan a ser los mismos: ya las bajas coincidencias morales no se pueden esgrimir haciendo diferencias. Sólo les remito a los expedientes de la Cámara de Cuentas.

A la izquierda, parcialmente visible, Joaquín Balaguer, en el centro el dictador Rafael Trujillo.
A la izquierda, parcialmente visible, Joaquín Balaguer, en el centro el dictador Rafael Trujillo.

Cuando el imaginario popular desesperado se dedica a la nostalgia trujillista, habrá que perdonarlo, porque quienes son responsables de ese imaginario pírrico y popular son los políticos dominicanos como grupo, como clase que ha legislado en su favor sirviéndose del poder contra las grandes masas, que le han votado, creyendo en vacuas promesas que nunca han llegado.

Cuando los días y las noches se ponen duros, cuando la gente suma el tiempo de avatares y espera para las conquistas sociales otrora prometidas, la gente se vara en su impotencia, sin más remedio que sumar y sumar: 54 años y casi ni se avanza.

Vayamos a las cosas fundamentales:

  1. A) ¿Existe algún plan de vivienda sin tufo de propaganda política que haga posible un techo digno a los dominicanos y dominicanas que suspiran con un hogar propio?
  2. B) Sin las ofertas clientelares, ¿existe algún espacio serio que funcione para el abaratamiento de la canasta familiar, sin cupón ni control con fines electorales?…
  3. C) ¿En la educación pública se ha superado en lo bueno o peor es ahora con las nuevas generaciones?…
  4. D) Como soy de los que piensan que la cultura está al mismo nivel que la salud   y la alimentación, pregunto: ¿Hemos logrado el grado supremo de la ciudadanía cultural homologada para pueblos y regiones lejos de las aéreas urbanas? ¿Cuántos han visto cine por primera vez en sus vidas, por ejemplo?…

54 años de pasitos para atrás y para delante, más lo último que lo primero, nos han llevado donde ahora estamos, todo lo otro es propaganda sofisticada para el andamio de la apariencia.

3.- La Poliarquía de Robert Dalh: ¿La hemos vivido alguna vez en 54 años de intentos de democracia?…

La reflexión se impone

La post dictadura de Balaguer nos dejó muchos caminos a otros modelos, especialmente con una clase política que sólo ha sabido a, lo largo de este tiempo, mirarse el ombligo y los bolsillos, la primera cosa hecha con tiempo justo para mirar el bolsillo.

Instrumentado de paso para el poder, los ancianos trucos del pasado.

Hemos llegado luego de estos 54 año, a un estadio de desborde donde se confunde democracia con esquemas de control del Estado, refundando del autoritarismo de Trujillo, pasado por el agua sucia del Balaguerato infame.

El Frente Patriotico de 1996, que llevó a Leonel Fernández al poder por primera ocasión de la mano de Joaquín Balaguer
El Frente Patriotico de 1996, que llevó a Leonel Fernández al poder por primera ocasión de la mano de Joaquín Balaguer

Esa aleación, el resurgimiento callado de esas formas de gobernar, se vive en el manejo exterior de las instituciones y las formas lingüísticas que para políticos iletrados son una trampa, porque por medio de sus palabras vemos el peor retrato y confirmamos que la lengua transmite la práctica autoritaria…

¿Tuvimos tiempo suficiente en 54 años para aspirar a la Poliarquía?…

Depende, eso depende dice la canción.

No era posible aspirar a nada con una clase política narcisista y negadora de sí misma en su rol de debida competencia: resolver socialmente los marasmos de décadas.

4.- ¿Qué queda de nuestro intento de transición política?

Queda la herrumbre, el óxido como manchas en las gruesas sogas de las yolas viejas y cansadas. Eso queda.

Queda también el espanto de las edades avanzadas, los rostros ancianos que se pasean por las calles sin esperanza alguna o pan, vitrina humana de todos días en esta "democracia".

En el presente, un juego de oposición con muletas fracturada a papeletazos puros y olorosos, sin capacidad real de articulación, ahora que respira del medio caudillo, rendido a altas horas de una madrugada histórica.

Por otro lado, un partido nuevo, que hace una buena convención, y sus dirigentes ya piensan -con el desenfreno típico del viejo partido de donde vienen- que están en el poder, porque tienen un candidato definido.

Vuelven a lo mismo, olvidando que la búsqueda del poder se construye con estrategias objetivas que trasciendan lo común, solo así se obtienen éxitos.

Corresponde a un verdadero líder de oposición tronar, sacudir el gobierno de turno, hacer estrategias, porque en el caso especial de la repostulación del actual presidente, no advertir el fenómeno de gente que no es del PLD que lo acepta, será un error garrafal.

Esa es una realidad y un buen estratega, no la ignora, trabaja con ella sin triunfalismos banales.

¿Vive el pueblo Dominicano una transición sin rumbo sin saberlo?

Creo que sí, esa transición comenzó con un hecho de la naturaleza en el 2010, que otros atribuyen a un experimento de minas en Haití: el famoso terremoto que luego dejó ver el refajo de algunos estadistas y sus negocios binacionales, con testaferros que hasta el momento han torcido el pulso a una Justicia de bazar árabe en el desierto: mucha bulla, polvareda de arena y en la efigie del polvo: la impunidad pura y dura.

Leonel Fernández y Danilo Medina, en un fotomontaje de Orlando Ramos.
Leonel Fernández y Danilo Medina, en un fotomontaje de Orlando Ramos.

Desde entonces, 2010, hay un vector internacional que como espada de Damocles monitorea al país con severidad hartamente colonialista.

Finalmente, el enfrentamiento de dos líderes de un mismo partido en el poder.

Un país de frágil economía, no aguanta esa situación y mantener el país en vilo por una querella interna de partido. Se desdibuja el PLD, esa es la realidad.

La situación es extrema, nadie cede, porque las ambiciones rompen el saco.

Por un lado un autodenominado estadista, del otro un Presidente que ha logrado romperle esquemas de manejos públicos a su antecesor, logrando en la simplicidad conseguir simpatías de peso extra partido, negarlo sería ser miope.

¿Qué se puede negociar? ¿Qué negociarán?…

Ni tan morado es el pleito, influye en el país en la medida en que no es una querella fuera del poder que administra a la nación.

Hacia el futuro, como en las ferias de magos y saltimbanquis, grandes sorpresas están por venir.

Sin embargo, hago constar que seguimos sin oposición, y mientras más persista esa percepción, el espacio Danilo-Reelección gana centímetros y pulgadas fuera del propio PLD. El día que eso cambie, aquí lo analizaré. (CFE)