La singularidad del Estado Dominicano puede definirse por su capacidad para sorprendernos por lo absurdo. En vez de marchar hacia adelante, el país parece condenado a caminar en línea circular. Mientras más se aleja de su punto de partida, regresa con mayor intensidad a repetir su principio, anunciar revoluciones y cambios mientras camina el mismo sendero trillado y desgastado. Lo que se dice en pomposos discursos o se escribe en nuevas constituciones, crea una brecha inconmensurable con lo que se hace.
El Diccionario de la Lengua Española define el sustantivo masculino absurdo, como un "dicho o hecho irracional, arbitrario, o disparatado". Como adjetivo, describe tres usos: contrario y opuesto a la razón; que no tiene sentido; extravagante o irregular; y chocante o contradictorio.
¿Qué puede ser más chocante y contradictorio, más irracional y arbitrario, más sin sentido y disparatado, que declarar constitucional el Concordato entre el Vaticano y la RD? Este contracto de facto le otorga a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana toda suerte de privilegios económicos, jurídicos y políticos que la han convertirlo en la institución más poderosa e influyente en el territorio nacional. Forjado en el vientre del fascismo religioso de mediados del siglo XX, permanece intacto desde 1954.
El poder de la Iglesia se manifiesta en el absurdo de retroceder el código penal al siglo XIX y en el secuestro de la educación cívica, moral y científica en las escuelas del Estado. Imponen el adoctrinamiento religioso contrario a la formación de la conciencia crítica para promover su moral homofóbica, misógina y anti-científica. No solo se han apoderado de la moral en las escuelas públicas sino que han desviado a la vez el dinero del 4% para Educación para financiar el estudiantado de clase media en colegios católicos privados.
El crecimiento acelerado de la Iglesia no ha surgido de la nada ni de fuerzas de otro mundo. Surgió de la política del Vaticano bajo el papa Pio XII y de la mente del Dictador Rafael Leónidas Trujillo, Molina para lograr la sumisión de la población en una alianza estratégica, entre “Dios y Trujillo”. (Ver mi artículo, Con Dios y Trujillo: Cuestión de blasfemia. https://argeliatejada.blogspot.com/2012/09/con-dios-y-trujillo-cuestion-de.html
El poder de la Iglesia actual y su injerencia política en todos los ámbitos de la sociedad dominicana es fruto del Concordato entre Rafael Trujillo Molina y la Santa Sede bajo el mandato de papa Pio XII, firmado en la Ciudad del Vaticano el 16 de junio de 1954.
El Cuadro I presenta cuatro artículos del Concordato responsables en mayor medida del poder de la Iglesia Católica en el presente; poder que le permite instrumentalizar todos los poderes del Estado y sus diferentes ministerios. En buen dominicano, hacer básicamente todo lo que le dé la gana sin ningún tipo de rendición de cuentas, ni al Estado, ni al pueblo dominicano.
Los artículos I y IV definen a la Religión Católica Apostólica y Romana como religión de Estado bajo el falso supuesto de la profesión católica de toda la población y por otra parte, de la inexistencia de las constituciones que a partir de 1924 dejaron de afirmar el catolicismo como la religión del pueblo dominicano.
El artículo VII del Concordato, ordena el financiamiento de la Iglesia y el X el derecho de la Iglesia de importar personal extranjero exonerado de impuestos y con los mismos privilegios que el clero local. Este artículo es de suma importancia debido a que el pueblo dominicano no ha sido tan religioso como nos quieren hacer creer. La gran debilidad de la Iglesia Católica ha sido precisamente la de carecer de un personal propio. Por eso, cuando el Concordato fue firmado, de cinco diócesis, los obispos de La Vega y de San Juan de la Maguana eran extranjeros.
Para medir el crecimiento de la Iglesia, tomamos como línea de base su situación antes de Trujillo ascender al poder en el año 1930. La Iglesia había perdido su personalidad jurídica y las cámaras del congreso discutían una ley para despojarla de sus bienes. Es decir, reducirla a la inexistencia. Para no repetirme ni alargarme por favor lea la evidencia de esta afirmación en un artículo que publiqué en mi blog titulado Iglesia antes y después de Trujillo.[1] El mismo es un extracto de una publicación más extensa publicada originalmente en el Boletín del Archivo General de la Nación, mayo-agosto 2010.
Cuando el Concordato fue firmado solamente existían la Arquidiócesis Metropolitana de Santo Domingo, la Diócesis de Santiago de los Caballeros; la Diócesis de La Vega; y la Prelatura nullius de San Juan de la Maguana. En el presente, gracias al Concordato, los impuestos de los contribuyentes son utilizados para mantener las costosas burocracias de la Jerarquía Católica y las “Iglesias Pobres”. Esto ha hecho que la Iglesia crezca de forma exponencial. En el presente cuenta con dos Provincias eclesiásticas, la de Santo Domingo y la de Santiago. La Provincia de Santo Domingo está formada por la archidiócesis de Santo Domingo y cinco diócesis: Baní, Barahona, Nuestra Señora de la Altagracia en Higüey, San Juan de la Maguana y San Pedro de Macorís. La Provincia eclesiástica de Santiago de los Caballeros está formada por la archidiócesis de Santiago de los Caballeros y cuatro diócesis: La Vega, Mao-Monte Cristi, Puerto Plata, y San Francisco de Macorís; además del Obispado Militar de la Republica Dominicana. Este último funciona en todo el territorio nacional.
Según el artículo 59 de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, habrá un cuerpo de capellanes católicos en virtud del Concordato firmado entre el Estado Dominicano y el Estado Vaticano. El Concordato por su parte detalla que los militares capellanes tendrán la clasificación de militares de servicios auxiliares, bajo la supervisión de la Santa Sede y del Arzobispado Metropolitano de Santo Domingo. Pero este pacto no indica, que el arzobispo u otro obispo deban ostentar el rango de mayor general. De los tres arzobispos de Santo Domingo que anteceden a monseñor Francisco Ozoria Acosta, sólo el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez fue designado capellán castrense con rango de mayor general por decreto del ahora expresidente Hipólito Mejía.
Según Wikepedia.org el “Ordinariato Militar de la República Dominicana se estableció como Vicariato Castrense el 23 de enero de 1958 mediante el decreto “E Suprema Militantis Ecclesiae”. Posteriormente, el Papa Juan Pablo II elabora en el año 1986 la Constitución Apostólica “Spirituali Militum Curae” que reglamenta los ordinariatos militares de la Iglesia Católica. Como consecuencia, mediante acuerdo firmado en 1990 entre la Santa Sede y el gobierno dominicano, el Vicariato Castrense asume la figura de Ordinariato Militar”.
Los capellanes y el Arzobispo de Santo Domingo, están presentes para escuchar las confesiones secretas de los hombres Armados y aconsejarles lo que deben hacer. El apoyo de los militares al golpe de Estado de 1963, que derrocó el primer gobierno democrático desde que Rafael Trujillo Molina ilegalmente tomara el poder, es una historia que la Iglesia Católica no quiere que se enseñe en las escuelas.
Esto significa honorables señores de las Altas Cortes, de las Cámaras del Senado y Diputados, y funcionarios todos del Poder Ejecutivo, que ustedes tienen dos mandatos evidentemente contrarios y antagónicos. El que dicta Roma, que viola nuestra soberanía nacional al imponer el Derecho Canónico en nuestro territorio, y el que dicta la Constitución Dominicana.
¿Es que acaso no han leído que el pueblo dominicano constituye una Nación organizada en Estado libre e independiente? Así es, no somos territorio del Vaticano, según el primer artículo de la Constitución. ¿Es que no saben que deben representar al pueblo de acuerdo a la Constitución y sus leyes y no de acuerdo al Concordato? Piensen en el pueblo y no en sus bolsillos y mantenerse en el poder. El pueblo hoy está en las calles en la Marcha Verde contra la corrupción. ¿Acaso no es mayor corrupción que la de Odebrecht sustituir la Constitución con un Concordato que no puede sostenerse sin violar el Estado social y democrático de derecho definido en la Constitución?
[1] Ver articulo en mi blog, https://argeliatejada.blogspot.com/2011/06/trujillo-iglesia-y-campesinado-por.html
Con excepción de la conclusión este artículo es un extracto de mi artículo titulado Destrujillización Inconclusa: El Estado Confesional. Publicado en el Boletín del Archivo General de la Nación (BAGN) Año LXXII, Vol. XXXV, N o. 127. Santo Domingo, mayo-agosto 2010.