Fue en la Roma Imperial donde oficialmente se reconoció la necesidad de establecer la política de pan y circo como mecanismo de control social efectivo para lograr que la gente se mantuviera entretenida, lejos de los cuestionamientos a la autoridad del Emperador.

De laRoma Republicana nos viene la conocida frase latina“Panem et circenses” (Pan y circo), como sinónimo de que para ganarse a la plebe hay que brindarle comida y espectáculo. Pero en los contextos sociales donde la injusta distribución de la riqueza no garantiza el pan a nadie solo queda dar al pueblo espectáculos que eviten que las silenciosas protestas intestinales se conviertan en ruidosas protestas en las calles.

Pero si bien la aplicación de la política de “circo” se les atribuye a los gobiernos de turno, no deja de ser cierto que también la implementan carteras,  direcciones o dependencias gubernamentales para cubrir su inoperancia, su inacción o ineficacia en el ejercicio de sus funciones. La orden de brindar “circo” público también puede partir de los jefes políticos a los que esos funcionarios les deben obediencia porque les deben su cargo. Sobre todo si esos jefes políticos están siendo atenazados por la opinión pública por su ligazón con la corrupción.

De modo que como retaliación contra quienes los combaten fabrican expedientes, manipulan o tuercen informes donde todo el mundo salga ensuciado. Así se deja la impresión de que están tiznados tanto quienes la combaten como quienes practican la podredumbre. Y por vía de consecuencia, vender la idea de que no quedan ángeles sino demonios, de modo que resulte fácil descartar moralmente a quienes han hecho del adecentamiento de la vida pública su estandarte político y moral.

Pero la verdad nada sobre la mentira como el aceite sobre el agua, por lo cual la farandulización de la política  para brindar espectáculo que hagan olvidar otras prioridades, tarde o temprano queda desenmascarada como tal. Y cuando eso sucede, la práctica de mantener tranquila y sumisa a la población fomentando shows mediáticos para ocultar hechos escandalosos o controvertidos, queda desvelada como táctica de distracción masiva.

Se desinforma, aparentemente informando,cuando se  manipula la verdad, para reemplazarla por otra verdad construida a conveniencia sobre la base de un informe que beneficie al mandatorio del mismo. De esta manera, estadísticas, estudios, auditorias, inspecciones, supuestamente profesionales e imparciales, pierden su objetividad  porque obedecen a intereses extraños a los institucionales.

Los ejecutores del maquiavelismo de la frase “calumnia que algo queda”, ya tienen ganancia de causa si efectivamente dejan flotando en el ambiente la idea de que todos somos corruptos reales o en potencia.

La desinformación se vale del uso de la distracción, de las falacias, de lascalumnias, delas mentiras, de las verdades a media,para desvirtuar los verdaderos hechos. Por eso, las palabras de muchos funcionarios que no son técnicos sino políticos, y como tales hay que tratarlos, hay que tomarlas con pinzas, tratando de diferenciar cuánto hay en ellas de táctica de distraccióndesinformativa y cuánto de verdad objetiva.

Una cosa es cierta: la búsqueda de chivos expiatorios no nos impedirá el seguir exigiendo que los verdaderos culpables de la expoliación de este pueblo salgan exonerados de culpa por sus crímenes de lesa patria.