“Preferiría la paz más injusta a la más justa de las guerras” (Marco Tulio Cicerón).
¿Puede proteger vida, cuidar vida, defender vida, respetar vida; quién no la aprecia y cree en ella?La forma de usted relacionarse con las personas, las situaciones y circunstancias, con sus valores, con sus sentimientos y la cosa misma, determinan su pensamiento y actitud frente al otro.
Hemos insistido en trabajos anteriores en que la doctrina, las razones para justificar la existencia de una institución de esta naturaleza y los motivos para que sus miembros se preserven en sus filas, son filosóficamente de sentido contrario a lo que debe ser.La policía, en vez de imprimir en su accionar confianza, seguridad, respeto, garantías de derechos y vida; genera todo lo contrario: miedo, inseguridad, vejaciones ciudadanas, maltratos, desconocimientos de derechos y amenazas certeras de muerte y dolor. Los orígenes de la institución policial marcan su misión y visión comprometida con la ley, orden y protección a la vida. Pues, la policía dominicana en su evolución histórica ha devenido socialmente en todo lo contrario y ha transitado hacia la construcción de una cultura de muerte.
Nada de lo llamado a cambiar su conducta ha abordado sobre un pertinente cambio de cultura.
Antes de proseguir con mis reflexiones de hoy, quiero auto citarme en un trabajo publicado el 30/08/2015 bajo el título < “La Policía: matar no cura, hace más grave la enfermedad”>publicado en esta misma Columna, en el que hacíamos referencia a otro publicado en el periódico Hoy el 26/06/2006. Planteábamos entonces, de lo que voy a retomar tres párrafos del mismo, cito:
“…Se ha hecho cultura y formación lamentable de una mentalidad policial perniciosa, la creencia de que la vida o la muerte, es una decisión que el agente policial en situación de riesgo y enfrentamiento puede libérrimamente determinar…
…En una de nuestras publicaciones, entre la que se cuentan más de 50, sobre el tema de la policía, de manera particular, retomo planteamientos de la realizada en el periódico Hoy en fecha 21/06/2006. Cuestionábamos entonces, que la reforma policial de aquella época, se centrara en dotar de tecnologías, armas y movilidad motorizada a la policía dominicana. Calificábamos con preocupación, que esto, en vez de mejorar la calidad y pertinencia de su despeño, les haría más daños. Continúa la cita.
…Esta concepción de reforma simplona y equivocada, alrededor de la cual hemos estado girando por décadas, razonábamos en el citado artículo; haría más eficiente la policía en una conducta aprendida y anidada por más de medio siglo en su seno, motorizada la misma por: grupos, bandas y estructuras criminales al servicio de las peores causas y de todo tipo de delitos. Continúa la cita.
…Para reformar la policía hay que forjar la construcción de una nueva actitud, en un nuevo ente policial, en la que prime una visión filosófica de servicio y confianza, una nueva doctrina ético-moral de ingreso y permanencia, nuevos criterios pedagógicos y metodológicos en las Academias, institutos y escuelas policiales en la formación y entrenamientos. Que garantice un cambio de mentalidad generativo en la forma de ver la vida, la comunidad, el ciudadano y la ley. Este y no otro, debe ser el objetivo supremo y esencial de una verdadera reforma policial”., fin de la cita.
Cada detonante de tragedia que pone de manifiesto el tipo, el modelo, la estructura y el pensamiento policial profundamente criminal que lo amenaza todo, y, hasta así mima, es lo que debe mover a una necesaria transformación integral del carácter y naturaleza de la policía que tenemos, marcada esta por una compleja ausencia de autoridad y la fragilidad de un Estado desgobernado que la vuelve casi que imposible de ser viable.
Se ha hecho costumbre ver caer de forma sospechosa altos oficiales de la policía como caen las hojas secas de un árbol en otoño; amén, de los típicos intercambios y los linchamientos policiales convertidos en una especie de orgía en la que ciudadanos caen como moscas víctimas de balas llamadas a cumplir otro cometido y no el de cegar la vida.
La reforma y los llamados cambios de rumbo en la policía dominicana se han circunscrito a: dotarla de tecnología, traslados ante tragedias, cambios de jefaturas, puesta en retiro forzoso, equipamiento y seudo capacitaciones. Nada de lo llamado a cambiar su conducta ha abordado sobre un pertinente cambio de cultura. Estas reflexiones la concluyo con las meditaciones filosóficas de Francis Bacon en torno a los fundamentos que norman los procesos de cambios como fenómenos sociales culturales, cito: “El que no aplica nuevos remedios debe esperar nuevos males; porque el tiempo es el mayor innovador”.