Al hacer esta publicación, la primera respuesta será que reaccionamos ante el asesinato del joven estudiante universitario y empleado del Centro UASD San Francisco de Macorís, Mario Vladimir Lantigua Balderas; pero, no lo hacemos, frente al crimen o asesinato de uno o más miembros de la policía a manos de delincuentes o de policías que también pueden serlo.
La verdad o el origen de las manos que producen hechos como el acontecido en san Francisco de Macorís, como siempre, ponen de manifiesto la intermitencia de la policía para fundar la verdad. Como un remolino, dan rienda sueltas a las contradicciones e incoherencia, con el único fin de tirarle el muerto a otro. Las declaraciones de la dirección de la policía a los medios, no tienen como propósitos, a raíz de la vileza con que fue asesinado el joven universitario, establecer el curso de una investigación que esclarezca el crimen; sino, a la naturaleza del armar con que se cometió el crimen que los libere a ellos de culpa.
Si, el arma es de fabricación casera, dice la lógica, como fue su conclusión, las manos que la accionaron son ilícitas y propias de la delincuencia. Si es, legal, entonces en el universo a investigar, por necesidad hay que incluir la policía como una variable irrefutable y determinante. ¿Entre las armas para hacer el trabajo sucio de la policía, no están incluidas las escopetas?
La imagen que tenemos los ciudadanos, es que las municiones como carga explosiva de las escopetas, son un volumen de pólvora y de perdigones que como balines tiene más de un proyectil de impacto. ¿Ahora, existe algún cartucho de escopeta con un sólo proyectil? Claro que el llamado Slugger, que es un tipo de cartucho con un solo proyectil que sale disparado a una velocidad de 1560 pies por segundo, a diferencia de los otros que lo hacen a 1270 pies por segundo. Este cartucho es más pesado y de mayor poder de devastación.
Razones más que suficientes tenemos para dudar de las versiones de la policía, su proceder y convicciones de creerse investido con el derecho a disponer de la vida de cualquier ciudadano con un clásico intercambio de disparos, así, lo confirman. Dar una versión cualquiera que les salve el pellejo y los justifique, para salir de un atolladero para el próximo al 16 de agosto, se ha convertido en algo natural y normal en la policía, aunque ello constituya la más grotesca de las mentiras. ¿Cuáles son los fundamentos científicos que como verdad, del Director de la policía; de que Vladimir fue asesinado con una chilena? El contorno del rostro de la primera imagen publicada, parece más el impacto y penetración de un solo proyectil análoga al efecto devastador del proyectil Slugger de escopeta o de un arma larga con potencia y alcance de fuego devastador.
¿Dónde está el Instituto de Criminología y el Moderno Laboratorio de Balística de la UASD? Estos centros de investigación deben ser el contraste de esta versión de la policía del joven universitario, víctima de un crimen abominable y horrendo que pretenden despachar con una explicación irresponsable. Las puertas de estos centros de ciencias deben estar abiertas al servicio de los ciudadanos y de la verdad.
En los albores de la civilización y organización de los hombres y mujeres en sociedad, hubo una etapa, en que primó lo que se conoció para su época cómo la cultura de la justicia primitiva o ley retributiva (.lex talionis). Esta forma de resolver controversias interpersonales y grupales, tenía por norma la venganza colectiva, que consistía, en que la sangre derramada por uno de los miembros de la Tribu, debía ser vengada por el colectivo contra quien la derramó aplicando el mismo daño, “ojos por ojos y dientes por dientes-”.
Esperamos que la muerte de Vladimir Antigua, no responda a este esquema primitivo de venganza, que la policía ha privilegiado como método de desquite contra quienes ellos suponen ser sus autores, cuando acontece un crimen contra uno de sus miembros; hechos también, de la misma manera, condenables.