La dimensión expresiva y efectiva de la lectura en las pedagogías contemporáneas, supone el estudio de los diferentes niveles de recepción y acercamiento al tipo textual elegido para el conocimiento o la información de uno o varios niveles de productividad sociocultural. La relación texto-lector hace posible una variedad de conocimientos vinculados al mundo social de la obra y al mundo social del autor. El dato literario o discursivo expresa en su organización las diversas situaciones y los diferentes focos o momentos en los que el conocimiento funciona en el lector.

Se trata, pues, de reconocer mediante la lectura el elemento significante y psicológico revelado en el orden de la estructura textual. El lector es el agente comunicativo que interviene en el texto mediante la intención y socialización interpretativa, puesto que el contacto textual o intertextual se revela en la propia interpretación, siendo así que la mirada textual será entendida en la significación pragmática de la lectura. La particularidad del lector como sujeto dinámico de la lectura se expresa en el movimiento intencional que revela el conocimiento-acercamiento lingüístico, advertido en la visión individual del texto y en la apropiación textual que se produce en el fenómeno lectura-interpretación.

El lector no sólo lee para obtener informaciones, sino, para dialogar, resituar, descubrir, absorber, o materializar situaciones ideales o imaginarias complementarias de su mirada individual. La lectura será para él una búsqueda al interior del signo-texto. El entorno de la lectura supone, sin lugar a dudas, un espacio de la imaginación y un tiempo intencional que remite al ente mismo de la lectura, pues no son los contenidos el objeto de su búsqueda, sino, más bien, las leyes y las experiencias que gobiernan el sentido de la lectura lo que el lector y el estudioso buscan. Se trata de un acto integrador de permanente instrucción que se produce en el proceso de  interpretación textual.

Definir el lector como un sujeto de la intercomunicación requiere de un conocimiento de las condiciones productivas del acto de leer. El objetivo de la lectura no es solamente la comprensión, sino el escenario y las particularidades reveladoras de dicha comprensión ligada al proceso mismo de interpretación y comprensión. Los requerimientos de lectura organizan a su vez el mundo del lector como mundo textual, de tal manera que el detalle significante en contexto se convierte en sustancia lingüística y función de conocimiento.

Varios aspectos deben ser reconocidos en todo acto de lectura:

  • Intuición textual
  • Entorno lingüístico
  • Fijación textual
  • Reconocimiento cognoscitivo del lector
  • Situación de lectura
  • Recuperación  temática del texto
  • Unificación de criterios de información
  • Reconocimiento de los actos de habla en la lectura
  • Complicidad entre lector-autor-texto
  • Intención de la lectura
  • Imaginario lector
  • Selección de datos o conocimientos
  • Determinación del sentido textual

Estos aspectos se complementan con la visión integrada del lector y la preocupación por el acercamiento textual:

  • El lector necesita los textos
  • El lector admite el mundo textual
  • El lector expresa los contenidos temáticos de dicho TX
  • El lector transgrede el texto
  • El lector participa de forma dinámica en el acto de recepción textual
  • El lector convive con la experiencia textualizadora
  • El lector participa de la acción tx
  • El lector textualiza la intención de lectura
  • El lector es un agente de la convención lingüística y textual
  • El lector interioriza la lectura
  • El lector le otorga valores al dato de lectura
  • El lector visualiza el escenario textual.

El proceso de complementariedad psicolíngüística reconocido en el lector conduce, indudablemente, a una práctica del conocimiento dirigida a comprender los aspectos socialmente individualizados.

Si la lectura es un acto de productividad textual, el mismo implica una conjunción de elementos que se explican en la perspectiva de una teoría empírica del texto y la literatura. Dicha teoría conduce a establecer las redes funcionales de lo social en el intercontacto texto-lector. Así las cosas podemos observar procesos mediante los  cuales se instituye el campo lector.

En efecto, una poética del lector será necesariamente un dominio de preocupaciones donde el mismo se reconoce en los diferentes actos participantes de lectura. La problemática sociológica y poética de los diversos actos de lectura produce a su vez una reflexión sobre la sociedad que acoge los productos verbales en sus variadas vertientes. Se puede entender que el agente lector personaliza el dato o acontecimiento de lectura en un marco de interpretación y comprensión pragmático.

En los casos conocidos de lectores comprometidos se observan fenómenos de circulación de formas y variantes de un texto o una situación determinada por el productor del texto en cuestión. El lector, en cualquiera de los casos, valora el signo-texto en su entorno lingüístico o comunicativo. Los usos de la lectura, entonces, permiten las diversas posibilidades de articulación de un lector ideal.