La maternidad y su gran peso social ha sido un tema reiterado en mis escritos, pero insisto cada vez por el sufrimiento que provoca en las mujeres y lo agotadas emocionalmente que las recibo cuando van a la consulta.

De todos los roles asignados socialmente a las mujeres, el ser madre es el que tiene la mayor carga y que genera más expectativas en ellas y en todas las demás personas. Si bien es cierto que se trata de una condición biológica, toda la carga, el significado y el simbolismo es aportado por la cultura de cada país o región.

En nuestro país la maternidad es el rol preponderante de las mujeres y en la práctica con mucha frecuencia, primero se es madre y después mujer. De hecho la gran brega de muchas mujeres es aprender a estar pendientes de ellas mismas, conectarse con su propio malestar y sus  expectativas,antes que las de sus hijos e hijas.

Estas expectativas se unen a las que los demás tienen en relación al rol, es decir, no es suficiente ser madre, sino una buena madre, una súper madre y llevar este calificativo, no de acuerdo a las propias expectativas sino a las de todas las demás personas.

De manera que  no es suficiente con que los hijos y las hijas estén satisfechos con la madre que tienen, hay que satisfacer también las expectativas de la pareja, del padre y la madre, la tía, la hermana, la vecina y hasta la enemiga, para no salga a decir por ahí lo mala madre que es. De hecho a nivel popular una de las mayores ofensas es hacer referencia a la madre siendo el insulto que provoca las reacciones más primitivas.

De hecho a nivel popular una de las mayores ofensas es hacer referencia a la madre siendo el insulto que provoca las reacciones más primitivas

De manera que cuando las mujeres no pueden lograr esta meta y cumplir este rol el sufrimiento es desgarrador, la idea acerca de ellas mismas se va al suelo, el proyecto de vida queda inconcluso y la sociedad a través de mensajes  explícitos, implícitos, claros y sutiles, les recuerda e insiste en que sientan lo incompletas y castradas que están.

Recibí a una joven mujer de treinta y tantos años, profesional, responsable y con un matrimonio en el cual no han logrado embarazarse luego de algunos años de relación. Por el tipo de trabajo que hace es una mujer que se mueve en el mundo de la razón. Tiene un gran contenido de razones, teorías y pensares que han sustentado su vida y su quehacer hasta ahora.

Viene a consulta por síntomas que le indican que está viviendo una depresión. Cuando exploramos más a fondo ella, sustentada en el mundo racional, cree entender que acepta su condición con mediana madurez.

Cuando entramos al mundo emocional y al poder que da nuestra cultura a la maternidad, inicia un camino más claro a la comprensión de su propio sentir. Puede comenzar a comprender cómo ha detenido su vida a la espera de una maternidad que no hacia asomo de llegar. Se da cuenta que ha postergado otras áreas de su vida para ir detrás de lo que su familia, su cultura y el sistema religioso le dicen que es su principal función en la vida.

Cuando las mujeres logran ampliar el foco de esta situación y verse a ellas mismas desde una mirada más real, más humana, dejan de hacerse daño por una situación que no controlan. Dejan de culparse, de castigarse, de postergarse y enfermarse para afrontar una realidad que siempre tiene másde una solución e involucra a más personas.

Empiezan a verse con compasión y respeto, sin victimizarse ni sentir pena por ellas mismas. Empiezan a colocarse en primer lugar y verse como fuente de vida para ellas mismas y para cada uno de los proyectos que decidan emprender.

@SOLANGE_ALVARADO_ESPAILLAT

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