Desde la visión de los vanguardistas de comienzos del siglo XX y principalmente desde la doble negación posvanguardista, aparece el llamado recurso de la pluralidad y el recurso de la asimetría negativa orientada en la práctica estética y visional del  arte contemporáneo. Ambos recursos se expresan desde dos miradas técnicas e ideológicamente diferenciadas.

El recurso de la pluralidad expresiva se establece sobre la base de un lenguaje de la experimentación abierto a los procedimientos y aplicaciones que han surgido de los diversos usos socializados por las primeras tendencias estéticas de comienzos del siglo XX. Dicho lenguaje tiene como misión la búsqueda y el manejo desde la técnica artística, así como de la interpretación y la significación de las miradas estéticas.

El recurso de la pluralidad lo podemos observar y estimar también en la travesía de inicio, desarrollo y decadencia de las vanguardias. Ello implica que las artes no son géneros pura y simplemente, sino, más bien, lenguajes funcionales y mixtos,  fuerzas dialógicas y axiológicas  en las que se produce  el intercontacto estético-artístico.

Lo que fundamenta el principio artístico de la pluralidad es el diálogo técnico-estético, definido por la práctica orientacional  y experimental de las artes. De tal manera que la pintura puede dialogar o encontrarse con la fotografía, la música y la arquitectura; mientras que  la escultura pueden encontrarse y dialogar con la instalación, el video y la infografía.

El cine, el teatro, la ópera, la performance o el happening son artes de por sí mixtas o híbridas que funcionan siempre como dialógicas, mediales, intercomunicativas, interexperimentales e interexpresivas.  Todo este fenómeno de apertura y de visión dialógico-experimental revela una permanente revolución, así como un desarrollo temporal y espacial del arte contemporáneo. El recurso de la pluralidad es, entonces, revelador de una estética integralista que supone el uso de mediaciones técnicas, contextos, y estos le sirven al artista para crear su mundo o sus mundos de representación.

En efecto, dicho recurso se observa en tendencias como el dadaísmo, futurismo, constructivismo, surrealismo, abstraccionismo, body art, op art y objetualismo, entre otras. El alcance de este recurso en el contexto de las vanguardias históricas y de los productos o acciones posvanguardistas, se reconoce y se advierte en los diversos posicionamientos individuales y colectivos del creador contemporáneo y en las prácticas que surgen de la confrontación estética. Todo lo cual permite entender que el pensamiento de la diferencia será la realidad estética afirmativa del arte contemporáneo.

La proliferación de los lenguajes artísticos y de los signos culturales, así como la utilización mediológica de perspectivas y mecanismos comunicativos y estéticos permite entender la dinámica progresiva de creación en el arte contemporáneo, a partir de la segunda mitad del siglo XX.

Los diversos mundos creados sobre la base de una estética reflexiva, integralista y paródica, se sostienen en los llamados ideales de la representación y de la anti-representación artística. Todo lo cual permite entender que a partir del dadaísmo y el expresionismo, las artes visuales y las artes mixtas requieren de nuevas posibilidades teóricas y estéticas responsables.

Se hablaba en los últimos veinte años del siglo XX de un arte que se niega a su reconocimiento artístico, es decir, de un arte que se quiere desprender de todas las categorías normativas estimadas por la tradición.

De ahí que la obra de arte se convierta hoy en un artefacto estético, objeto ideológico, objeto cultural, lenguaje de provocación y lenguaje de representación.

Todas estas fórmulas y mediaciones generan en la actualidad un producto artístico que cada vez más se desprende de cierta línea esteticista del arte contemporáneo, para afirmarse en la estetización misma de la medialidad cultural y artística transmoderna. De ahí que artistas como Picasso, Dalí, Magritte, Matta, Torres-García, Wilfredo Lam, Jaime Colson y otros, participaron, cada uno en su tiempo de una concepción estética de la pluralidad expresiva y creadora de  los usos técnicos, ideológicos, justificados por estrategias, materiales,  lenguajes de conformación artística y  modos de ideologización revelados en (y desde) la práctica artística contemporánea.