En el año 2004 trabajaba como investigadora asociada en la Facultad de Ciencias Sociales (FLACSO), Programa República Dominicana. Coordinaba del programa de postgrado Política, Género y Sociedad que diseñé para la FLACSO.

Me encontraba en plena faena de coordinación y docencia del postgrado y diplomado en Ciencias Políticas cuando recibí una llamada de la Ministra de la Mujer Gladys Gutiérrez para dictar una conferencia magistral en el hotel Dominican Fiesta sobre "Mujer y Política".

La ministra me invitó previamente a presentar mi ponencia ante un grupo reducido de mujeres que formaban parte del Ministerio de la Mujer durante el gobierno de Leonel Fernández.

Le expliqué claramente a la ministra que soy una intelectual independiente y que respondo personalmente por los criterios y análisis de los saberes que me competen, y que, por tanto, mis planteamientos no responden a los intereses ni banderías de ningún partido político, ONG, gobiernos, ni grupos de poder de ninguna localidad, pueblo, nación u organismo internacional.

La ministra Gladys Gutiérrez insistió en que su personal respetaría mis criterios y que el Ministerio me pagaría RD$15,000 (quince mil pesos dominicanos) por mi conferencia. Mi resistencia a presentar el fruto de mis estudios e investigaciones sobre las mujeres en la política a un ministerio que representa los intereses del gobierno del PLD fue tal, que Doña Gladys insistió en que mi conferencia era solicitada y pagada por el Ministerio de la Mujer con independencia del Partido.

Sin embargo, cuando entré al Dominican Fiesta observé que el gigante salón de conferencias se encontraba plagado de altos funcionarios y funcionarias del gobierno, con la plana mayor del PLD representada por su Comité Político en la plataforma detrás del podio donde yo hice mi presentación. En el público habían miles de personas integrantes del PLD y aliados. La gran mayoría eran mujeres procedentes de todas las localidades del país y del exterior que habían sido convocadas por el Ministerio de la Mujer, el gobierno y el partido.

Analicé los altos índices de desigualdad que mantienen a las mujeres sumergidas en la miseria y la pobreza, producto del entramado político, social y cultural que ha transmutado la pirámide social en un reloj de arena con un montón de ricos en la cúpula, una alarmante población pobre en la base y una casi imperceptible clase media en el centro.

Expliqué que si las mujeres estudian, se organizan y obtienen una representación equitativa y proporcional en el Estado y en las empresas, pueden revertir los efectos perversos del reloj de arena que se sustenta en la exclusión, la explotación y la miseria de la mayoría de la población. Propuse transformar la sociedad en un diamante: con la mayoría de la población en el centro fruto de la abundante alimentación, educación y empleos, unos cuantos ricos en la cúspide y una reducida población pobre en el lado opuesto o base.

Mi propuesta desató los demonios de la plana mayor del PLD, entre ellos de Reinaldo Pared Pérez (que recibe ahora el apodo popular de "pechito"), y que una vez terminada mi presentación se paró abruptamente de su asiento y con gesto enconado se fue del auditorio.

Las mujeres aprovecharon la sesión de preguntas y respuestas para denunciar el abusivo robo de posiciones electorales y atropellos que hacen los varones del partido. Y estaban en sus aguas hasta que, tras la segunda pregunta, Alejandrina Germán se levantó como un meteoro y arrancó el micrófono del soporte para dictaminar que ese era el fin de la conferencia. Con actitud temeraria y voz dictatorial dijo: «¡Compañeras, les recuerdo que en nuestro partido la crítica está prohibida. Ustedes no vinieron a esta conferencia a criticar el partido, mucho menos delante de una extraña. Declaro en este momento terminada la conferencia!".

Ante tal revuelo me dispuse a desenchufar mi portátil y mi pupila norteamericana corrió en estampida entre la enorme audiencia, subió de un solo salto a la tarima y tomó mi "lap top", me tomó del brazo y me sacó de aquel hormiguero en un santiamén. Mientras, de manera individual, las mujeres insistían en contarme sus penurias en el PLD, me daban sus tarjetas de presentación e insistían en que sus experiencias político-partidistas eran una barbarie.

Al día siguiente la plana mayor del PLD publicó su propia versión de la conferencia y su rotundo "éxito". Más tarde, hurgando en Google, encontré mi nombre y apellidos con el apelativo de "consultora del PLD".

Queda claro que, para la plana mayor del PLD, toda persona dominicana que presta un servicio a una institución del Estado es considerada como servil del partido.

¡Nada más alejado de la realidad!