El buen arte es el que inspira y no transpira. Aunque esta frase no hace mucho sentido, esto mismo ha logrado Pastor de Moya con su más reciente obra llamada “La Piara” (inspirar, no transpirar). Hace unas semanas asistí a la puesta en circulación y me pareció genial su enfoque artístico. Sobre todo, me gustó el nombre del poemario, que hace referencia a una manada de cerdos (le reto a no pensar en el Congreso Nacional y/o su álter ego la Asamblea Nacional Revisora).

La Piara de Pastor de Moya incluye, después de dos interesantes caídas, unas piezas (no sé si llamarles así) tituladas “Teoría de la lobotomía” y “Manual para suicidas mancos de ambos brazos”. Con ambos textos pensé inmediatamente en la condición de ciudadano dominicano/contribuyente y sus infinitas decepciones cotidianas.

El “Manual para Suicidas Mancos de Ambos Brazos” incluye una serie de instrucciones para matarse cuando se sufren de limitaciones físicas en las extremidades superiores. El autor ha sido tan considerado que hasta ha incluido una auténtica cuchilla u hoja de afeitar (popularmente conocida en nuestro país como una “gilet[1]”)adherida a la franja inferior del libro.

Como el arte es de interpretación e inspiración personal, a mí“La Piara” me ha sido útil para analizar el entorno cívico actual. Primero, hay (e históricamente ha existido) una piara tomando las decisiones importantes de nuestro país: participando en los distintos partidos políticos, legislando, gobernando, formulando políticas públicas, hablando en la radio y en la tele.

Un poco parecido a la trama de “Animal Farm” de George Orwell, aunque con una variación distinta de la filosofía del “animalismo”. En segundo lugar, los integrantes de esta gran piara sufren de daño serio e irreparable en los lóbulos frontales de sus cerebros. Han sido sujetos a una o varias lobotomías, incluso voluntarias y/o como deporte.

Como los integrantes de la piara son tarados, esperan que nosotros también recurramos a la lobotomía como solución para tolerar la existencia cívica dominicana. Por esto nos torturan con sus imbecilidades.

Nos suben los impuestos e imponen las interpretaciones constitucionales de los San Juanes Bautistas y los acueductos romanos, nos marean con descerebradas teorías, sobre todo nos endeudan. Nos indican que las leyes orgánicas son las que se cultivan sin pesticidas, e incluso ponen al excelentísimo Señor Presidente a dar discursos y a observarles las leyes cuando hacen el trabajito mal hecho. Porque ni siquiera son capaces de cumplir con los formalismos de la botella y de la cogioca.

Hacemos un llamado a la ciudadanía a no caer en este juego perverso de andar por la vida cívica aguijoneándose el cerebro: ¡estos roñosos son víctimas de que no se haya invertido más dinero en educación! También son verdugos de guillotina que quieren que andemos acéfalos, para que no nos percatemos de su incompetencia y mediocridad.

Finalmente, creo que Pastor de Moya dio con la clave. La Constitución Dominicana de 2010 debió venir con un manual de instrucciones para los legisladores futuros (estos que nos vamos a tener que “fumar” por cinco años más).

En el texto aprobado debió incluirse un artículo transitorio que ordenase que cada copia impresa y circulada de la Constitución Dominicana tenía que contener una hoja de rasurar o “gilet” en la contraportada.

De esta manera, cada ciudadano estaría provisto con una salida fácil a su condición anatema, frente a cada una de las burdas violaciones constitucionales y los atropellos cívicos que vivimos día a día. Después de todo, para los políticos fungibles que están en o aspiranal poder, la Constitución no es más que un pedazo de papel [sanitario].


[1] Lo escribo de esta manera para no referirme a la marca.