La peste negra fue una gran pandemia que arrasó toda Europa entre los años 1347 y 1351. De acuerdo con algunos historiadores, la peste negra tuvo su origen en China. En ese momento, los mongoles dominaban al gigante asiático y habían establecido la dinastía de los Yuan. Se dice que el origen exacto de esta plaga tiene lugar en la pequeña era de hielo que tuvo lugar a principios del XIV. Sin embargo, una terrible peste tuvo lugar en China para el año 1331, que de acuerdo con estimaciones mató a poco más de 25 millones de personas.
La peste negra llega a Europa a través de la ciudad de Caffa en 1346, que hoy es la cuidad Feodosia, en Crimea, a la orilla del mar negro. Esta ciudad era un enclave Genovés, y a partir de ese año, durante la dominación de los mongoles, estos a su vez, se empezaron a enfermar por la peste. Los mongoles iniciaron a tirar los cadáveres por catapultas a Caffa e inició a infectar a los genoveses. Esta acción llevó a los genoveses a partir en sus barcos, pero muchos de ellos ya habían contraído la enfermedad. Esos barcos pasaron por Constantinopla, Alejandría y finalmente terminaron en Italia, convirtiéndose de esa manera en el primer gran foco de la pandemia en Europa Occidental.
Se estima que esta pandemia le cobró la vida a 1/3 de la población europea, cerca de unos 30 millones de personas. Toda Europa no recobró la normalidad hasta un siglo después. Aunque surgieron brotes esporádicos en 1360 que afectó mayormente a los niños y otro en 1371 que se ensañó con los adultos. Otro brote de esta pandemia apareció en 1430, pero esta vez con menor intensidad. Los daños estructurales que causó la peste negra a la economía europea fueron devastadores, la despoblación fruto de la alta tasa de mortalidad por el virus, afectó los cultivos. Esto trajo como consecuencia, una erosión de todos los cimientos del sistema feudal de la Edad Media. Debido a que esta enfermedad afectó tanto a las clases bajas, la nobleza y a la realeza. Pero, el abandono de muchas granjas rurales y estatales, y la escasez de mano de obra, causó un aumento exorbitante de precios de los productos de la canasta básica de la época, que a su vez desencadenaron en grandes revueltas sociales que condujo a los monarcas de la época a tomar medidas drásticas para tratar de reducir la inflación, por lo que los reyes tomaron el control del sistema agrario.
Sin embargo, a partir del siglo XV fruto de las secuelas de la peste negra y de la recuperación lenta que llevaba Europa en ese momento, se le dio paso a la transición conceptual de un mundo moderno. Es ahí donde surge el Renacimiento, que fue una época donde se dejó a Dios de lado, por el humanismo que colocó al hombre en el centro de todo. El Renacimiento fue una época de grandes descubrimientos científicos y geográficos. De igual manera, hubo una reconfiguración del sistema económico de Europa que pasó del feudalismo al capitalismo.
Los efectos del Coronavirus
La pandemia del coronavirus ha desnudado la triste realidad que vive el sistema sanitario mundial, que en las últimas cuatro décadas ha estado regido por las leyes del mercado impuestas por el capitalismo financiarizado global, dejando de lado la concepción del Estado de bienestar donde la salud es considerada un derecho humano fundamental.
Por otra parte, esta terrible crisis sanitaria ha puesto en evidencia los crecientes niveles de desigualdad económica, que ponen en tela juicio sobre quienes realmente pertenecen a la clase media o no, en los países desarrollados y en desarrollo. Gran parte de la población económicamente activa a nivel global ha vivido durante décadas bajo un espejismo de supuesta bonanza, la cual ha sido influenciada por el consumo desmedido impuesto por la lógica del neoliberalismo y el capitalismo financiarizado.
La categorización de proletariado mutó con el neoliberalismo. Hoy, gran parte de la pequeña burguesía que surgió con ese capitalismo financiarizado, en términos rigurosos no son pequeña burguesía, sino una clase asalariada con tintes burgueses que define la sociedad de consumo por medio de la expectativa a futuro. Esto es lo que Max Weber definió como una estratificación social definida por el prestigio que dan los bienes materiales que permite el ingreso y el crédito.
Esta crisis sanitaria debe ser el punto de inflexión para cambiar el modelo de sociedad de consumo, que en nombre del capital financiero ha empobrecido de manera vergonzosa a las capas medias. Por ejemplo, los Estados Unidos que se considera un país de clase media, en su interior presenta una realidad terrible para los más débiles. El 78% de los trabajadores estadounidenses vive de cheque en cheque, es decir tienen que esperar cobrar otra vez para poder cubrir necesidades básicas. El 65% de los trabajadores estadounidenses ganan salarios por debajo de 20 dólares la hora. El 32% de los trabajadores estadounidenses está al borde de la quiebra por deudas de salud (eso aumentará con esta crisis sanitaria sin precedentes). El 40% de los trabajadores estadounidenses no pueden cubrir una emergencia de 400 dólares. La sociedad estadounidense es una sociedad basada en el consumo que te vende un espejismo de riqueza, que en la realidad no existe, es una sociedad donde la gente está endeudada hasta la saciedad. Deuda estudiantil: 1.7 trillones; deuda de tarjetas de crédito: 1.2 trillones; deuda de automóviles: 1 trillón de dólares. El tan anhelado "sueño americano," solo existe en la propaganda mediática.
Esta crisis debe empujarnos a instaurar un nuevo modelo de sociedad basada en la solidaridad global y en la cooperación. Nos urge renovar un nuevo contrato social donde impere el humanismo como ocurrió al final de la peste negra, donde el ser humano sea el centro del mundo y que la ciencia sea el paradigma de confianza en la sociedad. La tiranía de mercado impuesta por el capitalismo globalista debe ser derrotada por el bien de la humanidad.