Las últimas elecciones unificadas que vivió el pueblo dominicano fueron efectuadas el 16 de mayo del año 1994, donde el Dr. José Francisco Peña Gómez y el Dr. Joaquín Balaguer polarizaron el escenario electoral de entonces. Fueron unos comicios traumáticos, las denuncias de fraude electoral por parte de la facción peñagomista no se hicieron esperar desatándose una de las crisis políticas mas aguda de finales del siglo 20.
Gracias a la presencia de los liderazgos caudillistas de la época, Balaguer, Bosch y Peña, el país no terminó en una guerra civil, produciéndose un acuerdo entre las principales fuerzas políticas con el concurso de la iglesia, empresarios y sociedad civil. El Pacto por la Democracia dio a luz una nueva era política en la República Dominicana, imponiéndose en el mismo las fuerzas conservadoras de la nación en detrimento de la abrumadora mayoría que apostaba a la propuesta progresista, institucional y auténticamente democrática que preconizaba el liderazgo de José Francisco Peña Gómez.
A partir de la rúbrica del mencionado pacto, las elecciones presidenciales fueron separadas de las elecciones legislativas y municipales. El mandato del Extinto Presidente Balaguer fue reducido a dos años, y se celebraron nuevas elecciones presidenciales para el 16 de mayo del 1996. Se fijo el sistema de doble vuelta electoral, en caso que no se alcanzara la mayoría del 50% de los votos emitidos por uno de los competidores. Y se le prohibió al nonagenario Joaquín Balaguer Ricardo postularse para esos comicios.
Otros factores posibilitaron el ascenso de una nueva clase política a la dirección del Estado Dominicano, tales como la lamentable enfermedad del Líder del Partido Revolucionario Dominicano, así como la alianza entre el Partido Reformista Social Cristiano y el Partido de la Liberación Dominicana en un Frente Patriótico que pretendía cerrarle el paso al camino malo, y mantener abierta las puertas al patriotismo y el progreso de la República Dominicana, en una clara manifestación racista endilgada al ascendente haitiano de Peña Gómez y el color azabache de su piel.
Juan Bosch y Joaquín Balaguer se hicieron a un lado y luego de una participación activa en la búsqueda de la Presidencia de la República en continuos procesos electorales, esta vez no lo hicieron, abriendo el camino al Dr. Leonel Fernández Reyna por el PLD y al empresario Jacinto Peynado por el PRSC. El único de los caudillos que acudió a la contienda lo fue Peña Gómez, preferido por el electorado dominicano según todas las encuestas serias hechas en la época.
La historia produjo para el hemisferio la primera sorpresa en junio del 1996, cuando el Dr. Leonel Fernández Reyna candidato presidencial del PLD, en alianza con Balaguer derrotaron al candidato de las mayorías, José Francisco Peña Gómez en una segunda vuelta electoral. Ese año se produjo un antes y un después en la política dominicana, vino la época post caudillista de Balaguer, Bosch y Peña.
Desde entonces han transcurrido 20 años y el saldo que nos deja el relevo generacional de los partidos caudillistas se pudiera resumir en el colapso espiritual y moral de la democracia dominicana. Otros protagonistas políticos poseen las riendas en esta ocasión, lucen insípidos, sin brillo, deformes espiritual e ideológicamente y sin esencia patriótica.
Actualmente nos aproximamos a la celebración de nuevas elecciones conjuntas el próximo domingo 15 de mayo del presente 2016, 22 años después de las últimas elecciones unificadas celebradas en el país. Los partidos resquebrajados, y una gama de partidos pequeños intentando hacer su mejor esfuerzo para formar parte de un cambio de rumbo en la política dominicana, pero por circunstancias complejas, sin resultados electorales importantes en su trayectoria participativa. Y sin el principal protagonista de la transición post caudillista participando esta vez en la contienda electoral en busca de la primera magistratura del Estado, el Dr. Leonel Fernández Reyna.
La presente campaña electoral luce tenebrosa, 22 años después a esa crisis que paralizo la nación del año 1994 no cuenta con poderosos liderazgos capaces de echarse encima cualquier crisis de envergadura evitando que la sangre corra y llegue al rio, no existe una sola figura a nivel nacional con la capacidad de moderar y arbitrar las masas que siguen las diferentes facciones políticas en disputa del poder. Estamos frente a una bomba de tiempo, su reloj marca el domingo 15 de mayo en horas de la noche. Dios quiera que los dominicanos salgamos bien de este desafío a nuestra democracia, porque por los signos que se aprecian, pudiéramos estar al borde de una pesadilla, sino somos capaces de enderezarnos por sobre intereses perversos, sectoriales y antipatrióticos que campean las gloriosas tierras de Duarte y los Trinitarios.
Que Dios nos acompañe y nos de las fuerzas para salir victorioso de todas las pruebas que se avecinan, que triunfe la integridad por encima de la maldad, la Patria por encima de las amenazas imperiales, la luz por sobre la oscuridad, el amor sobre el odio. Que así sea.