Ya se sabe, a través de la psicología moderna, actualizada, que cuando se ejerce violencia contra los niños se les está diciendo que esto es natural, se les está inculcando un mensaje sórdido, se les está entrenando para una vida adulta de castigos a otros.

Quien recibe, da, y si es golpes los devolverá también en el momento oportuno.

Es este un peligro que se ventila en los hogares cada día del mundo. Si los padres castigan, casi siempre habrá alguien en quien tomar venganza.

Por si fuera poco, se sabe también que estos castigos ya casi en desuso, llevan a crear sádicos, actuaciones mórbidas, sobre todo en los varones, adicciones, y en otros casos más graves aún, episodios de esquizofrenia, con criterios enfermizos sobre la realidad, con estigmas mentales, con inclinación a la violencia.

Olvidan, además, los supuestos evangélicos, que se trata de un legado funesto.

Que un grupo de supuestos cristianos pida que se mantenga el legado medieval de darles pelas a los niños por los padres en vez de dialogar con ellos, en vez de informarles y entrenarles para vivir un mundo sórdido, evidencia ante todo su proceder anticristiano, su ignorancia de la Historia y su increíble hipocresía y tendencia al uso de la fuerza contra seres que no saben defenderse, lo cual connota perversidad y crasa ignorancia.

El problema de quien ignora es que ignora que ignora.

Pero todo se hace factible por un sorbo de figureo, un golpe de prensa, y una puesta en escena. Ya uno de estos señores, un “pastor”, para fines de control social, como si las gentes fueran reses de sacrificio, pidió que nadie se vacunara porque este era un plan del “demonio” (claro el que él y sólo él, lleva dentro en su triste conciencia patética).

Olvidan, además, los supuestos evangélicos, que se trata de un legado funesto. ¿Quién va a controlar el grado de energía con la que un padre, tal vez encolerizado, va a castigar a una criatura inocente culpándola de cosas que desconoce si son malas o buenas, si son correctas o incorrectas si no tiene los datos fundamentales del mundo, para saber a ciencia cierta cuál es la realidad de su vida, de su entorno, de su situación en general?

En definitiva, ¿fue esto lo que dijo su profeta, su Cristo tan usado, tan manoseado como un producto comercial cualquiera, sobre el trato que se debe dispensar a los niños?

¿Fue otro el que dijo que si se les callaba hasta las piedras hablarían?

Silenciarlos a golpes sus propios padres, en quienes ellos confían su protección y cariño incondicional es el peor de los momentos, el más traumático y difícil

¿Por qué no les preocupan cuestiones como le vida privilegiada que mantienen muchos jerarcas eclesiásticos de sus congregaciones, en los países desarrollados, sobre todo el control social que ejercen, la cercanía con el poder político, el apoyo a gente como el tal Trumph que les dio dado sumas de dinero escandalosas del erario público exageradas, injustificadas, para obtener su apoyo? ¿Es este, como se cree, cada vez más firmemente, un momento de cruda decadencia?