Como cada año en ocasión de celebrarse  21 de enero como día dedicado a rendir especial homenaje a la la Virgen de La Altagracia, la Conferencia del Episcopado, dio a conocer su tradicional Pastoral.  En esta ocasión, además, coincidiendo con los procesos electorales que mantendrán embargada la atención general y absorberá gran parte de la actividad general durante los primeros meses del presente año. Es con respecto a la importante trascendencia que revisten los mismos para el destino del país, que se dirige el texto del mensaje de los prelados. 

Resumiendo por obligada limitación de espacio, los principales aspectos de la Pastoral Altagracia, cabe destacar los siguientes.

En primer término, la oportuna apelación dirigida al pleno de los ciudadanos, e implícitamente a los partidos políticos, de brindar respaldo a la Junta Central Electoral contribuyendo a allanarle el camino para que pueda llevar a cabo el montaje de las que serán las elecciones más complejas y posiblemente disputadas al menos en las últimas décadas, de tal modo que puedan desarrollarse en orden y transparentar con absoluta pulcritud en cada posición en disputa la voluntad mayoritaria de los votantes.

Un reclamo orientado específicamente hacia los aspirantes a los cargos de elección, de tal modo que el discurso reclamando el apoyo de los electores prescinda de elementos demagógicos y de falsas, ilusorias e hipócritas promesas que luego serán de imposible cumplimiento, originando justificado desaliento y frustración en la población, con lo que se resta credibilidad, confianza y apoyo al sistema democrático.

Otro igualmente, pero destinado a los electores para que no entren en el perverso e ilegal juego de la compra-venta del voto, rechazando toda propuesta indecorosa en este sentido, y tomando decisión responsable, madura y consciente de otorgar el voto a quien reúna la capacidad, honestidad y condiciones morales requeridas para desempeñar el cargo que ocupe con sentido de responsabilidad y ética, ejerciendo el mismo no en beneficio propio sino de los mejores intereses del país.

Un cálido llamado a favor de las mujeres para que más allá de las cuotas establecidas se les ofrezca la oportunidad de ocupar posiciones en las que puedan demostrar su probado talento y vocación de servicio, valor y dignidad.

El deseo de que en estas próximas elecciones, una mayor cantidad de jóvenes tengan ocasión de inyectar savia nueva y aportar su entusiasmo y espíritu de superación al ejercicio de las importantes funciones públicas. Al respecto, los obispos llaman la atención al hecho de que en el 2016, los jóvenes de entre 25 y 34 años electos para la Cámara de Diputados apenas representaron un 2.4 por ciento de su matrícula, el 4.4 de las alcaldías y el 9.3 de las regidurías, exhortando a incrementar su participación en el Congreso y los gobiernos municipales en cantidades mucho más significativas.

El mensaje del Episcopado abarca también la responsabilidad de los medios de comunicación, de los cuales reclama un desempeño responsable ajustado a la mas estricta ética profesional, depurando la información de todo asomo de falsedad, descartando cualquier posible difusión de informaciones no confirmadas. De manera específica, las llamadas “fake news”, o sea, noticias falsas echadas a rodar de manera irresponsable, sin previa confirmación, o peor aún con el deliberado y avieso propósito de desinformar y confundir para servir intereses espurios, ajenos a la verdad, la paz pública y el progreso de nación.

Si partimos de la realidad innegable de que una buena parte, quizás mayoritaria del pueblo dominicano, se define como creyente en la fe católica de lo que han dado convincentes y numerosas demostraciones, y de que la Iglesia Católica cuenta con un amplio margen de credibilidad, como ha quedado demostrado a través de diferentes encuestas de opinión, hay que convenir en que el Mensaje Altagraciano del Episcopado debe calar en la conciencia y el ánimo de muchos al momento de hacer un uso consciente del ejercicio cívico del sufragio conforme a los dictados de su conciencia. 

De esperar que así sea.