Cuando la pasión y los instintos se juntan, sobrepasan la razón, el ser humano pierde la proporción de lo justo, y dice y realiza acciones que hieren a otros, y al hacerlo, destruyen hasta los castillos construidos con el amor.
Y al destruir esos castillos, esos sueños, también destruye partes importantes de sí mismo.
Aunque la pasión es necesaria para la vida, para sentir las emociones de estar vivo, es importante expresarla adecuadamente.
Se sobrepasa la razón cuando el individuo se siente disminuido, engañado o frustrado por una situación, ya sea por condiciones reales o imaginarias… Cuando, en el clímax de la expresión de esa relación emoción-instinto, se choca de pronto con un muro, aumentando la impotencia y desvalorizando su propia condición humana y la del otro; es una experiencia difícil de sobrellevar, y muchas veces el dolor producido crea fisuras en las relaciones.