Si con algo pretenden jugar los sectores conservadores de la sociedad Dominicana es con el miedo y la inteligencia de las y los ciudadanos. Hablar de tiranía gay, feminista, sindical, de izquierda o la invasión de migrantes (siempre pobres y de color) es un tema cliché del discurso conservador dominicano.

Los sectores conservadores junto a diferentes gobiernos de turno han instigado a la paranoia como una estrategia trillada pero muy eficaz para detener la posibilidad de hacer justicia en torno a reivindicaciones de derechos de minorías o de la población en general, así como una estrategia de distracción instrumentalizada para favorecer grupos de poder que sufren algún embate público o la perdida de vigencia o visibilidad. No hay mejores ejemplos que los escándalos de corrupción o la aprobación de leyes sin consenso mientras se distrae a la ciudadanía con otros temas. Así como que cierto partido minoritario u algún líder religioso aprovechen alguna coyuntura para alcanzar algunas publicaciones por sus comentarios apocalípticos.

El paranoico conservador aparenta defender ciertos valores ante lo que parecen ser ataques de los movimientos sociales y minorías, sin embargo dicho ataque no es hacia los valores sino hacia un sistema que establece jerarquías, opresiones y desigualdades que garantizan la manutención de ese régimen de injusticias.

No es nada nuevo para el movimiento de derechos humanos ser estigmatizado con acusaciones de ser responsable de la decadencia social y económica de una sociedad, cuando es ese mismo sistema que se pretende desmantelar el cual ha mantenido tal decadencia.

Sin embargo ante la expectativa de que una parte de la población ve en los medios de comunicación y las redes sociales la fuente de la verdad y una prótesis del conocimiento, vista como una sociedad no acostumbrada a reflexionar y realizar un análisis crítico del discurso que se le presenta,  se da por sentado que dichos individuos consumirán el miedo y el odio manipulado con mentiras y bajo conceptos muy contagiosos como la ‘’soberanía’’, la ‘’patria’’, la ‘’familia’’, ‘’los niños’’, la ‘’vida’’, entre otros, a los cuales nadie le pondría frente.

Los conservadores saben del poder del miedo y como infundir este beneficia el mantenimiento de su estatus quo, no se requiere mucho esfuerzo cuando se estima que una mayoría de la población esta desorientada, con grandes prejuicios, instruida a partir del autoritarismo y resentida con la situación socio-económica y solo necesita un enemigo para canalizar su ira y dejar de mirar, poner atención y cuestionar los regímenes de opresión.

Según Chomsky (2013) es tan poderosa la estrategia de la paranoia y el terror que en algunos contextos es capaz de convertir a un país pacífico en uno histérico, xenofóbico y bélico, donde a través de la propaganda política y la manipulación de la información es posible producir consensos evitando que los ciudadanos puedan cuestionar el régimen vigente y sean guiados por las emociones e impulsos inducidos por los medios de comunicación a través de historias falsas y mentiras que crean un miedo a un enemigo del cual es necesario defenderse. Según Marcia Tiburi (2016) es a través de la creación de ese ‘’otro’’ y su negación que es posible ejercer poder y sustentar el fascismo.

Aquellos que promueven tal paranoia pretenden ganar un elector aterrorizado, con un vacío de pensamiento prepotente, incapaz de entender y listo para repetir sus clichés y sobretodo que ve en ellos la única salvación, sin embargo esos partidos políticos conservadores en el caso Dominicano que intentan utilizar dicha estrategia no alcanzaron ni 1% de los votos para sus candidaturas presidenciales en 2016, su miedo no convence a quienes entienden como posibles adeptos, ni a la otra parte de la sociedad que no cae en su discurso y se organiza para contestarlos en los espacios que la democracia ofrece.

Es imperativo cuestionar las fuentes de dichas informaciones paranoicas, preguntándonos; ¿de dónde vienen? ¿Cuál es su objetivo? ¿A quiénes beneficia? ¿A qué costo humano? ¿Si yo fuera esa persona afectada estaría de acuerdo? ¿Es una decisión justa respecto a la dignidad de las personas? ¿Estoy partiendo de un prejuicio? Así como otras preguntas dependiendo el caso.

La única escapatoria a la estrategia de la paranoia es un ejercicio cotidiano de la democracia, la empatía, la reflexión y autorreflexión de las informaciones que nos bombardean por todos los medios de comunicación y como actuamos y lo que decimos a partir de ese proceso.

Referencias

Chomsky, N. (2013). Mídia – Propaganda Política e Manipulação. MARTINS FONTES.

Tiburi, M. (2016). Como Conversar Com Um Fascista. Record.