Desde que comenzaron las primeras noticias a nivel mundial y nacional acerca de la pandemia de la Covid-19, los profesionales de la salud fuimos interiorizando las consecuencias y retos que esta situación global provocaría en nuestro ejercicio como médicos, tanto a nivel público como privado .
Por un lado, nuestro sentido de responsabilidad y empatía con nuestros pacientes nos llevaron a entender, que éramos parte fundamental de esta lucha y que ya fuera de manera presencial o virtual estaríamos atentos ante cualquier urgencia que enfrentaríamos relacionada o no al covid-19.
Por otro lado la conciencia de la posibilidad de un contagio a pesar de tomar todas las medidas de protección establecidas en los protocolos, nos hizo vulnerables mas allá de nuestro deber. Somos seres humanos, padres, hijos, compañeros y en la mayoría de los casos entes primarios de nuestra familia tanto en lo emocional como en lo económico.
Sin duda, aunque observábamos la incredulidad y apatía de algunos ante la importancia de este virus ,que ha cobrado vidas anónimas y no anónimas, de todas las esferas sociales y económicas nuestro compromiso no varió.
Nuestra voluntad se mantuvo inalterable ¡Éramos parte activa y lo seguiremos siendo no solo ante esta pandemia sino antes las otras que pudieran venir en un futuro!.
Algunos hemos sido contagiados y hemos sobrepasado la enfermedad otros no hemos podido sobrevivir, algunos por respeto a nuestros pacientes hemos guardado reposo ante la posibilidad de la infección, pero de una cosa estamos seguros aún desde nuestros temores y fragilidad humana seguiremos aportando y actuando hasta el fin.