Indudablemente que la pandemia de la COVID-19, durante su etapa de propagación intensa, produjo una disminución, por no decir paralización de todas las acciones de la humanidad, lo cual repercutió en el estancamiento del crecimiento económico de prácticamente todos los países del mundo y han sido los países menos desarrollados los mas afectados, por el hecho de ser los más vulnerables y además porque previo a la pandemia de la COVID-19, ya en la mayoría de los países de América Latina las economías mostraban poco crecimiento y muchas debilidades institucionales.
En los países de América Latina y el nuestro, las actividades comerciales se desplomaron, en mas de un 20% según cálculos conservadores y las remesas y el turismo en mas de un 25%, lo que ha aumentado el desempleo y consecuentemente la pobreza y desigualdad.
El hecho de que en América latina y nuestro país, el empleo informal sea mayor de un 50%, determinó que la pandemia haya ocasionado un mayor impacto y un mayor aumento de la pobreza, que, de acuerdo con la CEPAL, agregará 28.7 millones de personas a la pobreza y 15.7 millones a la pobreza extrema.
La situación actual a poco mas de 18 meses de llegar a nuestro país la pandemia de la COVID-19, resulta bastante compleja, en razón de que, como consecuencia de los altísimos aumentos de los fletes marítimos, que afectan nuestras importaciones, se produce en la República Dominicana, un aumento de todos los productos de consumo primarios, secundarios y terciarios y todos necesarios para cubrir las necesidades de consumo de la población.
Los aumentos en los fletes, que han sido de hasta un 600%, han determinado que los productos importados experimenten alzas muy significativas, como consecuencia de este efecto y otras que se añaden producto de la especulación que son propias de países como el nuestro.
En cuanto a las expectativas que se tienen de que los fletes retornen a la normalidad, los expertos en el ramo, indican que es prácticamente imposible que los mismos se ubiquen en los niveles anteriores a la pandemia.
Esto por varias razones:
En su origen la pandemia produjo un estancamiento de las actividades económicas, reduciéndose la demanda del transporte marítimo, lo cual ocasionó que las grandes marítimas internacionales, suspendieran los contratos para la fabricación de buques y contenedores, que regularmente mantienen en proceso para suplir los incrementos naturales de la demanda. Este aplazamiento en la fabricación de buques y contenedores tiene sus efectos de deficiencias de la oferta en el mediano plazo.
En el proceso de recuperación de la demanda, que no tuvo una larga duración, ya que los países iniciaron procesos de compras de vacunas y otros productos necesarios para enfrentar la pandemia y esto ocasionó un aumento desproporcional en la demanda de transporte marítimo y aquí empiezan las marítimas a incrementar sus fletes.
De acuerdo con el portal chileno Mundo Marítimo, “los datos de ingresos de estas cinco compañías marítimas, confirman un aumento considerable en sus beneficios. Solo en los tres primeros meses de 2021, cinco de ellas (Cosco, HMM, Yang Ming, Wan Hai Lines y Evergreen) ganaron más dinero que en todo 2020”, lo cual, de acuerdo con declaraciones de directivos de compañías marítimas, compensaba las pérdidas que muchas de ellas estaban confrontando por la gran competencia existente en este mercado.
Otro aspecto que se agrega es el aumento internacional del petróleo, que en este proceso se incrementó en mas de un 30% y que muy difícil vuelvan a los niveles existentes antes de la pandemia.
Finalmente, el elemento especulativo, que estará presente, hasta tanto se dispongan de los buques y contenedores en proceso de fabricación, con lo cual el aumento de la oferta podría, estabilizar los precios de los fletes marítimos y esto quizás podría ocurrir a partir del año 2023.
Retornando a nuestro país, se indica que otro factor que está ocasionando un aumento en este caso de los productos nacionales, como son los provenientes del campo, ha sido el incremento permanente que el gobierno ha venido aplicando a los combustibles, que tienen un efecto multiplicador, ya que se tratan de productos primarios de consumo general, que suelen hasta duplicar los precios cuando llegan al consumidor final.
Todo este panorama, castiga de frente a la población mas vulnerable del país y ya de acuerdo con las cifras publicadas por la CEPAL e indicadas arriba, se agregaron en la República Dominicana, en el 2020 mas de 250 mil personas a la pobreza y de estas unas 90 mil a la pobreza extrema.
Entendemos que, aunque el gobierno ha implementado programas de ayuda a las poblaciones mas vulnerables, parecería conveniente que se amplíen los programas tendientes a recuperar los empleos perdidos que en su mayoría corresponden a las MiPymes, que representan mas del 90% de las empresas del país y no disponen de los recursos necesarios para soportar la situación creada por la pandemia.