Pero esta querella o conflicto se extiende también a los grupos marginales de dominicanos dispersos en los territorios norteamericanos, que, por lo mismo, conforman también un arqueado que podría denominarse marginal, medianamente conocido y estratégicamente “desconocido”.
Es importante destacar que aún no se puede escribir la historia de la producción textual de la diáspora dominicana (poesía, narrativa, ensayística, dramaturgia) en los Estados Unidos, pues, en lo que concierne a la misma, no contamos con un censo de escritores ni un listado de obras que nos sirva de herramienta al respecto. Los ensayos, crónicas, antologías o panorámicas sobre esta literatura que hasta ahora (y que por razones contextuales y estratégicas siempre será marginal en los Estados Unidos) conocemos, no constituyen tampoco un marco acabado, una problemática críticamente puntualizada y debidamente estudiada con una sustentación teórico-cultural e histórico-literaria metodológicamente dirigida.
Hasta ahora, los análisis, panorámicas y la doxa crítica pública y discutida de manera oral y escrita en simposios, reuniones interdisciplinarias, encuentros y lecturas, no han hecho más que encender y profundizar más el conflicto sobre el enjuiciamiento que se ha impuesto en el ámbito de los estudios dominicanos en los Estados Unidos y en la misma intrahistoria dominicana.
De ahí que, el juicio de Diógenes Abreu se exprese también en la perspectiva de la explicación crítica ya referida. Por lo que toca a esta antología poética el registro expresivo se presenta indudablemente bajo formas desiguales de expresión poética y, (¡claro está!) esto hace que dicha antología muestre su propia distinción. De lo que se trata, es, precisamente de mostrar la diferencia, el perfil autoral como poetas del desarraigo y la individualidad responsiva.
De ninguna manera se observa en esta antología la homogeneidad, sino más bien, la controversia, el desnudo poético-verbal, la des-homogeneidad enunciativa, la irreverencia estético-cultural y el alejamiento de la tradición poética dominicana, marcada por signos des-asimilados por esta expresión señalada, enunciada en esta antología.
Así, La palabra como cuerpo del delito quiere ser ser un llamado, un alerta sobre lo que debe ser la nueva productividad poética dominicana, pero también una advertencia a la crítica fácil, reconocida, periodística y exclusivista o “exclusionista” practicada, tanto en la República Dominicana, como también en los Estados Unidos.
La memoria que pretende objetivar La palabra como cuerpo del delito es la de la ironía, la provocación, el rompimiento con el concepto tradicional de poesía, la deconstrucción ontológica del poema, el “bufeo”, el humor poético libre, el desconcierto metaliterario y meta-poético.