Acostumbramos a leer las encuestas siguiendo cifras ordenadas correctamente, de mayor a menor. A partir de esa lectura sacamos conclusiones. Pero algunos ignoramos esa alineación y colocamos esos números al revés, prestando primero atención a los de atrás.
Danilo Medina logra en las encuestas una popularidad de un 56 por cierto, alborotando al público que atiende a esos resultados. (Por cierto, una población de lectores, radioescuchas y televidentes que, teniendo en cuenta la totalidad de los votantes, resulta pequeña.)
Concentrado en la segunda cifra tabulada, en la que va detrás, uno se da cuenta de que un 44 por ciento no es poca cosa. Es un número considerable de ciudadanos. No para ganar, pero si para intentar hacerlos crecer con el debido esfuerzo. Bastaría que el líder del PLD perdiera la mitad de esos puntos diferenciales para agriarle la vida.
La pregunta que en la actualidad anda de boca en boca, es si la oposición dispone de la determinación y capacidad para convencer a ese doce por ciento logrando un empate. Muchos pensamos que la tiene, pero que no la utiliza.
Analistas libres de sospecha, perciben la candidatura de Luis Abinader carente de la combatividad que las circunstancias requieren. No acaba de asestar estocadas contundentes en tanto flanco débil e indefendible que mantiene su enemigo. Faltas graves que pueden hacerlo tambalearse, tumbarlo.
Para algunos, la oposición continúa personalizada y fragmentada, primando todavía la promoción y la ambición personal. No cierran filas con el PRM y pierden un tiempo precioso. El pueblo mondo y lirondo percibe el zigzagueo y la carencia de unidad; el proceso va lento y no impacta lo suficiente.
No van, con el cuchillo en la boca, al cuerpo a cuerpo contra Danilo Medina. Dan a entender que hay “Poco arroz para tanto pollo”. Sabiéndose que el almacén de arroz está a la mano, ni lo buscan ni lo cocinan. Se podría decir que le vienen tratando con cierta diplomacia y condescendencia. No logran fusionar el pecador con sus pecados, haciéndole el juego a la estrategia reeleccionista.
Otra cosa: el público quiere caras nuevas, refrescantes, al lado del candidato opositor y de la vieja guardia política. No se debe perder de vista que muchos personajes de antaño resultan antipáticos.
En pocas palabras, arrancarle- de eso se trata de arrancar sin escatimar esfuerzos- esos doce puntos al gobernante actual requiere menos promesas, caravanas, y discursos. Necesita denuncias que hagan temblar la tierra. Es inexplicable, quizás negligente, que ante el desastre ambiental, moral e institucional causado a esta nación por el PLD no se exhiba una oposición más aguerrida.
¿Acaso no van a sacar una lección de lo que ha venido haciendo el Partido Republicano con Hillary Clinton, hasta irle resquebrajando su candidatura? Y eso, que ella tiene menos cola donde pisar que Danilo.
La diferencia, si pensamos en la última cifra y no en la primera, no es tanta. Ese 44 por ciento que aspira al cambio anda frustrado queriendo crecer y deseoso de que sus líderes digan sin tapujo lo que ellos piensan. Desean que se pongan los pantalones, y que tiren al descocote. No deben olvidar: esta campaña no es fiesta de salón ; “esta es la fiesta de la enrama, se matan los hombres a palo y pedrá…”