Si queremos saber en qué nos hemos convertido como nación, nuestro desempeño en las elecciones primarias nos puede dar una idea bastante clara, pues estas elecciones han marcado un antes y un después, no por la novedad de escoger los candidatos de los dos partidos mayoritarios, tampoco por el voto electrónico, sino porque de este proceso salieron a relucir los vicios de construcción de esta pobre democracia que, paradójicamente, fue estructurada por el más afectado de este proceso electoral, Leonel Fernández, por y para mantener al PLD en el poder hasta el 2044, valiéndose del clientelismo, del populismo, de la mala memoria, de la poca educación que recibimos, de estómagos vacíos, y secuestrando la independencia de todos los poderes del Estado.

Sin embargo, el expresidente Fernández nos está dando la oportunidad de lograr la transformación que el país necesita para fortalecer la democracia y la integridad del órgano principal de este parto – perdón – proceso. ¿Por qué desaprovechar las diferencias dentro del PLD y el aterrizaje victorioso del principal partido de oposición en las primarias, si podemos exigirle a la Junta Central Electoral que haga cumplir la ley de partidos para que con miras al 2020, el PRM y los demás partidos de oposición puedan participar en un proceso, que, si no fuese impecable, al menos garantice que no promueva la impunidad, desde quien compra un voto hasta quienes compran voluntades?

La oposición debe dejar ya ese papel de víctima tras concluir cada proceso electoral, con las mismas denuncias y los mismos reclamos de los últimos 20 años, porque hacen que los electores pierdan la fe en que algún día habrá un cambio. A pesar de salir bien posicionados ante la sociedad, deben aprovechar la coyuntura cuestionando los defectos del proceso para que no sea Leonel que capitalice el poder que tiene la oposición en sus manos, y sea él quien termine haciendo lo que nunca se ha hecho, porque si su carrera no termina aquí, puede emerger como amo y salvador, a pesar de que si alguien sabe de activar todas las maquinarias y los poderes del estado para el beneficio de un candidato es él. Lo sabe porque en sus gobiernos esta práctica fue normal.

Leonel también sabe que a los compradores de votos nada más les falta emitir factura con comprobante para hacerlo legalmente, tanto como sabe que en las campañas electorales el gobierno se vale del presupuesto de sus instituciones y del uso y abuso de las figuras del gobierno para endosar candidatos. Sabe mucho de gastar miles de millones en propaganda en los medios de comunicación y redes sociales, de sobrecitos y picapollos, de manipulaciones y verdades a medias, y es de su conocimiento también que quien hace la ley, hace la trampa, pero mejor que nada sabe que cuenta con un pueblo que no sabe ni qué es la constitución ni qué es un software, mucho menos se imaginan qué son los algoritmos ni códigos fuente, y le está sacando provecho al miedo y a la ignorancia, por lo que si la oposición no interviene rápido, Leonel pudiese robustecerse aún con su propio partido en contra y esta posibilidad tiene que inquietar a sus rivales si es que aspiran a llegar a gobernar algún día.

Ciertamente causa ruido el desenlace del conteo del domingo entre los candidatos del PLD, pero Leonel no debe de ser la estrella que brille en esta prueba que atraviesa nuestra democracia ni los candidatos de los partidos de oposición pueden darse el lujo de no hacerse sentir para dejar que sea una lucha exclusiva del danilismo vs leonelismo. Se trata de solicitar que las elecciones sean un proceso transparente, un juego limpio para todos, y velar para que en las próximas elecciones se imponga la justicia en los procesos electorales para no terminen con el rabo entre las patas, nuevamente.