Salvo por el surgimiento de imprevistos contratiempos durante la gestación, en la especie humana todo acoplamiento con fines reproductivos debe esperar el transcurso de 9 meses para recoger sus frutos. También me parece extrapolable dejar discurrir un lapso de igual extensión cuando se desea evaluar, inventariar los resultados alcanzados durante el ejercicio, la gestión de un funcionario público, que como el Sr. Benítez agotará ése espacio de tiempo en este mes de febrero.
Napoleón fue un personaje tan influyente, que al fugarse de la isla de Elba donde estaba prisionero, regresó a París en 1815 inaugurando un nuevo mandato que únicamente duró 100 días. Sólo en atención a este detalle desde entonces se acostumbra emplear la expresión “los primeros cien días” para pasar balance a los 3 meses y 10 días del inicio de una administración. Sin embargo, me parece muy poco tiempo para pasar revista, prefiriendo como el humano embarazo que pasen mejor 36 o 37 semanas para valorar adecuadamente.
Cuando fue designado en el premonitorio mes de las flores y del agricultor – Mayo 2018 – advertí al final de un artículo publicado en este mismo diario digital el día 25 del referido mes titulado “Osmar Benítez: el mesiánico ministro de Agricultura”, que tanto los técnicos, productores agropecuarios y gremios que los nuclean deben estar seguros que las disposiciones e iniciativas que asumiría el Sr. Benítez durante su mandato sería lo mejor y más apropiado que podrá implementarse al simbolizar y representar nuestro mejor momento.
Esta y otras afirmaciones me las inspiraba su trayectoria como líder de la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD); su continuo avistamiento en las instituciones del sector y las recomendaciones de amigos muy cercanos que por años laboran junto a él. Sin embargo nada ha sido tan aleccionador con respecto a sus universales conocimientos, evidente talento y profunda sabiduría como acompañarle en reuniones, encuentros y sesiones de trabajo donde asiste con regularidad.
Inicialmente confieso no llevar un registro personal sobre sus principales ejecutorias en el ministerio, pero en este trabajo intentaré mencionar las más representativas de la que llamo “Operación Lázaro” – en alusión al personaje bíblico – calificativo que usualmente se aplica cuando al frente de un organismo se toman decisiones con la finalidad de poner término a la inercia, el marasmo que prevalece en la institución en la cual es nombrado un funcionario.
Porque su designación traía aparejada el mesianismo asociado a su vasto conocimiento de la agropecuaria dominicana, un evidente movimiento de confianza y esperanza surgió entre los técnicos y profesionales del agro que laboran en el ministerio, situación anímica, que como todos sabemos, favorece el fiel cumplimiento de las iniciativas tomadas en el Despacho. Imperaba un contagioso estado de optimismo que el tiempo no ha hecho más que consolidar.
El nuevo inquilino del establecimiento público localizado en el Km 6½ de la autopista Duarte en los Jardines del Norte de la capital dominicana, se distingue también por una asombrosa perspicacia, cierta malicia inteligente, por hacer observaciones aparentemente inocuas, y a menudo por ser directo, franco y en ocasiones despiadado – con sus amigos principalmente – que son aspectos identitarios que refuerzan la autoridad y el mando de los que está investido.
Ahora bien su versatilidad histriónica, su osadía en el escenario, su desparpajo para el humor, sus actitudes no excluyentes y sobre todo su total aterrizaje – no lo extravían las alturas ni resulta deslumbrado por las ceremonias -, despiertan en sus interlocutores una familiaridad, un grado de intimidad que propicia el diálogo y la consecución de soluciones que parecían inalcanzables.
Haber sido desencamado de la empresa privada y trasplantado a una institución pública donde la politiquería es motivo de la comisión de afrentosas designaciones, inexistentes funciones y salarios astronómicos, hizo que una de sus primeras providencias fuese la eliminación de esas malas hierbas que figuraban en nómina y el uso de esos fondos para el reajuste salarial de técnicos y designación de otros que sí se necesitan. Habían entuertos y diabluras inimaginables.
Para muchas personas sería inconcebible que profesionales agrícolas del ministerio, sin importar su edad cronológica o su antigüedad en el servicio, le temieran como al SIDA a la posibilidad de jubilarse, puesto que al hacerlo se le privaba del seguro médico. Ante este absurdo el ministro prometió, y ya está cumpliendo, que durante su permanencia en el cargo quien se jubile tendrá su seguro, y por esta resolución se le hubiese concedido en otro país un doctorado Honoris Causa por alguna Universidad que gradúe agrónomos.
Quizás le parecería banal a un observador ajeno al MA que su titular se concentre en el establecimiento de protocolos, normativas tendientes a regular el emprendedurismo agropecuario, al ignorar que aquí cualquiera con un capital puede poner una fábrica de estiércol o una curtiduría al lado de un local de CONANI. En muchos casos no se había legislado en este sentido o existían reglamentaciones que nadie respetaba o que ninguna institución invocaba.
Ahora advertimos que mediante Resoluciones que todos pueden consultar en archivo, para las fumigaciones aéreas se exige que sus aplicaciones tomen en consideración la existencia de escuelas, dispensarios médicos y zonas residenciales en las proximidades. Para la apertura de una granja avícola se requiere tomar en cuenta la presencia en la vecindad de un curso de agua, cultivos agrícolas y el tratamiento final dispensado a los residuos. La importación de huevos y pollitas está también regulada. Es decir que el celo disciplinario del ministro está arrojando mucha luz al final del túnel.
Al intervenir como invitado en “Dialogo Libre” en diciembre pasado, Benítez, empleando un vocablo muy vernáculo expresó que las instituciones del sector no se coordinaban entre sí en sus actividades, advirtiendo que con su nombramiento nada ni nadie podrá andar a la pastoriega, o lo que es lo mismo, desordenadamente, sin control, empezando desde luego por el organismo rector de al política agropecuaria del gobierno. Este término no figura en ningún diccionario o enciclopedia.
Parecía ser una divisa común a todos los ministros que le precedieron aquel mezquino proverbio de que las deudas nuevas hay que dejarlas envejecer y las viejas no se pagan, pues a los proveedores del MA se les pagaba a discreción, según la voluntad del titular. Hoy las tornas han cambiado existiendo un ejercicio financiero denominado Reconocimiento de deuda que hasta el momento ha erogado más de 400 millones de pesos amortizando incluso acreedores de la gestión de Eligio Jáquez. Ahora a la institución se le otorga crédito sin temor alguno.
Quien trabaje o haya visitado el ministerio en las últimas semanas estará muy irritado al no encontrar espacio para estacionar su vehículo en los parqueos del mismo, ya que el frontal – que es el más amplio de todos – está ocupado al completo por equipos pesados, camionetas, motocicletas y rastras a distribuirse próximamente a las diferentes Regionales. Esta exhibición es todo un espectáculo no observado con anterioridad, y a la vez indicativo del interés del ministro en el fomento de la productividad nacional.
La categorización de los técnicos para que cada cual reciba un sueldo de acuerdo a su formación académica y antigüedad en sus prestaciones; la implementación de un nuevo horario de trabajo para así extender el tiempo de ofrecimiento de los servicios que brinda la cartera, y que el ingreso de los nuevos profesionales al ministerio – el relevo – sea fruto de un concurso, una contratación, se inscriben entre los lazareños esfuerzos de Benítez para rescatar la dignidad de la institución.
Señores, no hay lugar a dudas de que alguien procedente de la empresa privada – como es el caso de Osmar – al llegar a un ministerio que como el de Agricultura se caracterizaba por una desidia, indolencia e informalidad ancestrales, le infundiera apetitos de corrección, de cirugía, y por ello también ha emprendido a escala nacional un significativo programa de rehabilitación, reparación y remozamiento de toda su infraestructura física que estaba en la mayoría de los inmuebles en estado deplorable.
No debemos omitir que no obstante su hiperactividad y enérgico dinamismo, los logros internos alcanzados por el ministro hasta el momento no serían posibles sin el equipo profesional que le asiste entre los cuales debemos destacar en primer término a tres damas: Doña Aida Pichardo de Calderón, Siomara Cruz y Claudia Chez. En segundo lugar a una troika testicular: el incombustible Chichi de Jesús, el sagaz asesor Joaquín Díaz y a la estrella burocrática en ascenso el Lic. Eladio Contreras Reyes.
A nivel de campo sus apuestas prioritarias son: fortalecimiento de los servicios de sanidad vegetal, el incremento de nuestras exportaciones y de la seguridad agroalimentaria, así como la modernización e innovación de nuestra agricultura. Desde luego, en toda actividad donde uno de los actores principales sea la naturaleza, los progresos y logros alcanzados estarán sujetos a sus bondades o vicisitudes. Tampoco debemos soslayar la importancia de un oportuno respaldo presupuestario y las eventualidades derivadas de un año pre- electoral y del próximo de índole comicial.
Como refería en mi artículo de mayo del pasado año, la administración de Benítez a nivel de campo puede verse lastrada, deslucida por inconveniencias climáticas fortuitas, casuales como sucede en la actualidad con la intensa sequía que afecta la producción bananera, lechera, arrocera y cárnica particularmente en la Línea Noroeste, con riesgo de prolongarse hasta abril venidero. El combate contra estos y otros desastres distraen recursos imprescindibles al fomento agropecuario.
He sido testigo de un hecho demostrativo de que los tiempos están cambiando en el ministerio: hace pocos días el responsable del incinerador del MA en el aeropuerto de “Las Américas” estaba esperando un combustible en el vice – ministerio de Extensión. Provisto de un reluciente chaleco amarillo que lo identificaba como empleado de la institución y con el encuadramiento propio de un militar, me aseguró con mucho orgullo y determinación cuáles eran sus humildes funciones. Su actitud de pertenencia a una institución seria, respetable, hubiera provocado un indisimulado deleite en el ministro.
Aunque aún resta mucha tela por donde seguir cortando, debo concluir indicando que hoy se experimenta en el MA un vivo y real saneamiento a todos los niveles, no avergonzándome de manera alguna al expresar que si como él dice el año próximo abandona la cartera, al hacerlo por una puerta yo lo haré por la otra, en vista de que nadie que lo reemplace – de sustituirlo jamás – tendrá los conocimientos y la vivencias que ha revelado el Sr. Benítez. Nada resulta tan satisfactorio y gratificante como trabajar con una persona inteligente y experimentada.