El nuevo Estado autoritario es un panóptico, esto es, un lugar para la vigilancia y el control. El ojo vigilante acecha. Ordena, lee sueños del otro y de los otros, tal y como ocurre en la novela El palacio de los sueños, del escritor albanés Ismail Kadaré. Las nuevas cárceles están en nuestras casas. Volver a la calle genera conflictos con la vida misma. El barrio y sus derivas atacan al nuevo estado de reclusión. Para las subculturas, la policía, el ejército y las demás fuerzas coercitivas son sus “enemigos”. El sujeto marginal se siente perseguido por ese ojo oficioso y oficial represivo y normalizador. Las provincias “glocales” están aterrorizadas.
En nuestro caso, las detenciones de ciudadanos por violar el toque de queda, en la capital y en algunas provincias y lugares del país, empiezan a crear males peores. Pues la detención crea las posibilidades de contagio, debido a la interacción cercana del, o, de los recluidos en cárceles o en lugares usados para encarcelar. De ahí que la reacción del “cautivo”, del “detenido”, empieza a ser violenta y responsiva, tal y como lo hemos visto en estos días en los diferentes barrios de Santo Domingo y en las provincias, secciones rurales, suburbanas o interurbanas.
Lo local se vuelve global y lo global se convierte en local creando, de esta suerte, un poder “glocal” como proyección de una estrategia coyuntural, pero sobre todo multicultural.
El panopticum o panóptico resulta un sistema biofuncional de control y vigilancia. El sujeto vigilado se convierte en sujeto perseguido, ilegal en su propio ámbito. El espacio-tiempo de la reclusión familiar se lo traga, le cobra con efectos, afectos y hábitos su propia huida del núcleo tradicional. El cuerpo “recluido” reacciona violentamente al grillete ideológico. La calle pone en conflicto a la casa como hogar posicional.
Se trata de un nuevo trazado que engendra nuevos comportamientos codificados como respuestas contra el estado familiar tradicional y pequeñoburgués (bajo o acomodado). La irracionalidad de la alta y la baja clase media obliga a recomponer, a reforzar sus propias narrativas ideológicas, politizadas en sus transcursos familiares, laborales, morales, psicológicos y otros que inciden, por lo general, en el sujeto público o privado.
¿Qué sucede hoy en la República Dominicana? La mirada política, luego de la escena difusa y confusa del Covid-19 particulariza y a la vez promueve una doxa (opinión, juicio, supuesto cultural o poder), indicadora de un malestar cultural que recuerda las diversas fracturas de un pensamiento y de un cuerpo “positivos” o negativos. Ambos cuerpos necesitan hoy una “prueba”, pero no solo bioanalítica o médica, sino también “ideológica, hermenéutica, para descubrir dos estados del ser “glocal”.
El nuevo “actor” o sujeto social marcado por las diferentes catástrofes de nuestros días, obliga a replantearse el mundo de hoy como suma de otros mundos nacionales y multiculturales; pero también obliga a pensar las nuevas amenazas que acosan al sujeto público y al sujeto privado; al sujeto individual y al sujeto colectivo.
¿Susan Sontag, y, o Michel Foucault? ¿Interpretación, contrainterpretación, enfermedad o vigilancia de la nueva clínica? Leer, vigilar; castigar y enfermar. Verbos que conjugados aluden a ciertos giros del presente.
La enfermedad y sus metáforas. Tecnologías del yo. Historia de la locura. Nacimiento de la clínica. Crítica de las instituciones sociales e historia social de los dispositivos de represión y normalización construyen la era del bioterrorismo y las actuales catástrofes, discursos y conflictos epocales.
Dichas oposiciones o relaciones construyen hoy metáforas del nuevo virus, la retórica de una nueva catástrofe mundial. El cuadraje de un epicentro relativo a la biopolítica actual asegura en muchos casos los nuevos gestos de los gobiernos actuales, pero también el llamado “Estado de excepción” o exclusión (en la cardinal del filósofo Giorgio Agamben), que poco a poco y en proceso va creando rizomas ideológicos y políticos aprovechados por cierto liderazgo politiquero que banaliza y aprovecha los eventos posibles del llamado “Estado de bienestar”, explotado “cínicamente” por candidatos arruinadoso presentificados como los nuevos salvadores de una gobernanza tóxica y autocrática vestida de laureles oficiales y oficiosos.
Así, las miles imágenes de mundo que surgen de la “virología” política y sus ramajes ideológicos, constituyes acciones a seguir por parte de “compromisarios” de proyectos fracasados como imágenes o cuerpos artificiosos de la nueva productividad biosensible y biomédica. Se trata de un orden de la “salud” social que exige de la mirada médica diversas codificaciones contextuales del actual momento patológico, patográfico y difusional. Los eventos que arropan a nuestro país en el presente plantean un nuevo modo de pensar las acciones políticas, culturales, artísticas, educativas, literarias e institucionales, entre muchas otras. La reclusión, la enfermedad moral, física y corporal crean la posibilidad de una ruptura, una re-visión del pensar y del pensamiento críticos.
De ahí la oportunidad de asumir un trabajo a favor de “los anormales”, tal y como lo ha planteado Michel Foucault para los tiempos de crisis y la perspectiva de “la verdad de las formas jurídicas”, así como de una “hermenéutica del sujeto” actual. Esta concepción de un discurso de la genealogía, la historia, el archivo y la “arqueología” de los territorios políticos, filosóficos y culturales intenta activar una nueva lectura-ruptura crítica de los actuales modos de “vigilar y castigar” al sujeto contemporáneo.