Las redes sociales se han convertidos en el medio de prensa más importante, donde los escándalos, por más desagradables que sean, se debaten por un día o dos y luego se olvidan. Los funcionarios a los que les corresponde resolver el problema que se hace viral en las redes han desarrollado la habilidad de prometer que solucionarán todo. La fiebre en las redes es momentánea y un tema desplaza a otro, sin percatarse si el problema se solucionó o no.
Nadie habla de la tragedia de Polyplas (una explosión dejó siete muertos, decenas de heridos y daños a propiedades). La prensa tradicional y las redes borraron el tema con “mierda de gato”, un dicho que se usa para referirse a un hecho, algo o alguien del que nadie se acuerda. O no se quiere acordar.
Cuando el país se preparaba para celebrar la Navidad, nos ruborizamos con la información de que cuatro niños murieron al ser mordidos por perros con rabia en Pedernales. Para que “coronemos”, la madre del último niño muerto ofreció la infausta noticia de que se presentó la emergencia de trasladar su hijo a un hospital de la capital; pero tuvo que pagar al chofer de la ambulancia y comprar el combustible. De ese hecho nadie habla.
Fue virar en las redes (29 y 30 de diciembre de 2018) la amenaza del senador Prim Pujals Nolasco, de 75 años, a una persona que lo insultó porque dizque, valiéndose de su poder, no quería hacer la fila de un banco. Circuló el video donde se ve al senador que le pregunta a un hombre que si está armado para que, en un duelo al estilo el Viejo Oeste, se maten a los tiros. Entre un insulto y otro, le decía “maldito negro”, lo que se vio como una ofensa racista. Se hizo una campaña para que el legislador fuese destituido. Nunca hubo respuesta de la Presidencia del Senado y del tema nadie se acuerda.
En medio de la frecuente agitación sobre racismo, denuncia de una invasión haitiana a RD, corrupción en la frontera; mataron un militar dominicano, en un incidente en que murió un haitiano. El presidente Danilo Medina ascendió a cabo de forma póstuma al militar muerto y al compañero de patrulla que mató al haitiano lo condecoró. Ese escándalo fue completamente opacado, por un grupo de jóvenes que embadurnaron la Bandera Nacional con heces fecales, mientras lanzaban excrementos a la sede de la Suprema Corte de Justicia, justo el Día del Poder Judicial, el siete de enero de 2019.
Aunque lo hicieron en protesta contra la corrupción en la Justicia, el hecho ha recibido la repulsa generalizada de la población, que ha entendido que hubo una ofensa al símbolo patrio: piensa que la forma de protesta es desagradable-radical, aunque persiga un fin justo.
Ese tema pasa al olvido, todo el mundo se concentra en el asesinato de un coronel de la Policía en Baní, mientras la prensa tradicional y las redes se hacen decenas de preguntas que, algunas, solo el muerto las puede responder.
Las preguntas más recurrentes son: ¿Por qué el coronel andaba haciendo inspección o inteligencia de peligrosos puntos de vender drogas sin chalecos antibalas y la debida seguridad? ¿Fue traicionado por una trama dentro de la propia PN o la DNCD? ¿Era un oficial honesto, andaba cobrando peajes? ¿Lo mató el narco para enviar un mensaje? ¿Hay una campaña para desacreditar al oficial muerto? Se estarán haciendo los debates y cuestionamientos hasta que otro tema lo desplace.