Con esto ellos mismos se preparaban tiempos difíciles,

porque aquellos cuyas maneras de vivir trataban de copiar

y a los que querían asemejarse en todo,

iban a convertirse en sus enemigos y en sus verdugos”.

2Mac. 4:16

La Concertación de Partidos por la Democracia, que dirigió Chile durante dos décadas a partir de 1990, fue derrotada en la elección presidencial de 2010 y debió entregar el gobierno al empresario y ex senador Sebastián Piñera. Sin intentar profundizar sobre las diversas causas de la pérdida de las elecciones después de 20 años en el gobierno, vale destacar la molestia de sus integrantes por el proceso interno de elección de su candidato presidencial, calificadas en buen chileno como “primarias truchas”.

Cuatro años después la Concertación fue superada por una nueva alianza política que incorpora al Partido Comunista, al Movimiento Amplio Social (MAS) y a la Izquierda Ciudadana cuya primera prueba salvada con éxito fue la modalidad de elección de su candidatura presidencial. Un senador que se negó a participar en primarias, ocupa ahora una cómoda oficina de un centro de estudios.

Las elecciones primarias presidenciales, que en Chile están normadas por ley, son simultáneas y voluntarias, tanto en cuanto a la participación de los partidos como a la de los electores. Quienes decidan participar deben sujetarse a resultados que son vinculantes.  En otras palabras, quien participa en las primarias y pierde, sabe que el órgano rector electoral no le aceptaría ser inscrito por algún otro partido u organización en la boleta electoral.

El 30 de junio del 2013 se realizaron en mi país de origen dos elecciones primarias presidenciales y en las de la coalición “Nueva Mayoría” compitieron una candidata y tres candidatos con los apoyos y resultados que se anotan: Michelle Bachelet, 73 % de los votos con el apoyo del Partido Socialista, el Partido por la Democracia, Movimiento Amplio Social, la Izquierda Ciudadana y el Partido Comunista de Chile. Andrés Velasco, Independiente con el 13 %, Claudio Orrego de la Democracia Cristiana obtuvo el 9 % José Antonio Gómez del partido Radical un 5 %.

El padrón electoral utilizado fue el del Registro Electoral.  Sin embargo, como se trataba de primarias simultáneas se empleó una modalidad que impedía que quienes figuraban como militantes de partidos integrantes de una coalición pudieran votar por candidatos que no fueran de la coalición en la que participaban sus partidos. Los independientes, en cambio, tenían la posibilidad de votar por cualquiera de los candidatos de las coaliciones en competencia.

No cabe duda que la antigua Concertación tuvo un cambio importante: se debe observar con atención que creció hacia la izquierda y que son de ese espacio político, social y cultural todos sus nuevos integrantes, lo cual posibilita, en primer lugar, la incorporación en las tareas de profundización de la democracia a esos sectores, al tiempo que ayuda (aunque no sea ése el objetivo) a que no sigan proliferando dirigentes que, alejados de la realidad, van desarrollando una capacidad nada despreciable de “hablar solos” a un contingente cada vez más numeroso de “ex compañeros”. En segundo lugar, muchas de las políticas del Estado que ha sido puesto democráticamente a ser administrado por la “Nueva Mayoría” ponen atención a asuntos que sin duda son patrimonio del mundo progresista: reforma tributaria para financiar los cambios en la educación (no la impulsaría jamás un empresario como el ex presidente Piñera), la reforma a la educación concebida ésta como un derecho (fin del lucro, gratuidad y calidad), políticas que buscan combatir la discriminación, derecho a voto para los chilenos en el extranjero, el fin del sistema electoral binominal y el cambio de la Constitución, sobre cuya necesidad hay acuerdo en la Nueva Mayoría y se han iniciado las discusiones acerca de su modalidad.

El largo proceso de búsqueda de acuerdos desde finales de la dictadura, un proceso de transición lleno de luces y sombras, la crisis final de la Concertación, su apertura hacia la izquierda y, ahora Michelle Bachelet, le dan a la “Nueva Mayoría” su carácter de marca registrada.