La COVID-19 ha impactado fuertemente las estructuras socioeconómicas a nivel global y las instituciones de educación superior no fueron la excepción. Las medidas de “distanciamiento social” tomadas en el mundo para mitigar la velocidad de contagio impulsaron un contexto digitalización forzosa y un aumento súbito del teletrabajo. En el caso de las Universidades, en apenas semanas la educación virtual que se usaba en gran medida como un mecanismo de soporte a la docencia, paso a ser el mecanismo pedagógico aprovechable para mantener el proceso de enseñanza aprendizaje. Algunas instituciones educativas pudieron ser creativas y potencializaron el uso de la virtualidad para seguir desarrollando sus actividades de extensión, investigación y la propia gestión Universitaria.
En el caso de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, con cerca del 50 % de la matricula estudiantil del sistema nacional de educación superior, esta logro un salto paradigmático al pasar de 300 secciones virtuales a más de 30 mil secciones en cuestión de semanas, a pesar de lo inesperado del evento y las grandes limitaciones presupuestales. El liderazgo de la UASD a todos los niveles se puso a prueba para lograr estos objetivos, para salir airoso y probarse en gestión de riesgos y manejo de crisis, pues tuvo que lidiar con el grado natural de resistencia al cambio, en principio por una importante parte de su población, pudiendo ser las causas normales de miedo a lo desconocido, temor al fracaso, resistencia a experimentar, temor a no poder aprender, incertidumbre y otros factores propios de organizaciones cuya cultura organizacional está muy arraigada, y el sistema de carrera docente y administrativa facilita que la gente permanezcan en la instituciones laborando por muchos años, como ocurre en muchas universidades europeas y de América Latina. Este liderazgo también tuvo que enfrentar una asimetría significativa entre los docentes y estudiantes en materia de uso y acceso a las tecnologías.
A nivel global, producto de esta necesidad de adaptación al cambio, las universidades se han mantenido a flote en medio de la pandemia. En el caso de la Rep. Dom. Contamos hoy en día con docentes, estudiantes y empleados universitarios con mayor dominio de las Tics y quienes han mostrado una resiliencia ejemplar. Todo esto sin dejar de reconocer las posibles secuelas del COVID 19 en la educación superior. En el futuro inmediato los gestores universitarios tendrán que medir cuales pudiesen ser los impactos de esta virtualidad total y repentina y su impacto en los índices de deserción estudiantil, de retención, de progreso académico y evaluar los niveles de aprendizajes en esta modalidad de virtual y en la satisfacción de los servicios administrativos, así como evaluar su incidencia en el incremento de la pobreza y de las oprobiosas desigualdades sociales en extremo.
En estos momentos se ha estado debatiendo a nivel nacional e internacional la pertinencia o no del retorno a los sistemas de educación presenciales totales y/ o híbridos mediante una desescalada. Las instituciones que tienen por lo menos los recursos mininos están trabajando para la transformación de espacios de trabajo, apertura de servicios, de estructuras, de finanzas, laboratorios tecnológicos y virtuales, así como redefiniendo el concepto de presencialidad y de rediseño curricular. Además, evalúan la reestructuración de las escuelas para una mayor operatividad, más inversión en equipos y plataformas tecnológicas, entre otros. Afortunadamente con ahorros internos, producto de un régimen de austeridad y apoyos puntuales del poder ejecutivo, la UASD no ha sido la excepción en dar los primeros pasos en varios de estos aspectos.
Finalizando este mes de agosto el sistema dominicano de educación superior ha estado apostando aplicar pilotos de modelos híbridos. Esto es un escenario complejo y muy retador a nivel local e internacional, estimando que lo virtual o el resultado de la combinación entre lo virtual y lo presencial motivará a las universidades a incurrir en nuevas adaptaciones, nuevos estilos gerenciales, dotar de nuevas competencias a los docentes, grandes inversiones, programas, planillas pedagógicas, así como volver adecuar sus modelos de evaluación y de enseñanzas.
Cuando hablamos de universidades pequeñas y medianas, pensamos en las dimensiones y el número relativamente bajo de distintas variables que inciden en los cambios, se entienden que estas pueden proyectar inversiones manejables, por supuesto acorde a la realidad de cada institución, pero cuando hablamos de la UASD, una de las 5 macro universidades de Latinoamérica, con su sede central en la capital, Santo Domingo, y tiene recintos, centros y sub-centros en 18 de las 31 provincias, entonces debemos evaluar todo desde perspectiva holística. Podemos citar algunas adaptaciones que se recomiendan para reducir el riesgo de transmisión y que han estado implementándose como proyecto piloto en algunas universidades del sistema nacional e internacional, como manejar aforos reducidos por aulas, programación y reserva de aulas para encuentros puntuales planificados, encuentros simultáneos retransmitidos, distanciamiento de 1.5 mts para cada lado, o 6m2 por estudiante en aula y laboratorio, disposiciones de gel por pisos, agua jabón y papel , señalética, personal permanente para velar por el cumplimiento de las medidas de distanciamiento e higiene, limpieza por aula al concluir cada sección, esquemas de vacunación completo y registrado en la plataforma universitaria, limpieza cada 2 horas de áreas de alto contacto pasamanos, manecillas de cursos, áreas de almuerzo, ventilación regular de aulas, por tanto, cuando observamos estas y muchas otras variables, podemos entender que algunas de estas medidas apenas se pueden implementar para grupos y universidades pequeñas, y si dimensionáramos este pequeño grupo de medidas a gran escala, entenderemos mejor a la UASD como la macro universidad que es, con su compleja estructura y con sus graves limitaciones presupuestales.
Desde nuestra experiencia gerencial, en casos como estos no recomendamos depender de juicios instantáneos, motivados por emociones e impulsos, incluso ahora más que nunca es que recomendamos pensar "despacio", usando la razón, la lógica y la deliberación para considerar nuestras opciones, lo cual de alguna manera ha sido también señalado por la Rectora de la UASD Maestra Emma Polanco Melo, como una muestra de que ha estado muy atenta a lo que acontece a nivel mundial. Prueba de lo complejo que aún resulta en estos momentos la docencia presencial e inclusive una desescalada hacia lo hibrido, cuando hablamos de macro universidades, lo podemos ver en los siguientes casos:
- La UBA Universidad de Buenos Aires definió la modalidad de cursada para el 2021. En principio, al igual que el año pasado, será casi completamente virtual, pero también incluirá un componente de presencialidad por facultades para aquellas materias prácticas.
- La UNAM Universidad Nacional de México informó que, tras casi año y medio de haber suspendido las clases presenciales, ha fortalecido su infraestructura de educación a distancia, para lo que gracias a su presupuesto con que cuenta (el presupuesto por estudiantes más altos de las Universidades pública de América Latina) implementó apoyos de cómputo y conectividad para docentes y estudiantes. Unos 360.000 estudiantes de esa Universidad, la más grande de América Latina, iniciaron el pasado lunes 23 de agosto el curso 2021-2022 de manera virtual debido a la pandemia por covid-19, informó la institución en un comunicado.
Una desescalada bien reflexionada para volver a la presencialidad que muchos añoramos será parte de la herencia del Covid-19 y nos ponen a repensar para los próximos años todo lo relacionado a la salud económica de las universidades, su sostenibilidad financiera, las oportunidades de mejoras y de potencialización de la docencia hibrida, la necesidad de seguir avanzando en la implementación de instrumentos de medición, y los efectos sociales y psicológicos de la pandemia. También nos invitan a reflexionar sobre los perfiles y competencias de los futuros gerentes y docentes universitarios, ya que se requerirán en la post pandemia gerentes universitarios innovadores, experimentados en gestión de crisis, con disposición hacia el uso intensivo de las tecnológicas y las redes sociales, comprometidos socialmente, con energías, deseos de aportar y con un liderazgo que permita hacer realidad el nuevo rumbo de las instituciones de educación superior, mediante el manejo eficiente y eficaz de sus recursos humanos, financieros y tecnológicos.
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Alexi Martínez Olivo es Decano Facultad de Ciencias económicas y Sociales de la UASD y candidato a la Vicerrectoría Administrativa. Con Máster Internacional en Gerencia Universitaria y Maestría en Administración de Empresas, Así como especialista en gestión pública, en desarrollo organizacional y en gestión de Recursos Humanos