“La organización es la forma de mediación entre la Teoría y la Practica” Lukács

La creencia en que la superioridad numérica es el factor más importante en el resultado de un combate, la estrategia de impacto y pavor, y la idea de que cuanto más grande sea el martillo mejor será el resultado, todo esto es absurdo en la actual realidad.

No podemos seguir repitiendo lo que aconteció en 1915, durante la primera guerra mundial, donde las tropas del frente occidental luchaban prácticamente de la misma manera que la de Waterloo en 1815, atacando en forma cerrada, pese a la aparición de la ametralladora y la artillería explosiva, verbigracia: En Vietnam cuando la estructura organizativa militar de los sesenta, no muy distinta de la de hoy, hizo que los responsables decidieran librar una guerra de grandes unidades contra un gran número de unidades rebeldes de pequeños tamaños. El resultado final: ¡Más de 500,000.00 mil soldados desplegados, incontables miles de millones de dólares gastados y una guerra perdida!

Hay que retornar a la estrategia Alemana de la Guerra relámpago, que gracias a ella obtuvo una victoria magnifica Federico El Grande, quien  batió en Lerther a 80,000 austriacos con unos 30,000.00 hombres, en Rossbach a 50,000.00, con 25,000.00 combatientes.

Haciendo un ejercicio de retrospectiva de este análisis con el viejo tipo de organización partidaria, es decir, de estructuras grandes, donde el individuo es tenido en cuenta solo como “masa amorfa”, como número o, como objeto. Este tipo de estructura genera una imposibilidad objetiva de intervenir en la marcha de la historia mediante una acción consciente; además este tipo de estructura y la visión que se tiene del individuo, se refleja en el plano de la organización en la imposibilidad de formar estructuras partidarias políticamente activas, que estarían llamadas a ser las mediadoras entre la acción de cada adherente particular y la actividad política del partido.

Estas viejas estructuras no son activas en un sentido histórico objetivo,  lo que significa, que no hay una participación directas de las masas en los planes de trabajo y estrategias partidarias, razón por la cual su función es contemplativa frente al curso de los acontecimientos políticos internos y externos. En consecuencia, se manifiestan necesariamente en ellas dos concesiones igualmente falsas sobre el curso de los acontecimientos internos y externos que son interdependientes y aparece siempre al mismo tiempo: 1) una sobre estimación voluntarista de la importancia activa del jefe del partido o de la dirección; 2) una subestimación fatalista de la importancia de las masas y del individuo.  En efecto, el partido se articularia en una parte activa y en una parte pasiva, y la segunda debe ser puesta en movimiento solo ocasionalmente y a las ordenes de la primera; parece ser que ese es su objetivo.  “La libertad” que puede existir para los miembros del partido es, por consiguiente, solo la libertad de juzgar los acontecimientos que se desenvuelven de manera fatal o los errores del jefe del partido y de la dirección política.

En  los partidos mayoritario donde las decisiones las toman el presidente y el secretario general, como parte activa; la parte pasiva, las masas, la multitud, los individuos, solo son espectadores y participan de alguna manera, pero jamás profundamente con toda su personalidad; por eso el fracaso estratégico de sus decisiones son solamente responsabilidad de ellos, porque la responsabilidad total de sus miembros nunca pueden ser englobadas por tales organizaciones.

En tal sentido, los partidos están compelidos a  crear  una estructura nueva, en la que todos pasen  a ser parte activa, y que todos tengan que asumir la responsabilidad de las decisiones estratégicas, porque ha sido parte de nuestra personalidad. Una estructura ágil, que pueda hacer ataques relámpagos y que debiliten a sus oponentes y le bajen su moral  es la estructura ideal. Más aun la nueva estructura debe tener una organización que se aparte de la burocracia vertical de la era industrial, hacia una estructura más reducida, eficiente e innovadora que fuera adecuada para la era digital global, donde todos estamos vigilados.

Estas estructuras deben de estar fundamentadas en el principio del análisis histórico de muchos y pequeños, que es mejor que poco y grande. De ahí que los organismos  deben ser reducidos en tamaño y generar nuevos organismo para cumplir con “lo de mucho y pequeño”. En tal sentido los comités de los colegios electorales debe de tener un máximo de 15 y un mínimo de 3 personas. Las zonas deben estar compuestas por no más de 10 colegios electorales y las regiones no deben de estar compuesta de no más de 10 zonas. Esto así por aquello que dijo Carl Von Clausewitz de que “cuanto más pequeña es una masa de tropa tanto más fácil es moverla… cuanto mayores se hacen las masas tanto mayor se hace la necesidad de la división… la necesidad de división es, por decirlo en términos aritméticos, inversamente proporcional al peligro de la misma. Cuanto menores son las partes, tanto más tienen que apoyase en unas a otras, cuanto más grande, tanto más tiempo pueden quedar abandonadas asimismo,…, “ porque la división en columna se produce principalmente para abreviar y aligerar la marcha pues un número pequeño siempre marcha más rápido y con más comodidad que uno grande”.

Otro aspecto que se debe tener en cuenta al momento de las creaciones de las nuevas estructuras, es que estas deben de estar acorde con el Estado que nosotros queremos dirigir. En este aspecto hablar de organismos tan grandes como: Frente Agropecuario, Frente de la salud, Comisión Económica,  Frente de profesionales y Técnicos  etc,  podemos afirmar que está desfasado. Estos son demasiados grandes. Hay muchas instituciones que tienen presupuesto autónomo y sus profesionales son especialistas en aéreas diferentes; el Estado y los partidos están como el cuerpo humano que hay que crearles especialistas de sus áreas, no es lo mismo un especialista en recaudación, un secretario de finanzas, un superintendente  de bancos, un Contralor, Banco Central, Aduanas, Superintendencia de Valores, Tesorería, Presupuesto, Secretariado Técnico de la Presidencia (Ministerio de Planificación y Desarrollo);  todas esas instituciones son del área económica, por lo que requieren que cada área tenga su estructura dentro del partido y sean ella las que hablen de los problemas técnicos de cada área, y no una llamada Comisión Económica o el Presidente o secretario general del partido , que es posible que tengan mucho conocimiento, pero no son especialistas en una área  determinada. Esto mismo sucede en el área de salud donde hay un ministerio de salud pública, un seguro social, un consejo de seguridad social, una TSS, una Superintendencia de Salud y de Pensiones, Dida y la Sisaril.