Oportunidades y desafíos de la  nueva era demográfica para América Latina

En el caso de América Latina y el Caribe, las sociedades (juveniles, adultas o envejecidas) tienen desafíos comunes, pero también algunos específicos. América Latina y el Caribe atraviesa actualmente una etapa singular, en la que se solapan desafíos generados en las primeras fases de la transición demográfica con los propios de transiciones avanzadas. El contexto demográfico de trasfondo de las decisiones de políticas públicas indica que la región se beneficia actualmente, y por cierto espacio temporal, de las ventajas potenciales del bono demográfico. Esta es una gran oportunidad para avanzar en el campo de la igualdad. Al mismo tiempo, ya se avizora la siguiente etapa, la del impuesto demográfico, en la que el envejecimiento provocará presiones fiscales para sostener al menos tres sistemas: el de retiro, el de salud y el de cuidados. En cualquiera de los tres casos, las proyecciones de mediano y largo plazo advierten sobre la necesidad de implementar desde ya acciones y medidas para evitar que en el futuro se deterioren las condiciones de vida de las personas mayores y se generen situaciones de desigualdad catalizadas por la nueva realidad demográfica.

La reducción de la fecundidad tiene en el corto y mediano plazo efectos agregados positivos, especialmente por la baja y posterior estabilización de la población objetivo de la atención de salud materno infantil y del sistema escolar. Tanto o más importante que lo anterior es que la reducción de la fecundidad también modera la carga de crianza para los padres, lo que permite una mayor inversión en el cuidado y formación de los hijos y más opciones, en particular para las mujeres de todos los grupos socioeconómicos, que ven facilitado el “salir de la casa” para conseguir trabajo

Mientras que el bono demográfico es transitorio, la capacidad de financiar una educación de calidad para todos los niños y jóvenes debido al descenso significativo de su peso en la población es una característica permanente de las nuevas economías de América Latina. La gran reducción de la proporción de niños y jóvenes hace que sea posible extender a todos los beneficios de una educación de alta calidad de la que antes solo se beneficiaba una pequeña minoría. Al invertir en la juventud, los países promueven la igualdad y simultáneamente preparan la futura fuerza de trabajo para hacer frente a los retos del envejecimiento de la población.

El cambio demográfico en América Latina debido a la reducción del número relativo de niños y jóvenes en la población generará una disminución sustancial y permanente del costo asociado con la financiación de la educación, lo que permitirá un aumento significativo del gasto en educación por persona. Para la mayoría de los países de la región, la disminución de la relación de dependencia de la educación será de tres veces, es decir, se pasará de una población en edad escolar que fue de aproximadamente el mismo tamaño que la población en edad de trabajar a otra que será inferior a un tercio del tamaño de la población en edad laboral, lo que permitiría una triplicación de la inversión en la educación de la juventud sin ningún cambio en la inversión social total. El envejecimiento de la población, entonces, trae aparejado un cambio fundamental y permanente en estas nuevas economías: la posibilidad de financiar una educación de calidad para todos.

Si bien los cambios demográficos provocarán una reducción sustancial de la carga fiscal asociada al financiamiento de la educación, y posibilitarían una ampliación significativa de la cobertura de ese sector, también están dificultando de manera creciente el financiamiento de los sistemas de reparto de pensiones. En muchos países de la región, esta inquietud sobre la sostenibilidad fiscal a largo plazo de los sistemas públicos de pensiones condujo a su reforma, mediante la introducción de un sistema de cuentas individuales capitalizadas.

Si se mantuvieran los niveles actuales de generosidad de las pensiones (por ejemplo, en el caso del Brasil o Chile), estos cambios demográficos llevarían a grandes incrementos del porcentaje del PIB destinado a las pensiones públicas. Pero muchos países de América Latina han implementado reformas de sus sistemas de pensiones (algunos con la introducción de sistemas contributivos prefinanciados) que reducirán el impacto de estos cambios demográficos en los presupuestos gubernamentales y lo desplazarán hacia las familias y las personas. Aunque el envejecimiento de la población ejercerá una presión cada vez mayor sobre los sistemas de pensiones, es posible que su impacto en la atención de la salud sea aún más grande.

El gasto en pensiones públicas como porcentaje del PIB también es el producto de dos factores: el político y el demográfico. El efecto de la política se mide por la relación de generosidad de los beneficios: el beneficio promedio de pensiones por persona mayor (de 65 años y más) en relación con el PIB por adulto en edad de trabajar. El efecto demográfico se mide a través de la relación de dependencia de las personas mayores: la población de 65 años y más en relación con la población en edad de trabajar (de 20 a 64 años).

Es probable que las tendencias combinadas del envejecimiento de la población y el rápido crecimiento económico previsto para las economías de América Latina den lugar a un aumento rápido y sostenido del gasto en el sector de la salud. Una proyección reciente del CELADE de los costos de salud para el Brasil, Chile y México previó una duplicación del tamaño de ese sector en relación con el PIB de estas economías antes de 2060 (CEPAL, 2013b). Estos aumentos no tienen precedentes, pero son previsibles dadas las tendencias del envejecimiento de la población y los cambios en los tipos de atención que presta el sector de la salud a medida de que las economías se fortalecen.

Debido a que los gastos en salud destinados a las personas mayores son financiados principalmente por el sector público, es probable que su aumento se refleje en un incremento de los gastos del gobierno. Un estudio reciente sobre 10 países de América Latina encontró que para muchos gobiernos financiar los costos del sector de la salud probablemente represente un desafío mayor que la financiación del costo de las pensiones públicas. A pesar que el debate público se ha centrado en gran medida en las pensiones, es probable que el sector de la salud surja como un importante desafío fiscal de estas economías envejecidas.

En resumen, el caso de América Latina y el Caribe, la situación demográfica futura de la región ofrece tanto oportunidades como desafíos vinculados a la lucha contra la desigualdad; para aprovechar las primeras y enfrentar los segundos, es necesario implementar acciones inmediatas y estrategias de largo plazo. Estas pasan principalmente por dirigir las posibilidades de inversión que genera la actual etapa del bono demográfico, antes de que termine, hacia los destinos que producirán soluciones en el futuro: la educación y la salud, particularmente de los niños, los adolescentes, los jóvenes y las mujeres, con lo que el aprovechamiento del bono de género produciría efectos sinérgicos con el demográfico en la lucha contra la desigualdad. Las capacidades para insertarse en el mercado laboral de quienes están ahora en edad de trabajar fueron en gran medida el resultado de la inversión en educación realizada en el pasado.