Francisco Madero derrocó al dictador Porfirio Díaz, proclamando la consigna “Sufragio Efectivo No Reelección”. Madero, siendo Presidente, fue asesinado por el traidor Victoriano Huerta quien fue derrotado militarmente. Tomó la Presidencia Venustiano Carranza, que en 1917 promulgó la Constitución más avanzada socialmente de la época. Carranza enfrentó poderosos adversarios como Emiliano Zapata y Pancho Villa. Apoyando a Carranza, Álvaro Obregón venció a Villa en la batalla de Celaya, en la cual Obregón perdió el brazo derecho, convirtiéndose en “El Manco de Celaya”.
Blasco Ibáñez reseña en “El militarismo mexicano” que Obregón, valiente y jocoso, le dijo que después de amputado, el brazo cayó al suelo. <<Mis gentes se encargaron de buscar el brazo por el suelo. Exploraron por todas direcciones sin encontrar nada. ¿Dónde estaría mi mano con el brazo roto? “¡Ya lo encontré!”, dijo uno de mis ayudantes que me conoce muy bien. “Ella vendrá sola. Tengo un medio seguro”. Y sacándose del bolsillo un azteca de oro, lo levantó sobre su cabeza. Inmediatamente salió del suelo una especie de pájaro de cinco alas. Era mi mano, que, al sentir la vecindad de una moneda de oro, abandonaba su escondite para agarrarla con un impulso arrollador>>. Agregó: <<A ustedes le habrán dicho que soy algo ladrón. Aquí todos los políticos somos ladrones. Pero no tengo más que una mano, mientras mis adversarios tienen dos. La gente me quiere porque no puedo robar tanto como ellos>>.
Obregón, “General Invencible”, ganó las elecciones, juramentándose Presidente en 1920. Gobernante visionario , fundó el estado mexicano moderno y pacificó el país. Creó la Secretaría de Educación, dirigida por el intelectual José Vasconcelos, que difundió la educación pública, realizando una campaña alfabetizadora sin precedentes. Obregón inició la Reforma Agraria, fundó bancos, construyó ferrocarriles, líneas telegráficas y confrontó la iglesia defendiendo el estado laico, a través de Plutarco Elías Calles, que lo sucedió en la Presidencia en 1924. La “Guerra Cristera” (1926 – 1929) dejó más de 200,000 muertos peleando laicos contra sacerdotes y fieles católicos.
Para 1928 Obregón decidió repostularse, violando el sacrosanto principio de “No Reelección”. La reforma constitucional reeleccionista la sometió el diputado Gonzalo N. Santos, “El Alazán Tostado”, caudillo que ofrecía a sus adversarios elegir entre tres “ierros”: encierro, destierro o entierro. La reforma, aprobada abrumadoramente, expresaba que era una nueva elección, no reelección.
También optaba como precandidato para suceder al Presidente Calles un viejo amigo de Obregón, el General Francisco Serrano, que le comentó a Obregón: <<-¡Bueno, General, ya sabe usted que vamos a una lucha de caballeros>> – <<Yo te creía inteligente, Serrano; en México no hay lucha de caballeros: en ella uno se va a la presidencia y el otro al paredón>>. Usando la fuerza, Obregón triunfó en las elecciones de Julio 1°, 1928. Fue asesinado antes de tomar posesión el 17 de Julio en un “amistoso” almuerzo celebrado en su honor en el Restaurant “La Bombilla”.
Se acusó del asesinato a un fanático católico, José de León Toral supuestamente convencido por la abadesa Concepción Acevedo de Llata “La Madre Conchita”. Toral confesó que mató a Obregón por haber perseguido la iglesia Católica. Fue fusilado y “Conchita”, declarándose inocente, fue condenada a 20 años de prisión. Ocurrió algo similar al asesinato de Kennedy. Primeramente certificaron que Toral había sido “un lobo solitario”. Veintiún años después reapareció un “Acta” audazmente ocultada, reportando que el cadáver de Obregón presentaba 19 heridas. Se divulgó, irónicamente, que a la vista de todos, Toral pudo haber usado seis armas distintas.
Después del magnicidio de Obregón, ejecutado por un católico y otras fuerzas políticas indefinidas, nadie ha osado reelegirse en México. El Partido Nacionalista Revolucionario, pasó a llamarse Partido Revolucionario Institucional PRI, instaurando un régimen de “Democracia Dirigida” que Vargas Llosa calificó de “Dictadura Perfecta”, basado en la No Reelección, con cambios de Presidente y de funcionarios, todos del PRI, cada seis años
La cruenta conspiración ejemplarizadora de “La Bombilla” ratificó y entronizó el inviolable principio de No Reelección del PRI, perpetuando una “monarquía sexenal” rotativa que ejerció el poder continuamente en los últimos 71 años del siglo XX. Acá, en el 2020, sepultaremos la reelección y el continuismo del PLD, incruenta y democráticamente, reeditando la derrota del régimen de doce años de Balaguer, cuando triunfó en elecciones del 1978 un frente unitario opositor incluyente, sin sectarismo.