Creo no importunar a ningún cristiano cuando digo que la Navidad es una ficción y, en este sentido, no es solo un relato de ficción sino un conjunto de relatos que se superponen alrededor de una festividad. Si hay un malentendido en la afirmación anterior es por la pésima costumbre de equiparar “ficción” a mentira, cuando en realidad no son equivalentes. Es más, la Navidad en la medida en que es ficción se aleja del engaño y la mentira.

En teoría literaria la comprensión más frecuente del término ficción sugiere la construcción de un relato por el poder de la imaginación, aunque a partir de ciertos elementos de la realidad, pero en ningún momento se habla de un calco o copia de lo real, sino en una representación o configuración en una historia como un acontecimiento de sentido. Por ejemplo, Aristóteles en su Poética habla de ficción en términos de “representación de la realidad” o “mímesis”. Así el relato configura lo real en un discurso de sentido a través de la elaboración de una trama o mythos.

Paul Ricoeur recuperó esta idea aristotélica en su monumental obra Tiempo y Narración y mostró cómo el relato de ficción es una variante de un tipo de discurso, el discurso narrativo, que permita interpretar nuestra experiencia humana del tiempo y cuyo objeto es representar la acción en el tiempo. Esto es, vivimos el tiempo en la medida en que podemos relatar(lo) en una historia que es, a su vez, el único modo en que nos comprendemos a nosotros mismos, por nuestras acciones y palabras, bien sea como colectividad o como individuos.

El término ficción, en muchos sentidos, ha rebasado el ámbito de la teoría literaria y se ha convertido en un concepto autónomo que subraya la “invención” producto de la imaginación, independientemente a su mayor o menor vinculación con lo real. De este modo, ficción es todo lo que inventamos a partir de la imaginación desvinculado del juicio lógico de verdad-mentira. Una canción es una ficción porque es una “invención” a través del lenguaje, una maqueta de un edificio o una ciudad es una ficción; el modelo matemático o el modelo teórico de un científico son también ficciones porque son productos imaginativos, representaciones construidas de otras realidades posibles.  De este modo acercamos la ficción a la teoría de los mundos posibles (L. Dolezel), pero se mantiene la intencionalidad primera de este concepto que es subrayar un tipo de relato que no tiene una pretensión de verdad empírica, en el sentido de que hay una evidencia histórica que demuestra lo relatado.

La Navidad no es un solo relato, sino múltiples relatos concentrados en una sola festividad.  La Navidad es un macrorrelato que incluye distintos relatos y, a veces, versiones distintas de un mismo relato. En el momento actual la festividad se ha desvinculado del sentido cristiano adoptando variadas formas según las culturas. Examine las felicitaciones dadas en estos días y comprobará cómo pocas hablan de la llegada del Enmanuel o del misterio de La Encarnación o del Dios que se hizo pobre. Está muy claro hoy que la Navidad es una fiesta cultural en la que construimos diversos relatos para darle sentido a la existencia en el tiempo.  En este estado de la cuestión, la mejor opción es hablar de Navidad como macrofiesta cultural vinculada a la natividad, al mito regenerador, a la esperanza de lo posible, de lo nuevo. 

Con esta comprensión de la Navidad, en tanto que mito de lo nuevo, se recupera su carácter de discurso narrativo performativo, esto es, se hace en la medida en que se dice y decirlo es relatarlo desde la elaboración de una trama. Por ello el carácter ficcional de la Navidad: es una construcción imaginada de nuestra propia vivencia de lo posible en el tiempo.

Navidad es natividad, pero no solo el nacimiento de Jesús sino la renovación de la creencia ancestral de que algo nuevo puede suceder y esperamos que así sea. Recordemos que lo nuevo solo es posible figurarlo a base de imaginación y de memoria. La memoria porque nos permite partir de lo conocido, de la imaginación porque nos permite producir lo desconocido. Navidad es imaginar lo nuevo.