Respiro. Veo a mi alrededor e internalizo: me han querido vender puro estiércol. Desde nuestros – según ellos – líderes: políticos, tutumpotes, cuasi deidades; hemos sido bombardeados con la percepción de que esto se jodio' (sí, en buen dominicano). De que no hay pa' nadie y, bajo el manto de nuestra enseña tricolor, los gobiernos han querido ocultar la porquería que se esconde tras sus acciones inescrupulosas y subyugadas a beneficiar los bolsillos de particulares. Respiro, sí, nuevamente respiro, porque sé que ésta no es la nación libre y soberana que Duarte forjó. Es la historia escrita por nuestros políticos – LOS DEL GOBIERNO Y LA OPOSICIÓN – para continuar manipulando a un pueblo que anda urgido de cambios, de una nueva revolución ideológica que se apodere de todo el ente social dominicano.
Hoy, el Estado que me venden, que me pregonan, que me subastan, no es más que el espacio geográfico de ‘otro’ Duarte. Alguien perverso y oscuro, que dista de nuestro patricio. Lo hace Temo – el Terrible Montás, cuando me habla a un tenor totalmente distinto a su dichosa “economía blindada”. Blindada, tal vez, pero por papel crepé. También lo hace Rafael Leónidas Pared Pérez, perdón Reinaldo, con su retórica egocentrista, despótica y engreída. Lo propio hace Abelito Martínez y su famoso “voten honorables, voten”, porque sí, lo importante para estos turpenes es que nos lleven en patineta para el infierno.
Pero, seamos justos y no olvidemos el aporte de la oposición, digo, si es que se le puede llamar oposición a lo que tenemos. Esta nación tan negra que me quieren dibujar, ofrece pinceladas magistrales de un PRD (o tres, según los cálculos actuales) que no tiene ni pies ni cabeza, con una desorganización nauseabunda, en la que cada quien quiere sacar beneficios personales. Su pleito nada tiene que ver con el bienestar del dominicano, sino con el control político de su organización para pegarse del gobierno tan pronto como sea posible. Nuevamente, el yoísmo, domina. Hipólito con sus ideas retrogradas, Miguelito con su egoísmo, Andy; ‘La Veleta’ Dahuajre con su postura traicionera. Así, el contrapeso de nuestro pueblo a través de la fuerza política mayoritaria en el país es nulo, cero, finito. Si no me creen, pregúntenle a Emmanuel Esquea Guerrero, quien recientemente, dijo: "El PRD está desarticulado, dormido y alicaído". Vaya pedigrí.
Y aunque no podemos meter en el saco a todos, no obviemos los aportes a la distorsionada Quisqueya, realizados por los sindicalistas, mismos que fungen de manera sistemática para abultar los bolsillos de unos cuantos (cuestiónenle a los demás dueños del país: los ‘ejecutivos’ transportistas). Ellos, junto a un grupo de empresarios burgueses – la élite – crema y nata de nuestra isla, quieren que me coma la bola de que “otro” Duarte fue el arquitecto de mi República. Me gritan a todas voces que nuestro destino está atado a lo que dicten los grupos de poder, sin importar la voz latente del seno de los ciudadanos. A golpes y porrazos – junto a los ‘magnates’ e ignorantes políticos que nos gastamos -me tienen adolorido, adormecido y, francamente: anestesiado. Al menos, eso es lo que se creen…
Vuelvo a tomar una bocanada de oxígeno – al menos eso no está gravado en la dichosa reforma – y comienzo a entender que esos sentimientos y actitudes, adoptados por el bombardeo sistemático a los que hemos sido sometidos por líderes de pacotilla, es efímero. Este territorio no es del de “arriba”, del ostentado, del político adinerado manejando un Bentley (por tí mismo, Pared Pérez), sino de los dominicanos que se entregan al trabajo digno, sanamente cumpliendo con sus deberes, para luego poder demandar sus derechos. No somos una sociedad en decadencia, sino una que despierta – de cara al sol y con el pecho henchido de orgullo – que se levanta poco a poco para gritarle al mundo: ¡BASTA YA!
Ésta sí es la sociedad de Juan Pablo Duarte: la revolucionaria, la honesta. Una potencia llena de desafíos, pero que cuenta con el valor y la buena voluntad de miles de dominicanos. Esta cuna, la de nuestro Duarte -no del pelele del cual se agarran nuestros cuasi-líderes – es tuya, es mía, es del vecino y del amigo. Respiremos juntos, pero esta vez con un solo pulmón. Mirémonos hacia dentro y escudriñemos el alma. Allí, donde una locura se convierte en meta y una quimera en algo más que palpable, adoptemos una nueva postura. Enviemos una señal que todos, como dominicanos, empoderaremos a nuestra metrópoli a través de la educación, el respeto, la moral y el civismo. Hay que tomar el toro por los cuernos, renovando de a poquito toda a la clase política y elitista, de esas que hasta el día de hoy: nos tienen jodidos.
Levántate dominicano, no tengas miedo de utilizar tu voz. Tu aporte es importante: grano a grano se llenan las playas. Iniciemos una nueva revolución: de ideales, posturas y conceptos. Actuemos conforme a ella y saquemos a tan nocivas figuras – para siempre – de la palestra nacional.
¡Qué viva DUARTE carajo!