Un karaoke consta de un micrófono que puedes comprar en una tienda virtual –Amazon– o en una tienda de cualquier lugar de la ciudad. Se asegura que donde quiera que haya uno a su alcance –y una pantalla–, Sweet Mickey entonaría uno de sus hits. La intención es que todos bailen en la pista con ese ritmo cadencioso que tenemos los isleños.

Pero había un karaoke en el penthouse de los Cacicazgos?, es la pregunta que me hago mientras pienso que lo mismo vale para Palm Beach donde el expresidente perdió tres casas por falta de pago. Cómo se puede bailar mientras un país se encuentra incendiado por los cuatro costados?   

He mencionado el nombre artístico que se le da –en los bajos fondos o en todos los fondos?–, a Michel Martelly que, como quien se sabe artista sobre todo, ha compuesto más de 16 discos. No es una carrera corta en el mundo de la música. Es una estrella consumada que, en la política, no le fue tan bien (o quizás le fue bien como denuncian algunos?). Cuánto costará contratar una noche con sus canciones? Cuánto costará hablar con su mánager? Por lo pronto, sus discos, –o una muestra de ellos–, puede ser escuchada en Spotify y no lucen un disparate. En un mundo donde todos oyen reggaetón, esto es clásica o una suerte de balada o reggaetón –también– pero más sobrio y sin estridencias. Pienso que alguien me contestaría que se podría escuchar durante horas. Conocido como compas, es el típico sonido playero que tanto deseamos. Y elegir de 16 discos, es un misterio.

Se trata de una especie de merengue al que se le han añadido algunas notas musicales, con la compañía de otros instrumentos, en un ritmo cuyos antecedentes se hunden a Nemours Jean-Baptiste en 1955, es decir a dos años de instalada dictadura de François Duvalier. En dónde estaba Rene Preval entonces? Está claro –para contextualizar un poco–, que ya había nacido Jean Bertrand Aristide, a quien Raul Cedras tumbó en 1991 y quien retornara a su presidencia ayudado por Bill Clinton en el 94, en un recordado 15 de octubre.

Es de entender que la situación haitiana –repleta de misterio, vudú y complicaciones históricas–, sea conocida por los que hoy están de este lado que, según datos de Migración, son nada más y nada menos que 668,145. La cifra es de 2012 y hará encoger de hombros a todos aquellos que venían dando el número de un millón como una cifra mágica durante todos estos años.

Algunos argumentan que con el auge de la construcción en el país, la comunidad haitiana está aumentando como la espuma de cerveza. Todavía vienen en masa. Y la entrada puede ser en la más urgente noche o bajo el intenso clamor del día. Recuerdan cuando los camiones los traían a las centrales azucareras? Piensan las madres haitianas que si vienen al país a dar a luz a sus hijos tendrán un mejor futuro? Para algunos, Haití es un enigma a ser resuelto.

La ayuda que se ha tenido para Haití en los primeros días del año se supone que continuará (al menos entendemos que es lo que ha dejado entender Kelly Craft, la maravillosa embajadora de Estados Unidos ante la ONU). De acuerdo a The Guardian, para 2019 la USAID había gastado 2.3 billones en Haití después del terremoto.

Un haitiano nos dice que el dinero que mandan “se lo cogen” en un reduccionismo interpretativo y fenomenológico. Sin embargo, por algo lo dice con tanto disgusto. Hay un desencanto total entre los pobladores haitianos. De solo oír hablar de política –que es el tema que los mantiene agazapados–, algunos se encogen de hombros y no quieren tratar el tema. Prefieren hablar de las canciones de Martelly en una estación de radio? Mi intención esencial es notar si en la amplitud modulada, existen las emisoras que informan a la comunidad haitiana en el país, de las desventuras y sucesos de Petion Ville, Gonaives y Cap-Haitien. La crisis del año pasado todavía está en el sentir de la comunidad internacional, y particularmente de los dominicanos.

Lo que haga un expresidente o no haga es materia suya, pero ciertamente que las declaraciones que dé lo colocarán en la palestra y la gente buscará detalles que le hagan entender la situación de su país que comparte una isla con otra nación. Sea la música que sea, la nación haitiana merece un mejor camino y bienestar: estabilidad y orden. Eso les deseamos para este año.