Durante las últimas décadas, hemos vivido una transformación en favor del adelanto de los derechos de las mujeres y niñas en aspectos legales, económicos, y políticos en la República Dominicana. Muchos de estos avances fueron una consecuencia de cambios generados producto de circunstancias históricas y movimientos sociales, que conllevaron a que las mujeres y niñas tuvieran un acceso gradual al disfrute de sus derechos. Por ejemplo, la Segunda Guerra Mundial facilitó la entrada de la mujer en la vida laboral estadounidense, debido a que muchos hombres se marcharon a la guerra, dejando así una necesidad de capital humano, para lo cual se involucraron a las mujeres en la vida productiva. Así mismo, las consecuencias generadas a través de un genocidio de más de 800,000 personas y muchas violaciones de mujeres en Ruanda en 1994, conllevó a que tras el conflicto, las mujeres se involucraran en la vida política y ascendieran a puestos parlamentarios, convirtiéndose en el país con mayor número de mujeres parlamentarias en el mundo.
En nuestro país, vivimos cambios progresistas principalmente en la década de los 90 y a inicios de los 2000, en favor del avance de los derechos de las mujeres y niñas. Algunos ejemplos a resaltar son la creación de un Ministerio de la Mujer a través de la ley 86-99, la aprobación de la ley 24-97 que reconoce y condena la violencia hacia la mujer, y una constitución que reconoce la valía e importancia de las mujeres en la sociedad. Gracias a los avances que hemos presenciado durante los últimos 20 años, nuestras mujeres de hoy tienen derecho a propiedad, a la participación en la vida productiva y política y acceso a carreras como Derecho, Ingeniería, Relaciones Internacionales y Mecánica, antiguamente entendidas como profesiones sólo “aptas” para hombres.
No obstante, si bien hemos obtenido grandes avances en favor de la igualdad de acceso a oportunidades y derechos para las mujeres y niñas, aún tenemos muchos retos por sobrepasar para alcanzar la igualdad de acceso a oportunidades y salir del círculo vicioso de la pobreza. A pesar de que el nivel de educación de las mujeres y niñas se ha multiplicado en las últimas décadas, según el informe “El Progreso de las Mujeres en el Mundo 2015-2016” de ONU Mujeres, aún tenemos cerca de la mitad de esta población sin generación de ingresos, y muchas veces con una escala salarial en promedio de un 21% menor a la de los hombres, ocupando la misma posición.
Es importante reconocer que la mujer de hoy es dinámica, emprendedora, luchadora, pero muchas también son madres solteras que tienen a su cargo el porvenir de sus hijos e hijas y envejecientes del hogar, sin un compañero que responda por la manutención de los niños y las niñas que un día este procreó. La mujer de hoy asume un rol de esfuerzo doble en la sociedad, pues no sólo lucha por educarse y generar ingresos para el hogar, si no que muchas continúan asumiendo roles de antaño, que hacen que les sea más difícil progresar y en consecuencia perpetúa la feminización de la pobreza. Por ejemplo; una mujer que estudia, trabaja y asume el cuidado de sus hijos e hijas, limpieza del hogar y alimentación familiar tiene menos probabilidades de finalizar sus estudios por las necesidades que estas circunstancias les presentan.
A pesar de que las mujeres hemos alcanzado un progreso antes “invisible”, es necesario que como sociedad nos preguntemos constantemente en nuestro accionar cómo la igualdad de género incide en nuestro progreso de forma positiva. No es pura casualidad que muchos de los países con mayor desarrollo económico son aquellos con mayores políticas de igualdad. Estos han reconocido que el desarrollo se logra cuando se escucha y se mira a través de una perspectiva de género, involucrando a los hombres y a las mujeres a través de roles que faciliten que estos trabajen juntos y juntas y tengan el mismo acceso a oportunidades.
Es por esto que para romper con el círculo de la pobreza, debemos entender e internalizar que la participación activa de las mujeres y las niñas en ámbitos económicos, sociales y políticos significa salida de la pobreza, la cual debe ser acompañada y apoyada por los hombres. Pues, los roles de género son cambiantes, por lo que debemos redefinir nuestra interpretación de que significa y qué posiciones deben asumir los hombres y las mujeres en la sociedad, en miras hacia progresar.