Todos los estudios reconocen el rol fundamental de la mujer en el cuidado familiar de la salud. En primer lugar, porque por razones biológicas, demanda un 75% adicional de servicios de salud; en segundo lugar, casi siempre es la madre la responsable de velar por la salud de los hijos; en tercer lugar, con gran frecuencia es quien “obliga” al cónyuge a acudir al médico y seguir el tratamiento; y en cuarto lugar, suele ser más propensa a la higiene y a los estilos de vida saludables.
Justo es reconocer que como resultado de una lucha prolongada contra todo tipo de discriminación, en las últimas décadas las mujeres han escalado varios peldaños en pos de la equidad de género. En ocasión del día internacional de la mujer, José Gómez Cerda recordó que el 8 de marzo de 1857, cientos de mujeres de una fábrica de textiles de Nueva York organizaron una marcha en contra de los bajos salarios (un 60 ó 70 % inferior a los hombres), y en demanda de mejores condiciones de trabajo, del descanso dominical, de la reducción a 10 horas de la jornada y del derecho a la lactancia en horas laborales.
El Seguro Familiar de Salud constituye el mayor logro de la mujer dominicana en la última década. Durante más de medio siglo, fue marginada por el seguro social y las igualas médicas, ya que sólo la incluían como asalariada. En cambio, la Ley 87-01 introdujo el concepto de “salud familiar”, protegiendo de pleno derecho al cónyuge (por matriminio y unión libre), así como a los hijos, en calidad de dependientes del titular. En la actualidad representa el 43% de los titulares y el 56% de los dependientes, lo que significa un paso de avance extraordinario.
Ausencia de información y atención integral
La calidad de la salud familiar está íntimamente vinculada al grado de educación e información sanitaria de la mujer. La falta de orientación y educación sexual explican el embarazo del 20% de las jóvenes entre 15 y 20 años de edad, su pronta deserción escolar y la reducción de sus oportunidades de superación y progreso. Representa a dos de cada tres jóvenes que ni trabajan ni estudian.
Explican, además, el elevado nivel de mortalidad materno-infantil prevalente en el pais. Los directores de los dos principales hospitales de maternidad (La Altagracia y San Lorenzo de los Minas), revelaron una relación casi igualitaria entre los “partos normales” y las cesáreas y (53% normales y 47% cesáreas), a pesar de la recomendación de la OMS de 4 normales por cada cesárea. Pero en el Régimen Contributivo se registran cuatro cesáreas por cada parto normal, como promedio.
Los médicos especialistas no titubearon al señalar la discriminación y la ausencia de atención integral de la mujer: “la mujer es todavía el ser más vulnerable en el sistema de salud dominicano, retos como un mayor acceso a métodos anticonceptivos, educación y derecho a decidir sobre su cuerpo, son sólo algunos de los desafíos”. Y califican como muy nocivo el predominio de prejuicios y tabúes religiosos, a contrapelo de los avances de la ciencia y la tecnología.
Otros nos revelamos contra el uso excesivo y recurrente de la mujer como un simple objeto sexual, capitalizando con fines comerciales sus atributos físicos y sensuales. Con esta práctica ancestral se menosprecia su cualidad más importante: su inteligencia, capacidad, sensibilidad, dedicación y valentía en situaciones especiales y peligrosas.
En el campo previsional, los avances de la mujer han sido más modestos debido a los niveles de ingreso, y a otros factores que expondremos en el próximo mensaje.