El yo no solo se comporta como entidad polivocal, sino que también potencializa una figuración lírica proliferante y sensorial en la enunciación poética. El mundo sensorial y el mundo poético se van articulando como dinamismo de la intuición que funda y dice su propia significación expresiva, metafórica y simbólica, toda vez que el signo tematiza el espacio geopoético y a  vez geomítico  en el poema. Las voces pronuncian en su intencionalidad todo un registro épico-lírico sentiente en el poema-sentido y en el poema-mundo donde habita la muchedumbre.

El poeta señala aquellos rastros y territorios donde la memoria y el poema mismo son la representación del mundo de la vida. La figuralidad mítico-social nos muestra como forma la significación de una apertura en la historia movilizada como “yo” y como “nosotros” en la estructura del poema.

En este sentido, el cuerpo de la muchedumbre asegura en el Contracanto…y en toda la vastedad intencional del poema, sus niveles de conjunción y articulación sensibles desde una estética del pronunciamiento poético fijada en sus “primeros versos” en los los demás textos que se convierten más tarde en unidades “coherenciadas” de un lenguaje poético fundacional. Tanto en Hay un país en el mundo, como en Contracanto a Walt Whitman y Amén de mariposas, asistimos a una metaforización del mundo visible y sus fuerzas expresivamente concentradas y trascendentes como ejes de lenguaje.

Se trata, por lo que hemos podido encontrar desde la apertura significante en estos poemas, de un cruce de sentido orientado hacia la visión de un mundo textualizado como doble cardinal de sentido y memoria del ente poético:

…cuando el alto predicador, bajando la cabeza,

entre dos largas manos decía

yo

y se encontraba unido al fundidor y al vendedor

y al caminante oscuro de suave polvareda

y al soñador y al trepador

y al albañil terrestre parecido a una lápida

y al labrador y al tejedor

y al marinero blanco parecido a un pañuelo…

Y el pueblo entero se miraba a sí mismo

cuando escuchaba la palabra yo

Y el pueblo entero se escuchaba en ti mismo

cuando escuchaba la palabra

yo, Walt Whitman, un cosmos,

¡un hijo de Manhattan…!(Vid. Op.cit.p.110)

 

El elemento sinfónico y sobre todo ontológico y seminal, trasciende y se comprende en el momento en que la entidad surge como símbolo y simiente social, marcada por lo que el poeta acentúa en la novena parte del Contracanto …como procedimiento sentiente y coral engendrado por la intuición del “yo” y del nosotros, pero además por el horizonte que en Walt Whitman adquiere concentración poética enunciativa y cohesiva:

“Porque tú eres el pueblo, tú eras yo,

Y yo era la Democracia, el apellido del pueblo,

Y yo era también Walt Whitman, un cosmos,

¡Un hijo de Manhattan…!

(Ibíd. Op. cit.)

Los caminos marcados por el poeta son, sin lugar a dudas, los caminos de la voz simbólica del poema. Los momentos fundacionales de la poética de Pedro Mir nos llevan a comprender un espacio-mundo y una intuición sentiente proyectada como sierpe y surco del pronunciamiento poético.  Desde el ser-yo y el ser-nosotros, la polisemia poética conduce a un tipo de comprensión social del mundo asumido por el poeta como ontología-lenguaje y existencia-visión de un espacio, donde la subjetividad de la lectura presentifica el lenguaje como fundación poética y tiempo intencional.